Jordan Peele, la tormenta perfecta del cine de terror: “No creo que pueda hacer una película sin elementos de miedo”
El director estadounidense estrena en España ‘¡Nop!’, en la que combina su pasión por los filmes de extraterrestres con una crítica a la forma en que se consume espectáculo
Primero fue una familia supremacista blanca que secuestró y sometió al novio de su hija. Después fue el turno de unos clones que acosaron y atacaron a una familia mientras veraneaba. Ahora el peligro viene desde arriba y se esconde tras las nubes. Son las tres amenazas que el cineasta neoyorquino Jordan Peele (Nueva York, 43 años) ha puesto en el centro de las tres películas que ha dirigido —Déjame salir (2017), ...
Primero fue una familia supremacista blanca que secuestró y sometió al novio de su hija. Después fue el turno de unos clones que acosaron y atacaron a una familia mientras veraneaba. Ahora el peligro viene desde arriba y se esconde tras las nubes. Son las tres amenazas que el cineasta neoyorquino Jordan Peele (Nueva York, 43 años) ha puesto en el centro de las tres películas que ha dirigido —Déjame salir (2017), Nosotros (2019) y la que se estrena este viernes, ¡Nop!— y que expresan bien su ideario como director: una tormenta perfecta de terror, espectáculo, humor y guiños a la comunidad negra. Y que le ha valido para debutar siempre en lo más alto de la taquilla estadounidense, algo que nadie había conseguido con tres historias originales, escritas por él mismo.
En su nueva propuesta, Peele combina su pasión por el cine de extraterrestres con una crítica a la forma en que se consume espectáculo. Y para ello se va hasta los orígenes del cine, punto en el que aprovecha para ensalzar el legado menos visible de la comunidad negra en este arte. Los protagonistas son dos hermanos descendientes del llamado primer actor de la historia del cine: el jinete afroamericano que figuró en la secuencia de fotografías utilizada por Eadweard Muybridge para crear una película en la década de 1870. Varias generaciones después viven en su rancho, en el que crían y preparan caballos para cine y televisión. Pero la llegada de los cromas y los efectos visuales ha dejado su negocio en horas bajas, como les ocurre a otros tantos artesanos del mundo del cine. Y por si fuera poco con su situación económica, los hermanos (interpretados por Keke Palmer y Daniel Kaluuya) tendrán que lidiar con algo que les acecha desde las nubes.
“Cuando escribí esta película [durante la pandemia] sentí que estábamos en medio de un mal milagro. No sabía muy bien lo que significaba, pero sentía como si de alguna manera el mundo estuviera roto. Y de muchas maneras distintas”, cuenta Peele enfundado en ropa colorida en una entrevista por videoconferencia. “Me centré sobre todo en la idea de ofrecer un espectáculo, algo que atrajera a todo el mundo, independientemente de cuál fuera la trama. Y, a medida que continué creando la historia, se convirtió en una acusación sobre la manera en que consumimos espectáculo”. Lo hace de manera metafórica, porque para los protagonistas la prioridad pasa antes que nada por intentar grabar lo que ocurre en el cielo, para demostrar que algo pasa. Y después ya se buscará la solución.
El público todavía no sabe exactamente qué esperar de mí, lo que es bastante emocionante”
Para lanzar esta comparación, Peele recurre a los ovnis. Primero porque le entusiasman: “El legado de estas películas es en realidad demasiado escaso para mi gusto. Siempre quiero más”. Y, en segundo lugar, porque los considera una entidad ideal: “Lo que me gusta de los ovnis es que son una especie de máscara perfecta con la que podemos proyectar muchísimas teorías sobre lo que hay dentro. Y eso en sí mismo es un motor de terror perfecto. Es en lo que se basan Michael Myers y la película Halloween. Si ofreces esa pizarra en blanco, el público hará el resto del trabajo para proyectar detrás su peor pesadilla. Pero también es importante darles la promesa de que en algún momento van a averiguar qué hay tras esa cortina. Por eso quería hacer una película de ovnis. Y luego, por supuesto, también quiero sorprender al público”.
El cineasta quiere demostrar que el cine de terror puede ser una perfecta vía de denuncia social, como ya hizo también con Déjame salir o Nosotros, y plantea más cuestiones sobre la mesa. Además del racismo y el morbo en la industria, también están presentes la explotación infantil o el maltrato animal, que subraya con la presencia de un niño asiático y un mono durante una secuencia. “Ninguno de ellos debería haber estado allí. Y esa es la parte principal. Pero el asunto es mucho más profundo. Hay conexiones entre el uso de primates en el cine y la propia historia del cine. Y con películas como King Kong, que es sobre el espectáculo en sí mismo, e incluso 2001: una odisea del espacio, que es sobre la evolución de la humanidad y lo que está por venir”, explica el cineasta.
La lista de títulos que han influido en Peele a la hora de crear ¡Nop! es tan considerable que el propio director admite que “ver cómo el público las identifica y teoriza es una de las partes más divertidas” de su trabajo: Tiburón, The Host, Señales, Encuentros en la tercera fase… Confiesa que “en ese sentido, una película que no ha recibido suficiente crédito es Mulholland Drive, de David Lynch, porque es una sátira de terror perfecta sobre Hollywood. Pienso que es perfecta”. Incluso hay espacio para homenajear la obra de animación japonesa Akira, que cataloga como “el manga más grande” que se haya creado: “El anime posee una manera de narrar muy especial. Tal vez sea por la ambición de sus historias y la confianza con la que el manga y el anime crean nuevos mundos”.
Me sorprende que mucha gente esté tratando de averiguar por qué pongo ese altavoz a la gente negra con películas de terror”
Y aunque a la hora de dirigir, Peele bebe de películas de otros géneros, él siempre tuvo claro que quería hacer películas de terror. “Es una extraña adicción, supongo. No sé por qué. En realidad diría que no creo que pueda hacer una película sin elementos de miedo. Y que no se base de alguna manera en la realidad, que es aterradora y divertida. Y cuando incluyes imágenes de pesadilla, para mucha gente se convierte automáticamente en terror. Y yo amo el horror, así que en cierto modo doy la bienvenida a que mis películas se clasifiquen bajo ese nombre”.
Pese a sumergirse en el terror, el neoyorquino siempre busca innovar con sus historias, todas dispares entre sí, aunque comparten su crítica al racismo y sus loas a la comunidad negra. “Sospecho que el público todavía no sabe exactamente qué esperar de mí, lo que es bastante emocionante. Y he recibido una gran cantidad de amor y apoyo a lo que estoy haciendo. Pero me sorprende que mucha gente esté tratando de averiguar por qué pongo ese altavoz a la gente negra con películas de terror. Es lo que está resonando, y no creo que haya una conclusión única sobre mi trabajo que tenga completo consenso. Excepto en que parece que la gente está interesada”.