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“El espectador está cada vez más acostumbrado a reírse de los políticos”

Diego San José y Juan Cavestany crean para TNT una comedia política con Javier Cámara como protagonista

Diego San José (centro) con Javier Cámara y María Pujalte en la presentación del rodaje de 'Vota Juan'.
Diego San José (centro) con Javier Cámara y María Pujalte en la presentación del rodaje de 'Vota Juan'.Pablo Cuadra (Getty)
Álvaro P. Ruiz de Elvira

Juan Carrasco es un ministro de Agricultura mediocre que aspira a algo más, aunque sea por casualidad. En público es un tipo seguro, parece que sabe de qué habla, pero en cuanto no hay micrófonos de por medio, le surgen inseguridades por todas partes. Vota Juan es la apuesta del canal TNT por la ficción española (aunque ya lo intentó con Mariano Barroso y Todas las mujeres en 2010) en un momento en el que las televisiones y plataformas de pago confían en series que se alejan del formato tradicional de los canales en abierto. Es decir, por ficciones con más riesgo, con menos capítulos y más cortos y con toda la confianza en los creadores y en no pensar en los números de audiencia. En la comedia Vota Juan, producida por 100 balas y cuyo rodaje de los ocho episodios de media hora cada uno comienza hoy en Madrid, el ministro es Javier Cámara. Y los creadores y guionistas son Diego San José y Juan Cavestany. San José habló con EL PAÍS sobre cómo es crear una serie así en la industria española.

Pregunta. ¿De dónde surge hacer una comedia política?

Respuesta. Hace seis años, Borja Cobeaga, Juan Cavestany y yo, a quienes siempre nos ha unido un punto de vista del desastre y lo patético, hablamos en una cena de que cuando éramos niños, políticos y profesores parecían estamentos intocables, como gente casi perfecta, como robots infranqueables que todo lo hacen bien y a los que jamás se cuestionaba. En los últimos años, décadas más bien, se ha ido parodiando cada vez más al político; la gente ha visto que detrás del político puede haber alguien inseguro, patético, que pasa miedo. Esas tres palabras son ingredientes fundamentales para hacer comedia. De repente, la política que no hemos visto, la que no conocemos, nos parecía un caldo de cultivo muy interesante. Lo que no nos parecía tan interesante era hacer humor de la política que ya conocemos. No hacer humor de los discursos ideológicos, no hacer humor del político que está en un atril, si no hacer el humor de los cinco minutos antes de salir al atril, esa previa donde el político quizá está en pánico diciendo a su equipo, 'esto que vamos a decir es una mierda', pero mierda solo lo puede decir en privado. Ese privado es nuestra serie.

P. Es un género que en España no se ha practicado mucho...

R. Se hizo hace años Moncloa, dígame, que no tiene nada que ver. En el mundo anglosajón sí. Soy muy fan de Armando Iannucci, [director y guionista británico de comedias políticas]. No solo de Veep, The Thick of It me parece una serie brutal e In the Loop, su traslación cinematográfica, me parece de un ingenio escandaloso. El mundo anglosajón siempre ha tenido más crítica hacia la política, desde el punto de vista cómico, que nosotros. Tenemos una democracia más reciente, mucho más joven, que ahora está teniendo una adolescencia o madurez, en la que sí es más sensato que entre alguien a parodiar esa clase política. Ahora nos podemos permitir este lujo, porque la gente, el espectador, está cada vez más acostumbrado a reírse de los políticos. Cuando era pequeño, había chistes inocentes, casi de cassette de Arévalo, pero no había una insistencia diaria. Ahora la comedia es un lugar para atacar.

P. ¿Cómo se refleja eso en la serie?

R. El escaso humor político que hemos hecho en España ha sido siempre desde un punto de vista satírico e ideológico. Podías buscar una cadena que se riera de aquello que te apetecía que se rieran y que, al tiempo, te protegía de que no te cayese un bofetón. De eso no hay en la serie. Hemos querido evitar la identificación ideológica. Jamás me hubiese metido en un proyecto así, me da mucha pereza.

P. ¿Cómo se diferencia esta serie de Veep?

R. Hay una diferencia fundamental. En Veep, que me encanta, están ocurriendo cosas muy rápido, por pasillos, con muchos personajes a la vez. La diferencia con Vota Juan es que todos los capítulos van a tener varias secuencias donde va a haber personajes solos y sin nadie, es decir, va a haber un poso mucho más tristón que Veep. No va a ser todo tan rápido y tan dinámico, si no que vamos a compaginar ese tipo de ritmo, que va a ser el ritmo del ministerio, de una rueda de prensa... Veremos qué pasa con los políticos cuando a las nueve de la noche vuelven a un apartamento y con un ticket gourmet se van a cenar a un sitio solos. Esa parte es la diferenciación fundamental.

