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El Atlético se complica el ascenso tras empatar con el Córdoba (1-1)

La decepción se pintaba en la cara de los hombres de Marcos Alonso al término de un partido que tuvieron en las manos y que ahora les complica las posibilidades de meterse en la lucha por la salida del infierno.

Más pinta de ganador que el Córdoba mostró el equipo madrileño a la salida del partido, intentando mostrar la cara agresiva que últimamente deja para remontar los partidos en las segundas partes. Con más empuje que buen juego los atléticos han encarrilado varias ocasiones. En una de ellas, Carcedo tuvo ocasión de comprobar la máxima de que "el portero también juega" y, en un remate franco con la derecha, envió el cuero a las manos del meta cordobés, cuyo rechace fue al encuentro del poste derecho.

Era el aviso. Un minuto después, Salva acertaba a peinar una falta botada por Fagiani. Corría el minuto 19 y el Atlético tenía el partido donde quería. Los cordobeses, un tanto desquiciados por la actuación del árbitro, que les cargaba de tarjetas.

Al filo del descanso, Roberto tuvo en su cabeza la sentencia, pero su remate se estrelló en el larguero. Al Atlético le tocaba sufrir. Y tuvo que hacerlo, porque el Córdoba se echó arriba desde el inicio de la continuación. Si bien las ocasiones no llegaban, los andaluces conseguían meter a los rojiblancos bajo el larguero de su portería.

Antes de que los colchoneros pudieran sosegar el arranque de rabia de los cordobeses, Santi, muy apegado a salir de los encuentros antes de tiempo, dejaba su firma en una entrada absurdamente violenta junto al banderín del córner. A la calle.

Entonces arreció el chaparrón sobre el área de Sergio. Los de Juan Verdugo apretaron los dientes y se lanzaron al abordaje de la defensa atlética. Sufriendo, la zaga visitante conseguía mantener la línea de flotación intacta. Buena parte de culpa la tenía el meta Sergio, que ha solventado con enorme acierto cuantos envíos le han remitido los delanteros locales.

Incluso el Atlético pudo empaquetar la victoria con un par de contraataques claros que fueron convenientemente enviados al garete. Ante el empeño visitante en complicarse la vida y cuando ya el colegiado miraba de reojo al crono, Gallego recibía un balón en los tres cuartos, lo acompañaba en una suerte de desfile -nadie le entraba, todos le miraban- hasta el semicírculo y lo dejaba en las redes de Sergio de un fuerte izquierdazo.

El Atlético pudo haber echado por tierra su desgraciada condición al instante siguiente, pero Aguilera, solo frente a Leiva, buscó un penalti que no existió en vez de tirar a puerta como aconseja cualquier manual futbolístico o de moralidad. Pero no. El pupas se hacía carne en el Arcángel una vez más.

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