A favor del ‘spoiler’
Si un relato se arruina con un simple 'spoiler', es muy probable que no merezca la pena, que sea un mero argumento de usar y tirar
El destripe a mala fe o por torpeza crónica es deplorable, porque la idiotez es tan dañina como la maldad. Pero, salvando estos casos especiales, aflojemos un poco la histeria, por favor. Si dices que has visto el final de Juego de tronos, tus interlocutores no te dejan ni pronunciar la palabra juego: se tapan los oídos, huyen, te insultan, te tiran piedras y hasta te amordazan y te meten en el maletero del coche.
Este periódico y todos los demás se han llenado de avisos de alertas, lo que llevaba a la paradoja de publicar muchos artículos que el propio diario recomendaba que no se leyeran. Parece que sentarse a ver una serie con un mínimo de información arruina toda la experiencia. Pronto me cruzaré con alguien que me pedirá que no le cuente quién gana en Dunkerque, que quiere descubrirlo por sí mismo, o que le intriga qué pasará con Hitler en el búnker.
A mí nunca me ha importado saber mucho de una historia antes de leerla o de verla. Al contrario, casi lo agradezco, porque seguir un relato solo por su intriga es como ir a un restaurante de tres estrellas Michelin solo para saciar el hambre, diciéndole al chef que te sirva lo que sea rapidito, que estás canino. Lo que menos importa de una buena narración suele ser su trama y su hilo. De hecho, reducida a su sinopsis, no es nada.
Todos los que leemos la Odisea por primera vez sabemos que Ulises regresa a Ítaca disfrazado de mendigo, y aun así gozamos como locos con sus aventuras, que arrastran más spoilers que cíclopes. Es más: si un relato se arruina con un simple spoiler, es muy probable que no merezca la pena, que sea un mero argumento de usar y tirar que va a dejarnos la misma huella que el parte meteorológico.
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