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sillón de orejas
Columna
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Tú, al cielo, y tú, al infierno

La historia de la corrupción política y los escándalos económicos en España empieza ya desde Fernando VII

Manuel Rodríguez Rivero
Psicostasis en la 'Tabla de San Miguel', del Maestro de Soriguerola.
Psicostasis en la 'Tabla de San Miguel', del Maestro de Soriguerola.

1. Psicostasis

En casi todas las escatologías encontramos, con las variantes de rigor, el motivo del pesaje de almas o psicostasis. En el Libro de los muertos, el psicopompo o pesador es Anubis, dios de los muertos, y en la Ilíada es Zeus quien deposita en la balanza los destinos de Aquiles y Héctor. En la iconografía cristiana el honor corresponde casi siempre al arcángel san Miguel, aunque a veces es el mismísimo Cristo —cuya mano (el resto del cuerpo suele quedar fuera de plano) surge de una nube para sostener la balanza— el que está al cargo del pesaje; así ocurre, por ejemplo, en la impresionante pintura Finis gloriae mundi, del siniestro (y genial) Valdés Leal (Hospital de la Caridad, Sevilla), presidida por un peso en cuyos platillos están inscritas las leyendas “ni más” y “ni menos”, como constatación del juicio supremo. En todo caso, una de mis psicostasis favoritas del prolijo programa iconográfico cristiano-medieval es la que aparece en la Tabla de san Miguel, del Maestro de Soriguerola (Museo Nacional de Cataluña), en la que san Miguel y el diablo se disputan (este último haciendo trampa) el destino de los finados. Esto de la psicostasis viene a propósito del juicio de los políticos catalanes presuntamente rebeldes, sediciosos y malversadores que se ha iniciado en el Supremo, y entre los que sigue ausente (en su exilio belga y dorado) el más rebelde, pero menos valiente, de todos ellos. En esta ocasión los presuntos 12 independentistas sin piedad (nueve varones y tres mujeres: ¿para cuándo la paridad en el banquillo de los acusados?) no son jurados, como los 12 hombres (ahí no había damas) de la película (1957) de Sidney Lumet, sino acusados. Y esta vez el psicopompo, encargado de juzgar y emitir sentencia con ayuda de otros seis jueces, tras escuchar a acusados, abogados y fiscales e incluso la tonitronante voz de Vox (a cuyo representante se le hinchan las venas del cuello, como al mártir José Antonio), será el controvertido juez Marchena. Bueno, ahora toca paciencia y a barajar, y a ver de qué lado se inclina la balanza del Estado de derecho.

Mientras tanto, en un país en el que lleva camino de judicializarse hasta la respiración (por no hablar de la inspiración, y hasta la transpiración), continúan otros procesos contra defraudadores, estafadores y corruptos que también preocupan a los españoles, y que tienen su historia más o menos reciente. En La corrupción política en la España contemporánea (Marcial Pons), un volumen colectivo dirigido por Borja de Riquer, Joan Lluís Pérez Francesch, Gemma Rubí, Lluís Ferran Toledano y Oriol Luján, se recogen las intervenciones del Primer Congreso Internacional de Historia de la Corrupción Política en España (siglos XIX-XXI). De temática y enfoque multidisciplinares, se estudian corrupciones y escándalos económicos (algunos afectaron a la monarquía), financieros, administrativos, judiciales o políticos, componiendo el conjunto un fresco bastante instructivo —desde Fernando VII hasta anteayer— de esas deliciosas actividades extractivas o fuleras de nuestras siempre estupendas clases dirigentes.

2. Los nuestros

Le robo el titulillo al libro de entrevistas de Luis Harss con los escritores del boom (1966; reedición en Alfaguara, 2012) para hablar de sendos libros de o sobre dos de los poetas del siglo XX más influyentes. La herencia de Antonio Machado (1939-1970), de Jesús Rubio Jiménez (Universidad de Zaragoza), aparece con motivo del 80º aniversario (el próximo jueves) de la muerte del poeta en el exilio; en él se examina la repercusión (incluyendo apropiaciones, críticas, controversias) que su personalidad y su obra suscitaron entre los españoles del exilio y del “interior” durante la dictadura. Por otra parte, Biblioteca Nueva ha reeditado Impresiones y paisajes, el primer libro de Federico García Lorca (edición de Jesús Ortega y Víctor Fernández), con ocasión del primer centenario (1918) de su publicación. Por esas casualidades de la vida cultural (o quizá no lo sean tanto), el libro, compuesto por artículos e impresiones viajeras del entonces jovencísimo FGL, me llegó el mismo día que el anuncio, en una casa de subastas madrileña, de un lote de la primera edición (en la imprenta tipográfica P. V. Traveset, SA) del mismo libro, anunciado en catálogo como “edición no venal de extrema rareza”. El precio de salida del libro en la subasta es de 1.700 euros; compárese con el de la “edición conmemorativa” de Biblioteca Nueva a 20,90 eurillos (también existe una edición de 1994 en Cátedra a 11,15). El Lorca de antes de Lorca al alcance de todos los bolsillos.

3. Gurú

Michiko Kakutani ha sido una de los más influyentes gurús literarios de la anglosfera en el último medio siglo. Durante los años en que ejerció como crítica-jefe de The New York Times (1983-2017), sus veredictos destruían o creaban reputaciones (David Foster Wallace o George Saunders, por ejemplo), y sus frases elogiosas eran las más buscadas para incluir en los paratextos de las novedades. La muerte de la verdad (Galaxia Gutenberg), escrito tras su jubilación, es un ensayo —con su punto de ira y desdén— acerca de las muchas caras contemporáneas de la posverdad, con Trump como pretexto. Un libro importante y ameno que da mucho que pensar.

4. Dios

No me resisto a transcribirles una definición de Dios que aparece en el antológico Ideario Aira, de Ariel Magnus (Literatura Random House), una especie de diccionario-introducción a la obra de César Aira. Ahí va: “Exoedro [sic] de cartón con patas de araña y peluca rubia, de unos cuarenta centímetros de alto. Sus largas patas negras y delgadísimas cuentan con un sistema de resortes que le permite dar saltos de por lo menos ocho metros. El cuerpo del bicharraco, al golpearlo, suena hueco”. Puro Aira, y que Dios nos perdone.

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