_
_
_
_
MÚSICA

Billy Bragg: “Las burradas de Boris Johnson cuestan vidas”

El cantautor, activista de la izquierda británica desde los setenta, publica 'Las tres dimensiones de la libertad', breve ensayo político sobre los fundamentos de este derecho fundamental

Billy Bragg, en el festival de folk de Newport  (Estados Unidos), en 2017. 
Billy Bragg, en el festival de folk de Newport (Estados Unidos), en 2017.  Jacob Blickenstaff
Xavi Sancho

Una de las primeras entrevistas que concedió Billy Bragg (Barking, Reino Unido, 1957) tras la publicación de su libro Las tres dimensiones de la libertad (Nuevos Cuadernos Anagrama) fue en la BBC. Al llegar a los estudios de la cadena en Londres, vio la estatua de George Orwell que preside la entrada y reparó en la frase del autor que la adorna: “Si la libertad significa algo, será sobre todo el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír”.

Sobre esa misma cita había trabajado él en su obra, un volumen de 96 páginas que construye los fundamentos de la libertad en el siglo XXI a partir de tres elementos: franqueza, igualdad y responsabilidad. “Inmediatamente pensé que aquello estaba equivocado. Nadie quiere oír que dos más dos suman cinco. Eso es un argumento para tomarse licencias, libertades, no para la libertad, demonios. Ojalá hubiese caído en eso cuando estaba escribiendo el libro”, apunta Billy Bragg al teléfono desde su casa, en referencia a otra cita del propio Orwell, aquella incluida en 1984 y que trata sobre el peligro de asumir que dos más dos son cinco simplemente porque lo dice el líder. Según el autor de Rebelión en la granja, eso da más miedo que ver las bombas caer. “La libertad es como un río, fluye y debes pensar desde la perspectiva de todos para sumarlos a esa idea. No se puede tener una visión monolítica de la libertad, decirle a la gente lo que es y que si quieren se unan y, si no, que se queden fuera y no molesten”, recuerda el músico, que ha construido una carrera hablando en cada momento de lo que sucedía entonces y envolviéndolo en un sonido que pudo suceder en cualquier momento.

Cuenta Bragg que, sin la llegada al poder de Trump, este libro no hubiese sido posible. Con él, todos los desajustes sobre corrección política, libertad individual, comunidad, solidaridad o falta de ideología que aborda el volumen se han convertido en asuntos candentes, más que nada porque el inquilino de la Casa Blanca ha logrado desajustarlos de la forma más ruidosa posible. El ensayo arranca denotando la influencia del filósofo y economista austriaco Friedrich Hayek en el advenimiento del neoliberalismo. Desde ahí, traza el relato de cómo las élites que lucharon hasta dejar atrás el mundo que se regía por los principios keynesianos rompieron la baraja de lo que son las libertades precisamente enarbolando la bandera libertaria. “La suya es una libertad solo individual. La libertad de decir lo que queras, cuando quieras, a quien quieras. Eso no es libertad, eso es el Twitter de Trump. No quieren que les critiquen, solo vomitar lo que desean. La más peligrosa forma de libertad es la que está basada en la impunidad, en no ser responsable de lo que haces o dices. En Boris Johnson y en Trump tenemos dos casos de personas que no ha tomado ninguna responsabilidad nunca por nada, ni en la vida privada ni en la pública. Son tiempos peligrosos cuando estos dos personajes están en el poder”, que recuerda una frase que dijo Johnson antes de ser Primer Ministro como ejemplo de concepción no solo errónea, sino aterradora de lo que es la libertad si le extirpas el concepto de responsabilidad. “Declaró que su frase vital era: ‘Quiero tener mi pastel y comérmelo’. Es lo más peligroso que haya dicho. Quiere romper las reglas y hacerlo siempre que le apetezca. Por eso tenemos el mayor índice de fallecidos por la covid-19. Estas burradas cuestan vidas”.

Bragg también responsabiliza a quienes votaron por Johnson. Entiende que, entre seguir igual o el caos, muchos optaron por el caos, pero hay que ser consciente de lo que puede significar ese caos. “La gente habla mucho de inmigración y de cómo dicen que se han destruido las comunidades. Se quejan de que jamás votaron por eso”, añade el cantante, autor de otro panfleto donde pedía la abolición de la Cámara de los Lores. “Votaron a Thatcher. Ella destruyó las instituciones sociales y se aseguró de calentar el mercado inmobiliario. Pasará lo mismo con quienes votaron por el Brexit porque querían menos inmigrantes. ¿Qué pasará cuando el Gobierno negocie un tratado comercial con India o China? Lo primero que pedirán será más visados para sus nacionales. Votaste Brexit porque te molestaba el fontanero polaco y ahora vas a tener más chinos e indios. Y cuando eso pase, vendrás y dirás: ‘¡Yo no voté por esto!”.

Activista de la izquierda británica desde los setenta, el autor de A New England trata de ajustarse a la cambiante actualidad, aceptando, entre otras cosas, que ya no es el momento de los suyos, de los que en la segunda mitad del siglo XX lucharon contra los fascistas cargados de ideología y canciones de The Clash. A los jóvenes los escucha con pudor. Es consciente de ciertos privilegios asociados a su condición de hombre blanco heredero de un Imperio. Eso sí, a los rivales de su generación, como Morrissey, los sigue combatiendo. “Tuve un intercambio interesante de opiniones con él el año pasado. Tiene el derecho a decir lo que quiera, pero no tiene derecho a que no le critiquen por eso. Luego, cuando se les llama racistas o fascistas por sus opiniones, se enfadan. Ahí está el problema”.

Morrissey, en cierto aspecto, pertenece a esa élite que hoy afirma sentirse liberada para decir lo que cree tras años subyugados por la corrección política y la izquierda buenista, olvidando que, antes y ahora, el poder, el dinero y los medios para decir y hacer lo que les plazca ha sido y es suyo. A Bragg siempre le han interesado más los que no tiene el poder. Acepta que en el siglo XXI hablar de ideologías puede resultar complicado, cuando las causas por las que luchar se han vuelto monotemáticas: raza, género, ecología. “Pero aún creo en la conciencia de clase como ideología”, confiesa.

Durante el confinamiento, Bragg ha escrito canciones infantiles. “Hice un tema para nuestra nieta basado en su libro favorito, Vamos a cazar un oso. La grabé y se la mandé. Luego la subí a YouTube. A la gente le encantó. Así que hice otra, ahora sobre un libro titulado El tigre que vino a cenar. Y a la gente le encantó también. Así que me paso el día buscando libros infantiles sobre los que pueda escribir canciones. Es una locura, lo sé. Así que no me pidas soluciones para grandes cosas, que acabo de descubrir que he malgastado 40 años de carrera musical”.

Las tres dimensiones de la libertad. Billy Bragg. Nuevos Cuadernos Anagrama, 2020. 96 páginas. 8,90 euros.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_