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Columna
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Apagafuegos

Los seis capítulos de 'Flack' narran con habilidad los despropósitos de los nuevos ricos

Imagen promocional de Flack. En vídeo, tráiler de la serie.Vídeo: COSMO TV
Ángel S. Harguindey

Scott Fitzgerald declaró en cierta ocasión que odiaba un sistema en el que los más ricos siempre tenían a las mujeres más guapas. Décadas después, los más ricos no solo tienen a las más guapas, las utilizan y las vulneran desde la convicción de la inmunidad que otorga el ser un privilegiado social y económico. El problema, o uno de ellos, es que el derecho de pernada apenas sobrevive en un tiempo en el que las redes sociales difunden al instante cualquier desenfreno. Y ahí están como apagafuegos de lujo las agencias de relaciones públicas. Flack (Cosmo TV), es el paradigma de las mismas.

Los seis capítulos de su primera temporada (ya está prevista una segunda para el próximo año) narran con habilidad los despropósitos de los nuevos ricos: futbolistas, cocineros-estrellas, cantantes, actores de éxito... y las contundentes maniobras de la agencia para defender y ocultar los desmanes de sus representados. El lema es nítido: “sino se sabe no es un escándalo”. Y en eso están las tres protagonistas de la serie, comandadas por una espléndida Anna Paquin (la joven Flora de El piano) que, además, es productora de la serie.

No deja de ser curioso que en uno de los capítulos, la boda de un afamado futbolista que se niega a reconocer su salida del armario, las dos primeras espadas de la agencia alertan a la becaria de que tenga mucho cuidado con “las manadas”. Lo que las protagonistas no sabían es que su labor no siempre es necesaria. La menor de 17 años víctima de la violación múltiple del llamado "caso Arandina" no puede salir de casa por la solidaridad vecinal con los agresores. Al parecer defienden el derecho a la violación.

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