Chuminada
Es una expresión equivalente a “bobada”, pero con un matiz de trangresión sexual, de cuando con catorce años éramos unos choministas que nos formábamos con las portadas del Interviú
Hace poco, el entrenador del Barça, Luis Enrique, pronunció la palabra “chuminada” en una rueda de prensa y despertó nuestra nostalgia. Hacía cerca de tres décadas que uno no escuchaba esa expresión. Todos somos cautivos de nuestro diccionario de adolescencia. “Chuminada” es una expresión equivalente a “bobada”, pero con un matiz de trangresión sexual, de cuando con catorce años éramos unos choministas que nos formábamos mirando las portadas del Interviú al pasar por el quiosco. Hace un año, yo mismo me vi sorprendido al pasar por un quiosco y sentirme atraído por una portada del Interviú. Llevaba décadas sin sucederme, asumida por parte de la revista una inclinación estética que tenía más que ver con los productos plásticos que con la gracilidad de la carne. Al acercarme a verificar la primera impresión, descubrí que se trataba de un retrato de archivo, en blanco y negro, que mostraba desnuda de cintura para arriba a la actual pareja táctil del presidente de la República Francesa. Una joven Julie Gayet, que despertó recuerdos de cuando esa revista convocaba un interés general.
Con la muerte de Xavier Vinader, el estupendo reportero de infiltración, recuperamos algo de esa nostalgia por los reportajes escandalosos, pero con filo. Sus denuncias de torturas, de guerra sucia, de actividades de la ultraderecha e incrustaciones de elementos desestabilizadores en las fuerzas del orden, como gustamos de llamar ahora, invitaban a muchos jóvenes a sentir la palpitación del periodismo como algo no solo necesario para una sociedad libre, sino apasionante para completar una idea certera de verdad. Era también un periodismo de carne y hueso, frente al espectáculo nocivo de la silicona informativa. Sirva esta línea de homenaje.
Siendo justos, Interviú nunca deja de ofrecer guiños a su estilo de siempre. Y la pasada semana nos entregaba un reportaje rotundo sobre el ático donde vive su retiro dorado Rouco Varela, el hombre que encarnó durante décadas la abrupta jerarquía católica en España. Sus dimensiones, acabados, el número de váteres, las vistas, las comodidades, el emplazamiento, presentan un pisito colindante con el voto de pobreza tanto como Isabel Preysler con la Madre Teresa de Calcuta. Quizá este asunto, con la que está cayendo, es tan solo una chuminada, pero...
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