La mayor concentración de ‘stradivarius’ calienta el invierno canario con su sonido mágico
Más de mil músicos, 61 conciertos en 21 escenarios de las ocho islas del archipiélago canario. La 41ª edición del Festival Internacional de Música de Canarias (FIMC) abre el año musical otorgando el protagonismo a los mejores violinistas del mundo
Hubo en Cremona, después de Antonio Stradivarius, otros abetos y arces, pero ninguna otra madera, tan viva, tan sensible a los cambios más leves de temperatura o luz, ha logrado arrancar un sonido como el de aquellos bosques del siglo XVIII hechos violines. Al sol invernal de Canarias vibrarán, entre el 10 de enero y el 16 de febrero de 2025, las maderas convertidas en piezas de arte por algunos de los lutieres más importantes de la historia todas juntas, en una concentración de los mejores violines del mundo que protagonizará la 41ª edición del Festival Internacional de Música de Canarias (FIMC), con 61 conciertos en 21 escenarios de las ocho islas impartidos por 1.090 músicos. Toda una galaxia de estrellas que se ha convertido en su casi medio siglo de vida en la cita ineludible para el arranque de la temporada musical.
¿Dónde más puede uno escuchar en directo al maestro del piano de las últimas décadas Grigori Sokolov; a Hilary Hahn y el trino de su stradivarius; a la japonesa Midori Gotō, que con 11 años tocaba ya con Zubin Mehta; o a la gran estrella del violín de la generación zeta, la granadina María Dueñas? “Este es un acontecimiento sin el que los canarios nos sentiríamos huérfanos”, afirma la consejera de Universidades, Ciencia e Innovación y Cultura del Gobierno de Canarias, Migdalia Machín. “La tradición musical de Canarias viene de siglos atrás y es consecuencia de su propia posición geográfica: encrucijada entre América Latina, África y Europa; somos un crisol de creatividad y expresión artística”. Para Machín, la importancia del FIMC va más allá de su labor casi diplomática, como forma de darse a conocer ante el mundo, es un fenómeno que forma parte y “promueve la identidad de los canarios”. El director artístico del festival, Jorge Perdigón, comparte esa visión forjada por 41 años de excelencia artística: “Nos sentimos parte de la vida de nuestros paisanos. Tengo la sensación de que hemos sido capaces de contribuir al impulso de la cultura, y con ello ayudar, como se dice, a ‘hacer Canarias’. Es una situación privilegiada”.
El 41% de los músicos que formarán parte de este enorme acontecimiento son canarios o residentes en Canarias (”Tenemos una de las ratios más altas de España de músicos por habitante, un talento extraordinario”, recuerda Machín), y el 33% del repertorio que se interpretará a lo largo del mes de actuaciones será completamente inédito. Un compromiso que tratan de mantener año a año: se programa una mezcla de obras conocidas por el gran público, como el Romeo y Julieta de Prokofiev, la Séptima Sinfonía de Beethoven o La consagración de la Primavera de Stravinsky, junto con otras más minoritarias, como el Concierto para violín de Korngold o las Sinfonías nº 3 y nº 6 de Mahler, que serán la gran apuesta de las orquestas locales, las de Gran Canaria y Tenerife.
A la vez, se hacen esfuerzos por ofrecer la oportunidad a piezas contemporáneas: hasta seis composiciones datan del siglo XXI, destacando algunas como las del jovencísimo genio de 15 años Tsotne Zedginidze —su Primera Sinfonía— o las del sirio-estadounidense Kareem Roustom, que nos trasportarán a Oriente Próximo de la mano de una formación de cámara como el Ensemble Nasmé, integrado por cinco instrumentistas palestinos dirigidos por el violinista Michael Barenboim. Perdigón destaca en este punto otra nota identitaria del festival: “El FIMC ha puesto las herramientas necesarias para impulsar la nueva creación, y cada año logramos estrenar, al menos, una docena de composiciones. Este año estrenamos tres obras de encargo”, explica.
