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PURO TEATRO

Pablo Messiez: “Solo actúa quien tiene voluntad de creer”

El dramaturgo y director publica un libro de poemas y prepara una obra sobre el juicio a Juana de Arco

Marcos Ordóñez
El dramaturgo Pablo Messiez.
El dramaturgo Pablo Messiez.INMA FLORES

Le escuchas hablar y todo evoca un cruce de sueño y presente. Sus obras parecen escritas por hermanos gemelos muy distintos, de tierras lejanas. No sabría contarlas pero no puedo olvidarlas. Como siempre, es una alegría que no me quepa todo: quiere decir que Pablo Messiez rebosa proyectos. Las canciones, una de sus grandes piezas, inabarcable, estrenada en el Pavón, tenía un montón de bolos cuando llegó la pandemia. Una óptima noticia: esa joya de la que escribí “no me parece haber visto nunca nada así en un teatro”, vuelve a estar en gira, en octubre, si el virus nos deja, conjuro obligado para los cómicos. “Y en Cataluña”, añade, feliz, “la haremos en Temporada Alta”.

Hay más motivos de felicidad. También vuelve Los días felices, de Beckett, al Valle-Inclán, donde Sanzol la había programado, con Fernanda Orazi y Francisco Carril, dirigida por Messiez. Pasa luego a hablarme de El texto infinito, y me sorprende de nuevo, porque con él nunca se sabe donde empieza una cosa y acaba otra, o al revés : “Por ahora es un libro de poemas que iba a tener versión escénica, pero ya no estoy tan seguro. Siempre he escrito pensando en estrenar, pero se me abrió ese cuarto al que entraba y cuya puerta decidí dejar abierta. Le envié la cosecha del año a Continta Me Tienes, donde publico; les gustó mucho, y mañana entramos en imprenta”.

El año próximo llegará otro proyecto con el formidable equipo de Las canciones: se llama La voluntad de creer, y parte de la transcripción de un trozo del juicio a Juana de Arco: “Me fascinó cuando le preguntan, en la película de Bresson: ‘¿Y usted cómo sabe que esas voces eran reales?’ y responde ‘Porque tuve la voluntad de creer’. Creo que es muy buena definición de la actuación: solo actúa quien tiene voluntad de creer”. No son compañía, me dice, “pero casi siempre somos los mismos, y los proyectos que hacemos con Jordi Buxó como productor los hacemos con mucho tiempo, a partir de un dispositivo o una acción. La superposición de dos historias o tres puntos de vista, como en El tiempo que estemos juntos. O dedicarnos a escuchar de un modo muy atento, y ver lo que eso provoca en el cuerpo, en Las canciones, donde pasan cosas misteriosas, y el cuerpo se empieza a mover y a conmover”. Un pasaje arrasador: los 18 minutos de Nina Simone versioneando My Sweet Lord y entrando en los cuerpos encerrados.

Y apuntar un proyecto regio que Messiez me adelanta para 2021: “Ibamos a montar en el Grec Farsa: género imposible, un espectáculo que me hacía una ilusión loca: trabajar con Sílvia Pérez Cruz. Fue una de las cosas más lindas que me pasaron. Es una artista impresionante, bestial. Había hecho un disco de canciones propias que se ha postergado para fin de año. Nos llamó a un equipo artístico, y a mí me tocaba hacer la dramaturgia. Por suerte, el proyecto no se ha perdido”.

También reconforta saber, me dice, “que entre tanto duelo hay un futuro que nos está esperando, en algún sitio donde las cosas suceden, y estamos cerca”. Messiez puede mantener la sonrisa mientras habla de lo que da sentido a su vida “como suspendido, y diluido en un futuro que a ratos parece muy borroso”, y es imprescindible tratar de visualizar en el horizonte “el regreso a esa tierra que nos hace felices, al mundo tal como lo conocíamos: el mundo de estar cerca”. De golpe, una intuición formidable: “¿Sabes qué me gustaría? Hacer El zoo de cristal, pero con un Tom anciano. Héctor Alterio sería maravilloso como Tom viviendo desde el presente las historias de su juventud, con su madre…”. No puedo evitar decir: “¡Y Malena Alterio como Amanda Wingfield adolescente!”.

Antes de despedirnos, Messiez me cuenta que empezó a estudiar convencido de que lo suyo era actuar, pero en un taller adaptó un cuento suyo al teatro, En una tarde lluviosa, a los doce años. Y que se formó con maestros como Ricardo Bartís, Juan Carlos Gené y Rubén Szuchmacher. Y que lo primero que dirigió fue una adaptación de Frankie y la boda, de Carson McCullers: “La hicimos en el Fernán-Gómez, en el invierno de 2011, y la llamamos Ahora”. Añade, pensativo: “Me gustaría que el teatro fuera un lugar que nos deje marca en el cuerpo y la memoria, pero que no se pudiera explicar porque al final, el materal con el que trabajamos es el presente. ¿Y quién puede explicar el presente? Es el gran misterio, lo que aún no pasó. Y cuando lo decimos ya ha pasado”. Otro posible acercamiento al teatro de Messiez: una danza que se diría matemáticamente ensayadísima, y a la vez parece flamear ligera como una cometa.

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