P. ¿Por qué Javier Cámara para este papel?

R. Javier, ay, es que escribiría ya toda la vida para él. Vota Juan la escribí pensando en él. Es que es muy inteligente y generoso. Lo digo por una cosa supersencilla de explicar. Normalmente, un actor de comedia quiere tener el mayor número posible de chistes, pero si es inteligente, que es lo que le ocurre a Javier, te pide que quites alguno, o te lo sugiere, porque eso hace que el personaje sea más lógico, más creíble y más sensato. Eso es fundamental. A veces, porque te pierde la avaricia del guionista de meter muchos chistes, estás haciendo que no sea creíble. Te ríes, pero no hay una cosa emocional con el personaje. Y Javier es tan listo, que nos está llevando la serie hacia lugares donde otro actor igual sería más cauto. El personaje de Juan, ética y moralmente es muy jodido, es un personaje que realmente cae bien, pero su propia miseria y mediocridad le lleva a hacer cosas muy incorrectas moralmente, dentro de la legalidad, pero falso, egoísta, traidor. Algún actor me ha dicho alguna vez, 'es que voy a caer mal', eso pasa mucho, desde la inseguridad del actor. Y Javier es al contrario.

P. Juan no está solo, tiene una jefa de prensa que es María Pujalte...

R. Es la que lleva toda la parte de comunicación. Ellos tienen una relación muy especial, porque ella trabaja con él desde que era alcalde de Logroño. Más allá de un cargo meramente profesional, hay una amistad y una relación emocional muy particular, porque ellos dos son Logroño en Madrid. Comparten una especie de visión nostálgica de la vida de 'hemos empezado juntos en esto'. Es una relación, más que profesional, casi desde la amiga que te aconseja.

P. ¿Cómo se trabaja con Juan Cavestany?

R. Si yo no me dedicase al guion, le seguiría, sería como un fan, pero me dedico al guion y a la comedia y ahí ya se convierte en un referente absoluto. Con el humor pasa que es una cosa muy íntima que uno no puede modificar, que nos pasa en la vida, que de repente te haces gracia con alguien y está muy guay porque eso perdura. Como el sentido del humor no lo has elegido, no lo puedes cambiar. Y con Juan me pasa eso, que conectamos y que tenemos una visión muy parecida de lo que es patético y gracioso.

P. ¿Cómo ve el panorama de la ficción española en estos dos últimos años?

R. Me encanta, es un momento maravilloso para ser guionista, director, actor... Se están abriendo estas nuevas cadenas o plataformas a un tipo de ficción que, como mucho, es menos cómoda para el espectador, más arriesgada, no solo en el formato o en las duraciones, si no también en los contenidos. Como guionista, me fijo más en eso, en con qué tono contar las cosas. O estas obligaciones que había hace años de tener un personaje de cada edad para llegar a todos los nichos. Para esta serie no hemos tenido ninguna conversación de ese estilo. La prioridad ha sido contar la idea de la mejor manera posible. Me parece maravilloso, pero me lo parece si se extrapola, si todo este empuje que están teniendo las nuevas plataformas hacen que el prime time tradicional, el gratuito, se contagie. No sirve de nada si esto lo hacemos solo desde un elitismo del pago, de la plataforma moderna. Yo pienso en mis padres, que no saben manejar Netflix, y yo quiero que mis padres también haciendo zapping de toda la vida se encuentren que narrativamente las cosas han evolucionado un poco.

P. ¿Podría funcionar en la televisión en abierto la forma de hacer seris en las plataformas y canales de pago?

R. Me gustaría que las iniciativas que se están haciendo en estas nuevas vías de ficción generen una especie de aceptación por parte del público, porque al fin y al cabo hay que tener audiencia que lleve a perder miedo en las cadenas. Y de repente, que a un guionista se le siente desde el primer momento en la mesa de decisión, que la voz de un guionista a la hora de plantear cómo es un elenco, no en cuanto a nombres propios, si no a qué tipo de personajes tiene que haber, tenga tanto poder como el de marketing y no menos como ha sido hasta ahora, y que la figura del showrunner, que es prácticamente impensable ahora mismo en un prime time, afortunadamente sí poco a poco gente como Javier Olivares [El Ministerio del Tiempo] o Álex Pina [La casa de papel] lo están consiguiendo, pues hay un trasvase, no de los nombres, porque yo quiero que entre gente nueva y no solo de cine, si no gente puramente de tele. Que haya un trasvase de una manera de hacer las cosas. Creo que la manera de hacer las cosas va a permitir ganar peso a los creativos y arriesgarse. Y que si sale mal, no salga mal por una mala decision de marketing, si no por una mala decisión creativa, porque vamos a fallar, pero que no sea que una buena idea naufrague como ha ocurrido tantas veces, porque dure 80 minutos o porque se haga un casting con actores que en Instagram tengan muchos followers.

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