‘Twin Peaks’ os decepcionará
La resurrección 25 años después de la serie de David Lynch está cubierta de expectativas falsas y nostalgia
No conocemos su trama, hemos visto un pequeño puñado de imágenes y ni siquiera sabemos los nombres de los nuevos personajes. Solo hay una cosa clara sobre el regreso de Twin Peaks: les decepcionará, háganse a la idea. Y es que su resurrección 25 años después está cubierta de expectativas falsas y nostalgia.
Twin Peaks fue un fenómeno de masas que enganchó con una sencilla pregunta: "¿Quién mató a Laura Palmer?". Pero David Lynch no vivía preocupado por gustar a todos. Él no era sencillo. Mientras la audiencia quería resolver el misterio de este paraje idílico lleno de secretos, el guionista ni siquiera estaba interesado en la respuesta. Quién cometió el asesinato, en su mundo emocional, era lo de menos. Y solo contestó obligado por la cadena. Estaba más preocupado en la lucha del bien y el mal.
En su regreso, el director toma el timón, y debería ser más lynchiano que nunca, surrealista, místico y onírico como cuando su mano se escondía tras la cortina roja. Este nuevo viaje debe ser la visión libre de un artista nacido para ser incomprendido. Justo lo que nunca fue cuando ABC, ante su ausencia, lo convirtió en el culebrón barato que parodiaba.
Recordemos: este universo ya volvió en 1992, un año después de su cancelación, cuando Lynch presentó en Cannes la película Fuego camina conmigo, continuación que narraba con sexualidad y surrealismo la muerte de Laura paso por paso. Entonces lidió con abucheos, rechazo de quienes buscaban respuestas y críticas destructivas. Desde entonces, desecho de expectativas, el filme ha sido reivindicado como obra de culto angustiosa y cautivadora, mucho más que una precuela.
Porque el género del misterioso asesinato en un pueblito —rompedor en aquella televisión— hoy está trillado. Lo interesante será el envoltorio. Pero los que se quejaron porque Perdidos no diera respuestas o por no entender Legión deben huir de Twin Peaks. Casi parece que esa audiencia, que en gran parte nunca alcanzó el final, tiene un recuerdo equivocado de la ficción sin la que no se entiende la televisión actual. David Lynch no es para todos. Así debe seguir.
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