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Entre creadores y creativos

DIDAC aúna en Santiago de Compostela el diseño y el arte contemporáneo huyendo del cubo blanco y buscando espacios intermedios de diálogo

Vista de la exposición 'Exenta', del estudio de diseño Cenlitrosmetrocadrado, en el DIDAC.
Vista de la exposición 'Exenta', del estudio de diseño Cenlitrosmetrocadrado, en el DIDAC.Roi Alonso

En el actual mapa del arte contemporáneo en Galicia, donde la política cultural se confunde con la politización de la cultura, un proyecto como DIDAC es como una balsa de agua. Tiene vocación pública aunque se realiza independientemente de los poderes públicos y del amparo de una entidad o institución de poder. “Un proyecto realizado desde la militancia cultural”, dice su director, David Barro. Este crítico de arte y comisario, antiguo director de la Fundación Luis Seoane, de la que dimitió en 2016 por injerecias políticas, es un corredor de fondo y un gestor de raza. Desde que puso la cabeza tras la dirección de la revista Arte y Parte, en el cambio de siglo una de las referentes, ha ido encadenando proyectos editoriales hasta llegar a Dardo, que dirigió hasta el 2014, y que hoy es la empresa fundadora de DIDAC.

La idea, como en Dardo, es ayudar a vertebrar el sector artístico y creativo gallego con el contexto ibérico y atlántico, dando respuesta a sus necesidades y huyendo de las formalidades habituales del concepto de “institución”. La que Barro tiene en la cabeza es más flexible que la de un museo y más dinámica que la de un centro de arte y, aunque roza el epígrafe de alternativo, DIDAC es más bien una alternativa a lo alternativo, o lo que es lo mismo, un espacio intermedio, de esos que tanto escasean en el territorio español.

DIDAC funciona como una institución satélite capaz de orbitar en torno a otras instituciones, tendiendo la mano a colaboraciones que permitan fortalecer un contexto artístico dañado por la crisis, sobre todo, política. Uno es el modo de trabajar y entender la escala, menos megalómana y más real, capaz de conectar con el público alejándose de micropoderes locales. DIDAC tiene en Santiago de Compostela una sede de 480 metros cuadrados donde transcurre una programación de exposiciones constante, aunque el programa se desarrolla en paralelo en otros espacios, fruto de colaboraciones puntuales y de la oportunidad de salir fuera de los circuitos oficiales. Appleton en Lisboa es uno de esos lugares, uno de los más activos en la ciudad y una suerte de delegación de DIDAC en Portugal. Hasta ahora han pasado por ahí Misha Bies Golas, Victor Mejuto, Ângela Ferreira, Alain Urrutia o Manuel Eirís, artistas volcados en la pintura, el tema sobre el que más ha indagado David Barro. El paso siguiente, que se estrena este enero de 2019, es abrir un programa de residencia para creadores o creativos, que inaugura la artista canaria Laura González Cabrera.

Otro hecho distintivo es el interés de este proyecto por fusionar dos áreas cercanas pero que suelen vivir aisladas, el diseño con el arte contemporáneo, algo que en el norte de España no existe pese a la gran tradición de proyectos de diseño ibérico tan conocidos como Sargadelos. De ahí que DIDAC colabore con la Agencia Galega de Innovación en el programa de Diseño para la Innovación 2020, el programa internacional Design4Innovation y este año participe como entidad colaboradora de la Porto Design Biennale. No hay complejos aquí de traspasar áreas que se presuponen cerradas de antemano y seguramente ésa sea su mayor virtud. Ése es el juego: cruzar de un campo a otro sin apenas distancias, de una exposición de la mítica máquina de escribir Olivetti al último trabajo del artista Juan López. De ese desfase atemporal hablamos con David Barro.

¡Recordo¡, exposición de Misha Bies Golas en Appleton Square, Lisboa.
¡Recordo¡, exposición de Misha Bies Golas en Appleton Square, Lisboa.

Abrir un espacio artístico es, como poco, complicado ya no sólo por logística de espacio sino por costes económinocs. Empecemos por ahí. ¿Cómo se financia?

DIDAC se financia mayoritariamente a partir de donaciones y patrocinios. También es importante el apoyo de la Diputación de La Coruña dentro de su programa de subvenciones a fundaciones, que es por concurrencia competitiva. No tenemos ningún otro apoyo, ni por parte del Ayuntamiento ni por parte de la Consellería de Cultura de la Xunta de Galicia, aunque lo hemos intentado y entendemos que sería lógico por el activo trabajo que realizamos. En menor medida, realizamos ediciones, proyectos o producciones específicas con artistas como hacen muchas instituciones. Una de nuestras intenciones es llegar al mundo de la empresa, aunque queríamos hacerlo con algo de camino realizado, habiendo hecho visibles nuestros objetivos. En 2019 comenzaremos a trabajar en esa línea de búsqueda de colaboración, aunque ya contamos con una serie de apoyo de empresas y mecenas particulares.