El eco de las catedrales
Cree Perdigón que el festival tiene un atractivo singular también para los intérpretes. Lo cual es relevante porque “un artista feliz es garantía de un concierto especial”. Y recuerda cómo “una gran figura de la música actual” cambió todos sus compromisos “porque quería tocar en todas y cada una de las islas para conocerlas“.
A Ton Koopman (Países Bajos, 80 años) su visita en el invierno de 2023 le satisfizo tanto que ha querido regresar este año, con una iniciativa muy especial. La propuesta de este organista y director, experto en música barroca, no tendrá lugar en un auditorio, sobre un escenario: la Orquesta y el Coro Barroco de Ámsterdam ofrecerán sendos conciertos gratuitos en la catedral de Santa Ana, de Gran Canaria, y en la catedral de San Cristóbal de la Laguna, de Tenerife. Interpretarán para los asistentes uno de los oratorios más celebrados de J. S. Bach, y quizá su obra más ambiciosa: La Pasión según san Mateo. Una medida que contribuye a lo que señala Machín que es siempre intención de este festival: “Fomentar la cultura en los 88 municipios de las ocho islas canarias, haciendo una tierra más igualitaria, con una cultura accesible”.
También tendrá su espacio el coro más famoso del mundo: Los niños cantores de Viena, una formación por la que pasaron en su infancia compositores tan afamados como Franz Schubert o directores como Hans Richter, y cuyo origen se remonta más de 700 años atrás, pues lo fundó en 1498 el emperador Maximiliano I.
En femenino
Como en otros ámbitos, la igualdad es más un propósito que una realidad fehaciente. Por ello, en una edición con el violín como protagonista, el director Jorge Perdigón y la organización del FIMC han querido dar preeminencia a estrellas femeninas que brillan con luz propia, mujeres de distintas generaciones que se han convertido en una inspiración para las músicas de todo el mundo.
Marin Alsop, por ejemplo, la primera directora en ponerse al frente de orquestas como la de Baltimore o la de la Radio de Viena, la primera batuta femenina en ganarse el derecho a disfrutar de la beca de los genios, la McArthur; como Hilary Hahn, merecedora de tres premios Grammy; como la otrora niña prodigio Midori Goto, que vuelve al festival en su madurez, a sus 53 años; como Lisa Batiashvili, que además se ha prodigado generosamente como mecenas de los jóvenes talentos, o como la gran promesa María Dueñas, de la que directores como Gustavo Dudamel alaban no solo su talento o técnica, sino su atrevimiento y capacidad expresiva.
Perdigón espera con emoción comprobar “como simple espectador” la actuación de Dueñas. “Me encanta escuchar a los músicos cuando, una vez adquirida la técnica necesaria, se olvidan de ella y simplemente interpretan o se expresan con una gran naturalidad. Además, que la directora sea Marin Alsop y la formación la Philharmonia [Orchestra de Londres] hace muy posible que sea una de esas grandes noches que todos deseamos”.
Público joven
Los datos del último anuario de la SGAE, una foto fija que cada año retrata el estado de la cultura en España, no pintan un panorama demasiado halagüeño para el futuro de la música clásica: los jóvenes no asisten a las salas de concierto, no hay apenas niños que quieran escuchar a una orquesta. ¿Hay excepciones? ¿Puede revertirse esta tendencia? Si en algún lugar esto es posible, es en Canarias.
“Un par de chicas de 12 años se acercaron, acompañadas por sus padres, a por el abono. Y una amiga de 14 vino poco después: ella ya había estado el año pasado. Al final, es una cuestión de acercar el género con naturalidad a los jóvenes. En la última edición conseguimos que el 25% de algunos conciertos estuviera ocupado por espectadores menores de 30 años”. La anécdota la cuenta el propio Perdigón, un director que no pierde de vista este objetivo y que, precisamente por eso, ha querido contar con nombres como el de Dueñas. “No tengo la más mínima duda de que la música clásica no ha llegado al final del camino”, concluye.