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Las mejores series de la temporada (VI): ‘American Crime’

En la radiografía de los títulos imprescindibles del curso televisivo, toca el turno de uno de los dramas más duros del año

Eneko Ruiz Jiménez

Los dramas de adolescentes y las investigaciones policiales son géneros manidos de la televisión más clásica. Por eso, la segunda temporada de American Crime, sobre un crimen cometido entre alumnos de instituto, puede sonar a más de lo mismo. Y, sin embargo, es todo lo contrario. No es solo uno de los dramas más punzantes de la televisión, sino que también es una de las exploraciones más realistas sobre racismo, homofobia, las injusticias del sistema educativo o el clasismo inherente en la sociedad estadounidense. Y es que la producción, con cuatro nominaciones a los Emmy, tiene el sello de un veterano autor como John Ridley, oscarizado por 12 años de esclavitud. Su personalidad se nota en cada pregunta sin respuesta.

- Empecemos por la pregunta clave: ¿por qué debería verla?

Aviso a navegantes: American Crime te hará sufrir. Cada capítulo es como un golpe en el estómago. Todos ellos necesitan de una reflexión posterior, para hacer la digestión. Es dura, pero ese resultado solo se logra con personajes reales y temas relevantes y reconocibles llenos de prejuicios, hipocresía, odio... Historias que son habituales, pero contadas de otra manera: madres coraje que luchan por sacar a la luz la violación a su hijo; directoras de colegio que se aferran a mantener su puesto y estatus social o una alta ejecutiva afroamericana que ve cómo se despedaza todo lo que ha conseguido por una acusación a su hijo. Contempla el sistema estadounidense, su sociedad y educación, sin paliativos, pero no para hacer una crítica vacía y facilona, sino como una desgarradora observación de unos personajes protagonistas que no son heroicos ni buscan hacer el bien. Solo son personas que tratan de defenderse lo mejor posible con lo que el mundo les ha condicionado a ser.

Eso sí, que no os extrañen la cantidad de fucks censurados, porque, aunque parezca mentira en una serie que trata tantos temas, directa y experimental, se emite en abierto (y nadie en EE UU la ve). Y eso es uno de sus grandes méritos. Para los no acostumbrados a pegarse grandes panzadas de series, además, la segunda temporada de American Crime es una obra autocontenida que no necesita nada complementario para sobrevivir.

- ¿Qué nombres propios tiene detrás?

El gran nombre es John Ridley, oscarizado cineasta responsable del guion de 12 años de esclavitud que llevaba décadas tratando de hacerse un hueco audiovisual y que, por fin, lo ha logrado explotando su vena más personal. Las temáticas las pone él, pero también una visión de realización particular, naturalista y sucia que viene como anillo al dedo al ambiente (planos fijos, contraplanos de gente que está hablando…). El creador ha reunido, además, un equipo multicultural de fieles actores en el que se cruzan a algunas de las mejores actrices de la pequeña pantalla (Felicity Huffman, Regina King y Lili Taylor están nominadas al Emmy) con actores desconocidos como Richard Cabral y Elvis Nolasco y adolescentes que sorprenden por su fuerza. Muchos de los adultos salían ya en la primera temporada, sí, pero todos tienen en esta segunda temporada papeles diametralmente opuestos.

- ¿Qué ha pasado esta temporada (sin spoilers)?

Entrevista a John Ridley y Felicity Huffman.

Estamos en el colegio privado de gente adinerada perfecto. Padres poderosos, donantes ricos y niños llamados a ser exitosos. Pero en Internet comienzan a aparecer las imágenes de una violación sucedida en una fiesta. Uno de los jóvenes aparece semidesnudo tirado en el suelo. Los detalles no tardaran en llegar a su madre (Taylor) y entonces comienza la lucha entre las partes. Pero ¿dice el joven toda la verdad? Cada movimiento tiene sus consecuencia, ya sea para las víctimas, para los supuestos causantes o para el colegio como institución.

- ¿Qué personaje no debo perder de vista?

Cada una de las tres mujeres nominadas al Emmy necesitaría de un certero análisis de sus personajes, tres grandes defensores de todo por lo que creen (y por lo que han tenido que luchar) pero que no siempre toman la decisión más amable. No son heroínas, ni soñadoras, simplemente hacen lo que creen correcto. Pero el verdadero alma de la temporada, alrededor del que todo explota, es el joven Taylor Blaine (Connor Jessup). Ver a un hombre en esta situación no es habitual, pero él tampoco es la típica víctima que tanto se ha repetido en el cine y la televisión. Es un adolescente complejo, con dudas y con una complicada historia y relaciones a su espalda. De ahora en adelante habrá que seguir a Jessup, de 22 años, en todo lo que haga.

- ¿Cuál es el momento clave de la temporada?

El momento clave llega cerca del final. Ese momento en el que, cuando ya has podido conocer a los personajes de manera profunda y te has encariñado con todas sus imperfecciones, un evento hace cambiar todo de manera drástica y se cae el castillo de naipes construidos. Es ese instante del capítulo siete cuando la serie se enfundan en otra capa más y entiendes que la trama iba dirigida a esa conclusión desde el principio. Es el momento de tratar otro tema altamente inflamable para la sociedad estadounidense.

- ¿Cuánto tiempo necesito para verla?

Dado que es una serie antológica, no pasa nada por ver la segunda temporada sin haber visto la primera (muy recomendable, pero inferior). Pese a ser una serie de un canal en abierto, su estructura en el calendario es más similar a una cadena de cable. La temporada solo tiene 10 episodios, que, además, duran solo unos 40-45 minutos, por eso de hacer cuadrar los anuncios en las cadenas abiertas. Así que estarás poco más de siete horas frente al televisor. Eso sí, no es recomendable verla toda de un tirón. Cada capítulo te dejará sufriendo.

- ¿Dónde la puedo ver?

Es una serie de ABC que ha emitido en España Movistar Series y sus dos temporadas están disponibles en el videoclub de Movistar.

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Sobre la firma

Eneko Ruiz Jiménez
Se ha pasado años capeando fuegos en el equipo de redes sociales de EL PAÍS y ahora se dedica a hablar de cine, series, cómics y lo que se le ponga por medio desde la sección de Cultura. No sabe montar en bicicleta.

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