_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Mímica política

Durante el revolcón de esta semana en España, la mímica del duelo y de la euforia retransmitida por televisión fue elocuente

Juan Jesús Aznárez

La información proporcionada por las lágrimas, los rictus y los aplausos es valiosa en política porque la cara es el espejo de alma y también del disimulo. Durante el revolcón de esta semana en España, la mímica del duelo y de la euforia retransmitida por televisión fue elocuente. Los pucheros de Rajoy demostraron que aunque parezca mentira, el registrador de la propiedad puede alcanzar la catarsis de las emociones. Los disfrazados de dolientes le confortaron con igual muestra de cariño que sus leales.

Las cámaras no filmaron la reclusión del caído en el restaurante de la espantada parlamentaria. Hubiera sido interesante observar la gesticulación de sus deudos durante la sobremesa, después del salmorejo cremoso, las anchoas de Santoña y el solomillo de vaca gallega. La maledicencia menciona dos botellas de whisky para combatir las penas del desalojo. Pocas me parecen.

No hay pruebas del grado de simulación y aspaviento registrados durante las condolencias, pero cabe suponer que después del pésame, el presunto heredero Alberto Núñez Feijóo regresó a Orense bailando una muñeira, y sus cortesanos, tocando la gaita y el tamboril. El zoom nos acercó a Antonio Hernando y César Luena transitando por Vía Dolorosa, al puño en alto de Ada Colau, y a otras arengas.

Soltar lágrimas a capricho no es fácil; por eso la policía sospecha del llanto seco de los oportunistas. Las lágrimas de tristeza tienen mucha proteína y comunican mejor que las derramadas por la cebolla política. Cuando un Rajoy campanudo se proclamó honrado por haber niquelado España, la tele identificó a los conmovidos de verdad.

Días después, completando la miscelánea, la compasiva sonrisa de Sáenz de Santamaría cuando Batet ofreció diálogo y consenso a Cataluña fue todo un discurso de desinvestidura. El desconsuelo popular cohabita ahora con los carialegres ministros socialistas, la pistola al cinto de Podemos, el rictus de Ciudadanos y la matraca independentista. Y en esto irrumpió Aznar, con una mueca.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_