_
_
_
_
Crónica:FÚTBOL | Liga de Campeones: tercera jornada
Crónica
Texto informativo con interpretación

A Ranieri se le va de las manos

El Valencia cae con estrépito ante un gran Inter (1-5)

A Ranieri se le ha ido el Valencia de las manos. Lo tuvo todo controlado mientras se enganchó a esa locomotora zurda que responde al nombre de Vicente. Se enganchó a sus goles, a su profundidad y a su efervescente estado de ánimo. Pero cuando Vicente se lesionó en una infausta noche en Bremen, el cuadro valencianista se desplomó. Es una calamidad tanto en defensa como en ataque. No se acuerda ya de defender, su asignatura preferida en los últimos años, y tampoco de marcar.

El sustituto de Vicente, Angulo, se enreda por la banda y Ranieri, pese a la evidencia, no ha sabido reaccionar. Es un síntoma inapelable de la confusión del entrenador italiano. El Valencia, al final, resultó humillado por un Inter más letal que bonito. Nada del otro mundo, pese a la contundencia del marcador. No juega al toque, como pretende Mancini, pero qué más le da si cuenta con Adriano para fabricarse un contragolpe tras otro. Pura dinamita en el ataque y dos jugadores muy por encima del resto: como se suponía Adriano, imparable cuando se abría a una de las bandas: un prodigio de técnica enfundada en un cuerpo de boxeador; y, como novedad, Stankovic, una aparición imprevista desde la segunda línea que abrió el corazón valencianista. Mestalla, caballerosa, despidió a Adriano con una ovación de reconocimiento ante la oportunidad de ver en directo a este crack que nace de tan sólo 22 años.

Y eso que la inédita pareja de centrales valencianistas (David Navarro y Caneira) cumplió mientras estuvo en el campo, hasta la sustitución del portugués en el segundo tiempo. Mantuvo a raya en la primera parte a Vieri y a Adriano a base de anticipación, de potencia y de inteligencia. Claro que poco podía hacer si la estrella brasileña se dejaba caer a la banda y montaba alguna de sus impresionantes cabalgadas. Entonces, sí. Mestalla mantenía la respiración. El atacante brasileño requería un pelotón para poder derribarlo. Y los valencianistas se lo tomaron como un gran reto: a ver quién se atrevía. Nadie, la verdad.

El Valencia sí cargó por la derecha con perseverancia y acierto irregular. Y así llegó un precioso centro de Aimar que remató Di Vaio topándose con una gran estirada de Fontana. El veterano portero, que debutó ayer en la Champions, le dio así la razón a su entrenador, que lo había preferido al afamado Toldo. Aimar queda lejos de su mejor estado físico, de ahí que sus apariciones sean escasas. Y puede formar con Di Vaio una estupenda pareja, pero necesita tiempo y, sobre todo, apoyos.

El Inter de Mancini quiere jugar al toque, pero le falta calidad en sus centrocampistas. Sobre todo porque Verón se ha convertido en jugador vulgar. Sin la magia que lo envolvió en los tiempos del Lazio. De manera que es mucho más importante Cambiasso que Verón. El primero se metió muy cerca de los centrales y, desde allí, recuperó decenas de balones.

Ranieri se quedó clavado en el descanso, sin reaccionar a las deficiencias, y el Inter lo aprovechó con un arranque espectacular del segundo periodo. Stankovic apareció en el área sin que nadie le prestara la menor atención. Centró Favalli y el serbio cabeceó a la escuadra ante la mirada atónita de Cañizares. El Valencia, que venía tocado, acusó el golpe, y, al minuto siguiente, se agrandó su herida: un magnífico centro desde la derecha de Adriano, con el exterior de su bota izquierda, sirvió para que Vieri recuperara su antiguo vicio de marcar. Adriano se marchó en este segundo tiempo a la banda derecha y por allí hizo papilla al viejo Carboni.

Fontana volvió a ser decisivo en otra gran parada a un cabezazo de Caneira en lo que pudo ser y no fue la urgente reacción del Valencia. Con dos goles de ventaja, el Inter se echó una siesta y reservó esfuerzos para enfrentarse la próxima jornada al Milan. Dio por muerto al Valencia. Pero una pared entre Di Vaio y Aimar reactivó al cuadro de Ranieri, lo metió en el partido, aunque sólo fuera un par de minutos. Lo que tardó Mancini en dar entrada a Van der Meyde y éste en hacerle un caño a Carboni antes de ajusticiar a Cañizares. El pase, cómo no, del gran Adriano, que no abandonó Mestalla sin marcar tras una buena internada por la derecha de Javier Zanetti. La gente, resignada, aplaudió a Adriano y huyó despavorida de la grada a falta de un cuarto de hora para el final. Hundida y pensando en el Liverpool de Benítez. ¿Se acabaron los buenos tiempos europeos?

Cañizares, desolado, se tumba en el césped durante el partido.
Cañizares, desolado, se tumba en el césped durante el partido.AP

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_