Secun de la Rosa sobrevive a su primera película

El actor y dramaturgo paga un peaje emocional por su debut como realizador en tiempos de pandemia. El rodaje de ‘El cover’ se pospuso varias veces y su director acabó hospitalizado con coronavirus

Secun de la Rosa, actor y director, estrena 'El cover', su primera película. En el vídeo, el tráiler de esta.Vídeo: Santi Burgos

Los decorados duraron una semana en pie. Apenas hizo falta un puñado de operarios para acometer el desmontaje, presenciado con incredulidad por el equipo de El cover, primera producción cinematográfica de Secun de la Rosa. Era marzo de 2020 y el rodaje en Benidorm iba a suspenderse con motivo del primer estado de alarma español. El actor y dramaturgo debutaba en la realización con su particular homenaje a la ciudad levantina —acostumbrada a dige...

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Los decorados duraron una semana en pie. Apenas hizo falta un puñado de operarios para acometer el desmontaje, presenciado con incredulidad por el equipo de El cover, primera producción cinematográfica de Secun de la Rosa. Era marzo de 2020 y el rodaje en Benidorm iba a suspenderse con motivo del primer estado de alarma español. El actor y dramaturgo debutaba en la realización con su particular homenaje a la ciudad levantina —acostumbrada a digerir el fracaso― y constató que el filme compartiría destino con sus protagonistas, imitadores desnortados y cantantes frustrados. Como ellos, El cover hizo por salir adelante y se estrena este viernes 23, pero De la Rosa recuerda el proceso con cierta amargura: “Me vi con 50 años, habiendo sobrevivido al barrio, a las drogas, a la crisis del sida, y con una ópera prima congelada”.

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Cuatro meses después el director podría volver a agarrar la claqueta, pero no en Benidorm, donde la fiesta intempestiva había dado paso a una legión de locales cerrados, sino en Madrid. Como resultado de aquel traslado forzoso, algunas secuencias incompletas quedaron descartadas en el montaje, mientras que otras se filmaron con disimulo, persiguiendo ráfagas de salitre y gris hormigón. A la logística propia de un musical como este —negociar los derechos de las canciones, contratar a una banda o grabar la voz en directo— se añadían las nuevas normas sanitarias, que todavía pocas producciones españolas habían tenido que enfrentar. Hubo bajas entre el personal, pero los que se quedaron cogieron impulso. “Comenzó a crearse una conciencia grupal de que debíamos acabar el proyecto como fuese. La productora creía en él y luchó mucho”, rememora De la Rosa.

“Con el rodaje le di una oportunidad a gente sin nombre que conozco del teatro, grandes profesionales que tras el parón del confinamiento domiciliario no pudieron reengancharse”, prosigue. Superado el trauma inicial, y con la película en la sala de despiece, el autor comenzó a respirar tranquilo. “Soy como Giulietta Masina en Las noches de Cabiria [1957] de Fellini, siempre pienso que mañana llegará otro amor, otra canción, y seremos felices. Así que me recuperé”, bromea el director. Hasta que el coronavirus lo zarandeó con fuerza, causándole una neumonía bilateral, bajos niveles de saturación de oxígeno y finalmente la hospitalización. En la cama de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid se sintió presa de un sueño fantasmagórico. “Veía por televisión a toda esa gente de botellón, reclamando libertad, mientras a mí me pinchaban heparina”, evoca.

Con el rodaje le di una oportunidad a gente sin nombre que conozco del teatro, grandes profesionales que tras el parón del confinamiento domiciliario no pudieron reengancharse

Tras el ingreso vinieron otras dos semanas de aislamiento domiciliario que terminaron hace menos de un mes. El patógeno le ha impedido defender El cover en el festival de cine de Málaga, cuyas proyecciones inauguraba. Allí su película se encontró desamparada por segunda vez, sin que él pudiera remediarlo. Tal vez la acumulación de vicisitudes se intuya en su factura, pero De La Rosa saca pecho del resultado: “Hemos pasado mucho juntos, ahora la miro y descubro destellos y honestidad. Podría odiarla, sacarle defectos, pero la amo, como ama Rosemary a su bebé en La semilla del diablo [Roman Polanski, 1968]. Pese a que sea satanás, ella quiere mecerlo porque es su criatura. Mi película también tiene los ojos rojos, pero tengo que cuidarla”. Por parte de sus colegas de oficio ha recibido unos parabienes que le alivian a ratos.

Álex Monner y Marina Salas en 'El cover', primera película de Secun de la Rosa.Nadie es perfecto

Se diría que hay algo del director en Dani, el indeciso protagonista de El cover que viste la piel de Àlex Monner. Este camarero con ínfulas de imitador y cantante, al que eclipsa una Amy Winehouse de palo (Carolina Yuste), convive en silencio con el temor al fracaso. “He tenido que luchar contra mí mismo para llevar esta película a buen puerto, combatir mi miedo a recibir críticas negativas o al rechazo”, declara De la Rosa. “Metafóricamente, llevo siempre puesta la camiseta de que me quieran y me abracen, pero esta vez no podía pedir permiso. He vivido mucho tiempo en un mundo de autogestión y proyectos pequeños, un mundo que se muere. Richard Donner, Raffaella Carrà y el tercero en decir adiós debería ser yo. Mi siguiente película será fiel a toda esa tradición, quiero llevar alguna de mis obras de teatro a la pantalla, que luzcan los diálogos”.

La mutilación de algunas secuencias ha podido afectar también a la caracterización de los personajes y su psique, reconoce De la Rosa, pero a cambio la ficción ofrece chispa y originalidad. Aunque lejos de la crítica social, El cover no esquiva la precariedad con la que bregan sus protagonistas en una ciudad jaranera, donde la noche y el día circulan por carriles contrarios. El filme está dedicado a los artistas anónimos que, ajenos a la industria, caldean el ambiente de bares y teatros. Su director se apoyó en los vecinos con el objetivo de seleccionar las localizaciones predilectas, a veces rincones oscuros que él dignifica. “Me ha conmovido Benidorm, por eso me di cuenta de que debía fotografiarla de la forma más bella posible, respetándola”, defiende De la Rosa. “Es una ciudad a la que le sucede lo mismo que a los locales de toda la vida de Madrid —Chicote, por ejemplo—, frecuentados por gente mayor y otros más jóvenes sin prejuicios. Me parece una mezcla genial”.

Parece que el creador puede por fin bajar la guardia. “Ya no hay nada más que pueda torcerse, estoy agotado, siento que lo que necesito es descansar”, manifiesta. Los recuerdos del hospital le asaltan por momentos. Confiesa que ha pensado muchas veces en su compañero de habitación, internado por las mismas razones que él. Aunque no se intercambiaron ningún número de contacto, el otro enfermo, opositor, le señaló en un mapa la biblioteca donde suele estudiar. “Estaba más malito que yo, estoy esperando para cerciorarme de que ya ha recibido el alta y en unos días pasaré por allí a saludarle. Quizá mi otro yo, anterior a esta pesadilla, no se lo habría planteado”, asegura. Pero es que Secun de la Rosa ha sobrevivido a su primera película. Y vendrán más.

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