Canción y literatura
El barítono Christian Gerhaher cuenta con el escritor Martin Walser para su grabación de ‘La bella Magelone’
En abril de 1861, en su Hamburgo natal, Johannes Brahms ofrecía, junto a su compatriota Julius Stockhausen, interpretaciones completas de los grandes ciclos de canciones de Beethoven, Schubert y Schumann, un gesto pionero en la historia interpretativa del lied, ya que hasta entonces lo habitual era que se ofrecieran únicamente canciones sueltas. No puede ser casual que, pocos meses después, Brahms iniciara la composición de su único ciclo de canciones, que tomó como sostén literario La maravillosa historia de amor de la hermosa Magelone y el conde Pedro de Provenza, publicada en 1797 por Ludwig Tieck, el traductor del Quijote al alemán. La historia original arranca de muy atrás, de un poema provenzal del siglo XII que traspasaría fronteras y acabaría vertido a varias lenguas. Una traducción española, publicada en Toledo en 1526, lleva por título La historia de la Linda Magalona, hija del rey de Nápoles, y del muy esforçado cavallero Pierres de Provença. Y casi dos siglos después se publicaba en Olot, en catalán, La historia del noble y esforsat Cavaller Pierres de Provença, y de la gentil Magalona, filla del Rey de Napols, y de las fortunas y trebàlls que passàren en la sua molt enamorâda vida.
Brahms puso música a los poemas que salpicaban la narración de Tieck, teñida de ese medievalismo impostado tan del gusto de los románticos alemanes. Sus canciones solo tienen sentido, por tanto, si se enmarcan en la historia de los accidentados amores de la princesa y el caballero (oposición familiar, fuga, separación y reencuentro final), pero los textos de Tieck le suenan a Christian Gerhaher, una suerte de heredero directo de Julius Stockhausen vía Dietrich Fischer-Dieskau, “insustanciales” y, sobre todo, “trasnochados”. Por eso pidió a su admirado Martin Walser, bávaro como él, que los actualizara, les insuflara vida y los leyera él mismo. Tras interpretar juntos el ciclo en concierto, este disco es una suerte de regalo al famoso y archipremiado escritor por su nonagésimo cumpleaños.
Gerhaher considera las 15 canciones de Brahms que integran el ciclo “poderosas, intensas y sustanciales”, adjetivos que sirven a su vez para definir su propia interpretación, que no deja matiz poético por explorar, construyendo un perfil psicológico de Peter mucho menos unívoco y heroico que el del citado Fischer-Dieskau en su grabación de referencia con Sviatoslav Richter. Gerold Huber sale también airoso de las comparaciones y su piano se muda creíblemente en laúd en ‘Wir Müssen uns Trennen’, retrata vívidamente el ímpetu del oleaje en ‘Verzweiflung’ y lleva el peso de momentos mágicos como el ritmo sincopado en la mano izquierda al comienzo de la delicada nana ‘Ruhe, Süßliebchen, im Schatten’, que Gerhaher canta casi en estado de trance.
Martin Walser ofrece el contrapunto perfecto, con unos textos concisos y precisos que ayudan a anudar y dar sentido a la secuencia de canciones. El autor de Más allá del amor sabe de lo que escribe, lo lee sin énfasis pero con extraordinaria inmediatez, y su contrapunto narrativo resulta más idóneo que el de Brigitte Fassbaender o Roderick Williams en sus propias grabaciones o el de Vanessa Redgrave (en inglés, como este último) en la de Christoph Prégardien. Música y literatura, unidas, en su más alta expresión.
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