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El documental ya no es aburrido

El Festival de Cinema de Menorca analiza las causas y el origen de la expansión de los contenidos de no ficción en los últimos años y por qué las series documentales triunfan entre los espectadores

Tráiler de 'Muchos hijos, un mono y un castillo'.

Viernes por la noche. Decides no salir y te instalas en el sofá con el mando a distancia en la mano. ¿Qué vas a ver: una peli, una serie o un documental?

Hasta hace poco la idea de comenzar el fin de semana disfrutando de un contenido de no ficción estaba reservada a unos pocos, tanto por la temática de los documentales, como por la dificultad de encontrar un espacio para su consumo. Analizar y debatir el renacimiento de este género cinematográfico ha sido uno de los propósitos Doculab, un jornada profesional celebrada ayer en Menorca, como parte del Festival de Cinema de Menorca que cada año tiene lugar en la isla.

Uno de los principales problemas del cine documental fue que durante años se consideró una fuente de erudición, que no de entretenimiento, lo que en muchas ocasiones hacía que las películas acabaran normalmente relegadas a cadenas como TVE2 y salas de cine independientes. Según Carles Bosch, documentalista catalán nominado al Oscar por su obra Balseros (2003) y que estrenó en mayo Petitet, la historia de un percusionista gitano que se empeñó en llevar la rumba al Liceu de Barcelona: "Todavía existe el tópico del documental como erudita, de entrevistas en primer plano de temas que no interesan a nadie. Cualquier tema si está bien dirigido, bien guionizado y bien editado te puede atrapar".

Precisamente enganchar desde el primer momento, enredar al espectador desde el estómago y no desde el intelecto ha sido para este director del género uno de los grandes avances en los últimos años: "Ese concepto de que te quedas con la lengua fuera queriendo saber más. En la prensa escrita esto ya se hacía con el nuevo periodismo, pero en la televisión todavía no se había dado esta revolución que es la de entretener aprendiendo".

España ha sido además uno de los países donde el cine documental ha tenido un mayor crecimiento. Con una recaudación de 663.820 €, Cantábrico (2017), del director Joaquín Gutiérrez Acha, es uno de los documentales más taquilleros de la historia. Otros títulos que triunfaron el año pasado en el género son Muchos hijos, un mono y un castillo, de Santiago Salmerón, y Converso, de David Arrabitel.

"Este es el mejor momento para el documental en España. Se produce más, se distribuye más y tiene más espectadores", en palabras de Joan González, director y fundador de DocsBarcelona, tras su presentación en Doculab sobre cómo atrapar al espectador con los 7 primeros minutos de un documental.

La revolución tecnológica, que ha permitido que los cineastas tengan acceso a cámaras y equipos de edición más asequibles, pero sobre todo la llegada de plataformas online hambrientas de nuevos contenidos han permitido que contar algunas de estas historias de no ficción se haya vuelto mucho más fácil. Para Elena Mera, coordinadora general de Treeline Distribution: "Plataformas como Netflix o Movistar están afectando de manera general a las televisiones que se están acomodando a estos nuevos soportes. De todas maneras, ese tipo de producción propia que ya es tan popular en Estados Unidos, está todavía en su primera fase en España. Y lo que estamos viendo es que están pidiendo sobre todo largos o series documentales".

La directora del Festival de Cinema de Menorca, Inés Garrell aseguró además que a lo largo de las tres ediciones del festival ha visto una evolución ascendente del documental tanto desde el lado de la oferta como de la demanda. "Recibimos tantos documentales para nuestro concurso de cortos baleares que tuvimos que crearles un espacio propio. Las personas quieren más de este tipo de contenido. Reconocen su necesidad de estar informadas. Es la democratización de los documentales, donde los problemas son los que afronta la gente común y corriente", dijo Garrell.

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