¿En qué modo un espacio ubicado en Santiago de Compostela habla del contexto artístico gallego?

Entendemos que cualquier actividad creativa debe presentar unos atributos o señas de identidad que la definan: Galicia, el contexto ibérico y su eje atlántico, son los nuestros. De ahí que hayamos prestado especial atención a Portugal con exposiciones de artistas como João Louro o Ângela Ferreira o diseñadores como Miguel Vieira Baptista y, por supuesto a Galicia, con programas específicos como el Proyecto Arteria Galicia, en el que destaca el ciclo “Galicia. Un século de creación. 1916-2016”, que consiste en una serie de conferencias que en muchas ocasiones celebramos fuera de nuestra sede convencidos de que la transmisión de conocimiento es necesaria para posibilitar la creatividad entre generaciones y poner en valor las diferentes expresiones culturales, en este caso en el ámbito del arte, el diseño y la arquitectura pero también de la música, la moda o el cine.

Parte de los objetivos es crear un archivo sobre la producción que se hace en Galicia desde el arte y el diseño.

Sí, en esa línea desde Fundación DIDAC estamos construyendo un archivo en constante actualización, por un lado digital, arquivodidac.gal, que está formado a partir de una selección de jóvenes artistas, diseñadores, arquitectos, cineastas, músicos y otros agentes culturales, y por otro físico, capaz de reunir informaciones primarias, catálogos, revistas, carteles, fotografías y libros de artistas que contribuyen al estudio del diseño y del arte contemporáneo en Galicia en los últimos cincuenta años. Las publicaciones, casi siempre en colaboración con la empresa fundadora Dardo, también juegan un papel fundamental. Caminamos despacio, pero con paso firme.

¿Es precario el trabajo en arte?

Para algunos no, pero sí para la mayoría. Hemos retrocedido décadas atrás y la situación de los artistas es insostenible. Ahora gozamos de infraestructuras que no había en los años ochenta, aunque vacías de contenido y con programaciones incoherentes o poco rigurosas; eso no es tener un contexto. En los ochenta había un contexto más fuerte, con más expectativas y los artistas podían vivir de la venta de su trabajo. Por supuesto, el trabajo en arte es más precario que cuando yo comenzaba a finales de los noventa.

¿Cómo es su relación con el contexto gallego?

Fundamental. La verdadera razón de la existencia de Fundación DIDAC es fortalecer un contexto como el gallego, cada vez más débil y más abandonado, donde el cierre o descomposición de un museo se está convirtiendo en algo habitual. El ecosistema del arte en Galicia se ha desquebrajado, no existe una política seria respecto a las artes, las instituciones que deberían representarnos no lo hacen y se han tornado caducas y cómplices de la inacción política.

¿Vislumbra cómo solucionar ese problema?

Vivimos momentos donde la altura de miras de nuestros políticos es muy baja y la cultura no está entre sus prioridades. Por supuesto, hay excepciones, pero muy pocas. Pero se puede trabajar en arte sin intervención política. El contexto artístico gallego necesita regenerarse y reconstruirse a partir de acciones y espacios de una escala menor pero que tengan en el rigor y la independencia cultural su campo de acción. Tenemos que ser más rápidos que nuestra propia burocracia y necesitamos instituciones flexibles que nos ayuden a lograrlo.

¿Sufre el mundo del arte de megalomanía?

Creo que si de algo sufre el mundo del arte es de mirarse demasiado el ombligo. Considero absolutamente necesario acercarse más a otros sectores como el diseño, la artesanía o la arquitectura y estar muy atentos a sus logros y pensar retos comunes. En ese sentido nació Drift. Miradas cruzadas entre diseño y arte contemporáneo que acabo de comisariar y que será la última exposición que podremos ver en el MAC de A Coruña.

¿Qué problemas graves diría que tiene ahora mismo el trabajo en arte?

La precariedad y la falta de respeto por el trabajo de los artistas. Hemos pasado de provocar irritación entre quienes no comulgaban con el arte contemporáneo a provocar indiferencia.

¿Es posible hablar de arte escapando del mundo del arte?

Por supuesto. Uno de los mayores privilegios de trabajar en el ámbito cultural es poder hablar con los creadores acerca de sus propias obras y conocer de primera mano sus inquietudes.

Ha liderado en varias ocasiones varias publicaciones sobre arte. ¿Qué estado de salud tiene la crítica?

Es indudable que la crítica ha perdido peso, pero continúa siendo imprescindible, aunque seguramente de otra manera: ahora no cumple tanto la función de legitimar sino la de visibilizar y seleccionar ante el ruido ensordecedor de las redes sociales. Y esa función continúa siendo absolutamente clave.

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