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Columna
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Temporadas

Hay series como ‘El Ala Oeste de la Casa Blanca’, cuyas siete temporadas se hacen cortas, como también las seis de ‘Los Soprano’, las cinco de ‘The Wire’ o los 30 capítulos de ‘Borgen’

Ángel S. Harguindey

Tenía razón Sara Montiel cuando, citando a Einstein, afirmó aquello de que “todo es relativo”. Y así es respecto a las series de ficción y a su número de temporadas. Hay series como El Ala Oeste de la Casa Blanca, cuyas siete temporadas se hacen cortas, como también las seis de Los Soprano, las cinco de The Wire o los 30 capítulos de Borgen, y eso sin meternos en las profundidades de las comedias de situación, en las que superar la decena de temporadas resulta más que frecuente.

Otras, en cambio, no deberían prolongarse más allá de la primera temporada. True Detective es ejemplar: tras una muy aclamada entrega inicial, la segunda y la tercera dejaron mucho que desear. Algo similar pasa con Blindspot, cuyo arranque fue esperanzador y su cuarta temporada bordea el delirio, con protagonistas buenas que se vuelven malas para recuperar el lado luminoso de la vida.

Por su parte, The Blacklist mantiene el tipo pese a emitirse en la actualidad su sexta temporada y estar ya anunciada una séptima, un interés que se sostiene, en gran medida, en ese implacable delincuente y bon vivant que encarna el estupendo James Spader, capaz de asesinar a sangre fría y alcanzar el clímax al degustar un buen vino, todo en la misma jornada.

Si a las dos últimas series se añade la primera temporada de The Enemy Within, se aprecia un denominador común: en las tres, el o la protagonista decide colaborar con las fuerzas del orden a pesar de compartir una procedencia inmediata a lo que Lou Reed calificó como “el lado salvaje de la vida”.

Los buenos guiones e intérpretes son la clave en la duración, como diría Perogrullo.

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