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En Francia no se toca a ‘Los guiñoles’

Canal Plus descarta finalmente su idea de acabar con el programa después de que hasta los propios parodiados protestaran

El mensaje es claro: no se toca a Los guiñoles franceses. Así rezaba la palabra clave que ha movilizado esta semana a miles de personas en la red social de Twitter (#TouchePasAuxGuignols). Y así lo ha entendido finalmente el nuevo propietario del Canal Plus francés, donde se emiten, el empresario Vincent Bolloré. El mítico programa nacido a finales de los ochenta, punta de lanza del humor ácido del canal, seguirá en la parrilla de septiembre. Pero su ritmo podría pasar de diario a semanal, en lo que posiblemente supondrá una suerte de muerte lenta.

Estos irreverentes muñecos de látex llevan casi 30 años en antena, reúnen a diario a casi dos millones de espectadores y se han convertido en todo un referente de la sátira política. Su influencia más allá de la pequeña pantalla es tal que la amenaza de su cese ha provocado desde el miércoles una avalancha de solidaridad entre los propios políticos a los que parodia. El asunto se elevó a uno de Estado cuando el primer ministro, Manuel Valls, salió en defensa de la “impertinencia” de este tipo de programas, y el presidente, François Hollande, consideró en privado que “forman parte del patrimonio de la televisión”. El diario Libération incluso dedicó su portada del viernes a la polémica.

Unos incómodos bufones

Las alertas saltaron cuando varios medios filtraron la intención de Bolloré, el nuevo presidente de Vivendi (propietario de Canal Plus), de deshacerse de estos incómodos bufones. El multimillonario bretón, amigo íntimo del expresidente conservador Nicolas Sakorzy, había lanzado en febrero una advertencia velada: “Reírse de sí mismo, está bien. Reírse de los demás, menos…”, señaló en una entrevista. Mucho más directo fue con los dirigentes de Canal Plus, a quienes, según el NouvelObs, ordenó directamente deshacerse de ellos. El semanario incluso ve la sombra del propio Sarkozy detrás de esta maniobra, a dos años de una campaña presidencial en la que aspira a volver al Elíseo.

El jueves por la mañana, Benjamin Morgaine, uno de los guionistas de Los guiñoles, lanzaba una petición de ayuda en Twitter. Anónimos y políticos de toda índole —con el notable silencio de Sarkozy— respondieron así al llamamiento. El principal oponente a Sarkozy en su propio partido, el ex primer ministro y alcalde de Burdeos Alain Juppé, incluso cambió su avatar en la red social por la de su guiñol. El actor de The Artist, Jean Dujardin, colgó una foto suya sujetando un cartel con la inscripción: Je suis un Guignol, retomando el eslogan Je suis Charlie de solidaridad tras el atentado de enero contra la revista satírica Charlie Hebdo.

“Los guiñoles forman parte del patrimonio de Canal Plus”, aclaró finalmente Bolloré el viernes en el comité de empresa de Vivendi. “Privarse de este activo que es propiedad del grupo queda excluido”, añadió. El canal privado M6 y la futura directora de la televisión pública se ofrecieron a acoger el programa en su antena. Para Vivendi, el futuro de los títeres se inscribe dentro de una necesidad de retocar el horario de tarde-noche del canal, cuyas audiencias se estancan (salvo el pico del 30% de share de los propios guiñoles). Y el pulso en torno a su continuidad en su formato actual —a diario, en abierto, a las 20.00, coincidiendo con los grandes telediarios de la noche— respondería a una batalla en la cúpula de Canal Plus que se saldó con la salida el viernes de su director general y número dos, Rodolphe Bellmer.

Sea por motivación empresarial o política, Bolloré ha comprobado que con el futuro de Los guiñoles no se juega sin provocar una tormenta mediática. Creados en 1988, inspirados en un programa británico, se exportaron a otros países como España, donde se emitieron entre 1995 y 2008. Su éxito culminó a mediados de los noventa e incluso se les atribuye haber facilitado la elección a la presidencia en 1995 del conservador Jacques Chirac, cuya marioneta es una de las más logradas y de las favoritas del público.

Mariano Rajoy también tuvo su réplica en las pantallas francesas

La primera vez que el guiñol de Mariano Rajoy apareció en las pantallas francesas fue presentado como un vagabundo que le pidió limosna al presentador del programa de Canal Plus. Este confundió al presidente con un indigente rumano cuando el muñeco dijo: “Un euro, s’il vous plait, un euro, por favor, para un bocadillo”.

La respuesta fue rápida: “Tome tres euros y márchese a comprar un sándwich”, respondió el presentador. Pero cuando el guiñol de Rajoy le aclara que es español, el presentador le explica que, precisamente, está esperando al primer ministro español para una entrevista. Rajoy replica: “Mariano Rajoy, c’est moi”.

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