Betis, Tenerife y Atlético dejan para el final el desenlace de la lucha por el ascenso
Las victorias de los tres equipos deja igual la clasificación de Segunda
Desde el inicio el Atlético se ha ido a por el triunfo, con más corazón que juego, que no ha tenido en toda la temporada, y con más nervios de los recomendables para un partido en el que le iba la vida. Los primeros minutos ya mostraron que la cosa iba a depender de un arranque de calidad, más que de un ejercicio colectivo.
No duró sin embargo mucho el arreón, y el Sporting empezó a comprobar que Toni tenía un buen día. Una enorme mano del meta rojiblanco a cabezazo de Vicente evitó que el canguelo se instalara definitivamente en los corazones atléticos. La pólvora de los delanteros rojiblancos, por el otro lado, parecía mojada, especialmente la de Salva, muy poco acertado en la primera mitad.
Si el luminoso no parecía querer mucho movimiento, a medida que pasaban los minutos lo que sí se iba moviendo era el casillero de las tarjetas, especialmente la de los sportinguistas, que vieron en pocos minutos cómo sus dos centrales se veían bajo la amenaza de la expulsión.
Y en la segunda parte iba a salir un chico que iba a aprovechar esa amenaza. La nueva estrella rojiblanca, Fernando Torres, sustituía a Njegus al poco del reinicio y se ponía a la faena de despejar de hombres la poblada defensa gijonesa. Primero le tocó a Isma, que enfilaba en vestuario tras derribar a Torres en la frontal, y luego era Vicente el que se duchaba antes de tiempo por poner su bota en la cara del chaval.
Ya por entonces el Atlético se había adelantado con un enorme lanzamiento de falta de Luque. El lateral rojiblanco aprovechó un libre directo para dejar el balón en la escuadra y a Valencia con dos palmos de narices. Estaba el Atlético en puesto de ascenso en ese momento, y lo festejaba la grada pues el Betis no pasaba del empate en casa contra el Recreativo.
La alegría duró poco, por culpa del gol de Belenguer, que dejaba al Betis de nuevo en segunda posición. Entonces empataba el Recreativo, la fiesta se desbordaba, Gil sonreía en el palco. Falsa alarma. El árbitro anulaba el gol. Las noticias de Tenerife invitaban también al optimismo. Con tres goles en el zurrón, los canarios veían cómo el Lleida, descendido, se acercaba peligrosamente en el marcador con dos goles. Incluso pudo empatar. Pero no lo hizo.
Con esto, la jornada de la semana que viene no es apta para cardiacos. Los rojiblancos tendrán que esperar que Betis o Tenerife no ganen o marcar más de seis goles al Getafe, ya descendido. Y ya no hay más oportunidades.
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