Un invierno de notas brillantes
Desde 1985, la cita más importante de apertura del curso musical se encuentra en España. El Festival Internacional de Música de Canarias (FIMC) celebra su 40º aniversario con casi 70 conciertos y más de 870 músicos de todo el mundo recorriendo las ocho islas durante un mes
Con la sala dorada del Musikverein de Viena ya muda, apagadas días atrás las últimas notas de la Marcha Radetzky de Johann Strauss padre, los oídos de todo el planeta viran al suroeste para escuchar lo que desde 1985 ocurre en las islas Canarias: el Festival Internacional de Música de Canarias (FIMC), que en esta edición en la que celebra su 40º aniversario reúne en las ocho islas a más de 870 músicos de todo el mundo que ofrecerán hasta el 9 de febrero un total de 67 conciertos.
Un festival que, como indica su director, Jorge Perdigón, “no admite comparación con ningún otro evento cultural”, porque no se celebra en una ciudad o su entorno, sino que viaja por todo el archipiélago, llevando la música puerta a puerta. “¿Imaginan los miles de billetes de avión o de barco, las miles de habitaciones de hotel que se gestionan para hacerlo realidad?”, resume, sonriente.
Nació como un sueño. El del exministro y expresidente de Canarias Jerónimo Saavedra que, en un momento en el que España todavía se desperezaba de 40 años de dictadura, fantaseó con poder ofrecer a sus vecinos aquellos espectáculos musicales de los que pudo disfrutar él siendo estudiante en Alemania o Italia y peleó para que su idea tomara cuerpo. Gracias a su empeño, casi todas las leyendas de la música clásica del último medio siglo han pisado las islas. De directores como Riccardo Muti o Daniel Barenboim a las estrellas del momento como Lang Lang. La nómina es tan larga que resulta casi increíble. Saavedra, fallecido el pasado noviembre, no podrá participar de este aniversario, que ayudó también a diseñar, implicándose en la edición de un libro que recoge algunos de los mejores momentos de estas cuatro décadas, a las que Perdigón pone cifras: “Alrededor de un millón de asistentes a los conciertos y más de 20.000 músicos”. La consejera de Cultura de Canarias, Migdalia Machín, reconoce: “Su pérdida nos ha dejado huérfanos; estamos estudiando la manera de ligar el nombre de Saavedra al festival para siempre”. Un homenaje sentido y necesario para el padre de un festival que Machín define como el medio por el cual “Canarias y el resto del mundo se sostienen la mirada”.
“Una persona que haya disfrutado de todos o casi todos los conciertos del FIMC en estos 40 años habrá sido testigo presencial de parte importante de la historia reciente de la música clásica”Jorge Perdigón
Cercanía y mecenazgo
Carlos Kleiber, uno de los mejores directores de orquesta de todos los tiempos, no se prodigaba demasiado. Ni viajes ni grabaciones en exceso. Pero al festival de Canarias sí acudió. Compartía charla y asiento trasero del coche que lo transportaba del hotel al auditorio con un músico y uno de los organizadores cuando rompió a reír. Y se percató de que el chófer no se unía a sus carcajadas. El conductor no entendía alemán, adivinó Kleiber, así que se dispuso a traducirle la anécdota que había motivado sus risas. “No es necesario, maestro”, le advirtió el gerente. “O nos reímos todos o no se ríe nadie”, le respondió Kleiber. Jorge Perdigón recupera la anécdota para ilustrar cómo gracias a la presencia cercana de las mayores estrellas, a su humildad y proximidad con el público, la relación de los canarios con la música se ha estrechado tanto que sienten el festival como una parte inmanente de sí mismos. Son conscientes de convivir cada invierno con la flor y nata de la disciplina.
Un tipo de éxito que, indica Perdigón, entraña a la vez un riesgo: “Caer en la rutina”. Por eso mantienen la sana ambición de conseguir nuevos objetivos con la celebración de cada edición. Al mecenazgo del festival, por ejemplo, se le debe la creación ex profeso de medio centenar de obras de los mejores compositores del globo en estos años. Cada curso, el 40% del repertorio programado (o más) es inédito. Y casi la mitad de los intérpretes involucrados son autóctonos del archipiélago o residentes en él, para impulsar el arte local. ¿Se puede aspirar a más? Sí, responden con contundencia. La lista de deberes que se ponen es grande: “La incorporación de formaciones orquestales o solistas que debuten en la programación, como ocurre este año con la Filarmónica de Bergen (Noruega), de la que fue titular el mismísimo Edvard Grieg”. O, sobre todo, la conexión con nuevos públicos, más jóvenes, para seguir creciendo: “Con una media de ocupación por concierto del 90%, tenemos la oportunidad de invertir el 10% restante en el futuro. Animamos a jóvenes a acudir a nuestros conciertos gracias a precios simbólicos en las entradas, con descuentos de hasta un 65% o tarifas de tres euros para estudiantes de música”, explica Perdigón.
Talento femenino
La “democratización de la cultura”, como lo define la consejera Machín, pasa también por prestar especial atención al papel de las mujeres, una mirada que, dice, cobra una importancia especial en una edición que “contará con directoras como Alondra de la Parra o Kristiina Poska, la interpretación de obra de compositoras como Florence Price y, por supuesto, con solistas brillantes como Alexandra Dovgan y perfiles mixtos como Julia Fischer, solista y directora de la Academy of St. Martin in The Fields (Londres)”.
De la joven prodigio Dovgan dice Perdigón que es “un caso poco habitual. Una pianista que, a pesar de su edad, 16 años, lleva tiempo proponiendo recitales con una calidad y madurez incomprensibles”, apunta. “En sus manos, un concierto como el de Piano de Grieg, con una orquesta como la de Bergen detrás, especializada en la obra del maestro noruego, vamos a poder disfrutar de un hito extraordinario”.