El norteamericano David Toms suma su primer gran torneo
Mickelson no ha podido culminar la remontada para hacerse con el PGA
Si el jueves alguien hubiera apostado por el nombre de Toms para imponerse en el último Grand Slam del año se hubiera hecho millonario. Porque este joven golfista, de 34 años y con cinco victorias en su haber en el circuito americano, no figuraba en ninguna quiniela.
Y cuando comenzó la última jornada, y Mickelson, ese gran jugador, pero eterno aspirante a un grande, le recortó en los primeros cinco hoyos los dos golpes con los que se había retirado en la víspera, todo parecía indicar que Toms se hundiría sin remedio como otros muchos jugadores lo han hecho bajo esa tremenda presión.
Sin embargo, el estadounidense no perdió la calma. Sabía que el ganador de su partido sería el campeón, porque Duval había fracasado y el japonés Shingo Katayama, pese a que llegó a colocarse a un golpe mediada la jornada, no aguantaría el tipo.
De ahí que Toms no perdiera la calma y siguiera con la estrategia que le había hecho liderar el torneo tras tres jornadas con tarjetas de 66, 65 y 65 golpes, respectivamente. El empate de los primeros ocho hoyos (-14) se rompió en el hoyo 9, cuando Mickelson hizo bogey y Toms birdie. La diferencia volvía a ser de dos golpes.
Pero todavía quedaban los terroríficos últimos nueve hoyos. Mickelson, el mejor zurdo del mundo, volvía a cruzarse ante todos los fantasmas que le señalan como un extraordinario jugador que no sabe ganar Grand Slams. Estaba decidido a replicarle al mundo, pero al final volvió a fracasar. Una remontada no se culmina hasta que uno no se pone por delante, y esa circunstancia fue la que condenó a Mickelson, que no llegó a presionar suficientemente a su inexperto rival.
Entre los hoyos 12 y 16 la diferencia entre ambos osciló de estar empatados, a estar dos arriba Toms, a de nuevo estar Mickelson a un sólo golpe. El partido llegó así a los complicadísimos dos últimos hoyos, aquellos en los que las grandes estrellas mundiales han perdido golpes cada día.
Sin embargo, Toms no. Salvó el 17 con brillantez, con el par, al igual que en las tres jornadas anteriores y se plantó en el terrible 18 con un golpe de ventaja. ¿Sería capaz de salvar el par? ¿Podría Mickelson obrar un golpe magistral y proclamarse por fin campeón? No, definitivamente no, puesto que ambos firmaron el par.
A Toms no le tembló la muñeca y al final se proclamó campeón ante la incredulidad de su compatriota, que deberá esperar una nueva oportunidad. Su nombre, en su día más feliz, se estampará al lado de los otros tres ganadores de Grand Slam de la temporada: Tiger Woods, Retief Goosen y David Duval. Ahora todo el mundo conoce también a David Toms.
Olazábal y Woods
Por su parte, José María Olazábal, único español que pasó el corte, echó por la borda en los últimos cinco hoyos el trabajo realizado en la jornada del sábado (68 golpes) y en las dos primeros tercios de su último recorrido, al ceder cuatro golpes y terminar el torneo par, muy alejado de las posiciones de cabeza, y un golpe por detrás de Tiger Woods, que tampoco destacó hoy.
El golfista vasco, que vino a Atlanta con la esperanza de realizar un buen papel que le condujera a la Ryder Cup, comenzó la jornada -1. Se mantuvo muy concentrado durante los primeros nueve hoyos, firmando ocho pares y un birdie en el sexto hoyo.
Sin embargo, tras 72 hoyos Olazábal había vuelto al punto de partida con la sensación de no haberse aprovechado de la ya preocupante crisis de Woods y finalizó en la 37º a quince golpes de Toms.
Porque el estadounidense, aún indiscutible número uno del mundo, no levantó cabeza, ni siquiera para dejar buen sabor de boca en los miles de incondicionales que le acompañaron en la última jornada.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.