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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Troceando

Cada vez que hago asqueado 'zapping' me pregunto cómo es posible que todas las cadenas exhiban un cine horroroso y clónico

Carlos Boyero
Fotograma de 'Avatar'.
Fotograma de 'Avatar'.

Nunca me enamoró la televisión. Tuve la suerte de que no formara parte imprescindible de mi vida cotidiana (las circunstancias de mucha gente les obliga a convivir permanente con ella, a que esta sea la ventana desde la que miran el mundo) y por tanto es imposible que sienta nostalgia de las nieves de antaño, que esté convencido de que alguna vez esta atravesó su edad dorada. No me servía ni como forma de evasión, descanso, abstracción, placer, conocimiento o compañía. Para que exista el desencanto tiene que haber existido antes el encanto. O sea, que me siento inmune ante la evolución del medio, aunque atraviese épocas más apestosas que otras y reconozca que la calidad también puede aterrizar de vez en cuando y milagrosamente en la televisión. Siempre aparecerán brillantes y pragmáticos estrategas del medio certificando esa falacia de que lo bueno no vende, que el paladar de las grandes audiencias solo se siente confortado con la mediocridad o la basura.

Igualmente, recuerdo con agradecimiento que gracias a los ciclos de cine que exhibió TVE al principio de los setenta descubrí el gran cine negro, joyas del wéstern, la obra de directores destinados al clasicismo, rarezas apasionantes, la espléndida filmografía de actores y actrices que están más allá del bien y del mal. Ahora, cada vez que hago asqueado zapping me pregunto cómo es posible que todas las cadenas exhiban un cine horroroso y clónico. Imagino que zafiamente justificado con el inapelable argumento de la oferta y la demanda.

Sé que las cadenas privadas son ante todo emisoras de publicidad. Y entiendes que troceen películas de la forma más insensata para introducir bloques publicitarios. Pero lo que no había visto nunca es que emitan media película un día y el resto el siguiente, otorgándole el mismo trato que a tanta miniserie cochambrosa. Ha ocurrido en Tele 5, vanguardia ancestral en los inventos más infectos, con la muy imaginativa Avatar. Al parecer, su director, James Cameron, ha decidido en qué momento debía producirse el corte. Imagino que algo tendrá que ganar con el descuartizamiento de su criatura. A continuación, utilizan idéntica metodología con Titanic. Como homenaje al creador. Son así de cinéfilos. La apabullante audiencia que consiguieron les otorgará la razón.

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