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Tentaciones

The Breeders ‘LSXX’

"En 1993 las hermanas Deal lanzaron este álbum. Vendieron más de un millón de copias, entraron en el top 40, convirtieron 'Cannonball' en un himno generacional y desaparecieron durante una década. Como metáfora generacional no tiene parangón".

Xavi Sancho

En 1993 ya nadie quería asesinar al padre. Como mucho, se aspiraba a hacer lo mismo que los padres, pero de forma mal acometida, desganada e irónica. Si ahora el mundo funciona en base a "¿Por qué hacerlo bien si podemos hacerlo rápido?", entonces era más bien "¿Por qué hacerlo bien si podemos hacerlo mal?". Nadie quería ser desheredado porque ya no quedaba nada por heredar. Con ser castigado sin postre para así poder encerrarse antes a la habitación a escuchar el Last splash de The Breeders ya alcanzaba. Chupaos esa, viejos carcamales.

"Cualquier joven encontrará la vena más aventurera de las Breeders el equivalente a ver a su padre comprarse unos pantalones piratas y una riñonera y decir "chachi" cada vez que descubre que dan el partido en abierto"

El cinismo era el nuevo malditismo, todo importaba una mierda, las estrellas de rock eran una panda de zombies a los que el dinero arrancó toda su fotogenia. Ellos tuvieron la revolución y la contracultura y, a última hora, la vendieron, cuentan los muy caraduras, con el fin de poder darnos una paga; nosotros, en cambio, teníamos a Kate y a Kurt y a Courtney a Calvin, que vendía calzoncillos con los que los chicos se sujetaran los genitales en caso de que algún día los fueran a necesitar —ese día nunca llegó— y bragas tan pequeñas como para que las chicas terminaran su protesta antipatriarcal justo donde empieza la depilación brasileña. Iba a ser una revolución incruenta, y como todas las revoluciones incruentas terminó en nada.

Género: indie rock

Título: LSXX

Sello: 4AD / PopStock!

Año: 2013 (Es una reedición. El original es de 1993)

Puntuación:

Para nacidos antes de 1968: 1

entre 1968-78: 5; post 1978: 3 *

(*las fechas son aproximadas)

En medio de aquel embrollo apareció este disco. Black Francis había despachado los Pixies con un fax y Tanya Donnelly acababa de dejar las Breeders para intentarlo con Belly. Entonces, las hermanas Deal, acompañadas por Josephine Wiggs al bajo y Jim MacPhernson a la batería lanzaron este álbum. Vendieron más de un millón de copias, entraron en el top 40, convirtieron Cannonball en un himno generacional y desaparecieron durante una década. Como metáfora generacional no tiene parangón. Hoy, volviendo a escuchar aquellas canciones, la sensación es más melancólica que de orgullo generacional. El primer disco es el original, a pelo, sin remasterizar ni nada. Bien hecho. Ahí se comprueba que Cannonball ha envejecido de forma simpática y juguetona, Divine hammer aún funciona como gran canción pop, Saints es aún el mejor tema de L7 y Drivin’ on 9 casi sigue emocionando como entonces, cuando ponerle un algo country a un tema de rock parecía una idea original. Pero cosas como Roi o Mad Lucas resultan totalmente desfasadas, imposibles de defender ni desde la nostalgia generacional más militante. Cualquier joven que haya escuchado la forma en que se experimenta hoy, buscando vaciar de sonido las canciones o provocando respuestas casi físicas a la música, encontrará la vena más aventurera de las Breeders el equivalente a ver a su padre comprarse unos pantalones piratas y una riñonera y decir "chachi" cada vez que descubre que dan el partido del Madrid en abierto.

El segundo volumen contiene Stockholm Syndrome, el directo que lanzaron dos años después a modo de bootleg oficial y que, bueno, es un directo, y el directo jamás fue su punto fuerte. Finalmente, el tercer volumen incluye demos y fragmentos de ep’s. Desde el Head to toe que grabaron con J Mascis (versiones de Sebadoh o Guided By Voices) hasta los temas no incluidos en el álbum que acompañaron los lanzamientos de los singles Divine hammer y Cannonball, pasando tomas inéditas, como la de No Aloha, que es una perla. El afán coleccionista queda, pues, medio satisfecho. Si, a pesar de la edad, usted aún se ve los pies, los observará bailar.

El problema llega cuando toca decidir a quién va esto dirigido. Está en contra de la propia naturaleza de la generación que lo vivió en primera persona recomendarlo a los más jóvenes. Si ellos (nosotros) no queríamos nada que ver con las generaciones previas sería una verdadera afrenta dar la chapa a los jóvenes con la necesidad de hacerse con este clásico que no es y que ha envejecido sin demasiados aspavientos, como es su obligación. Por otra parte, está el contingente pre 90’s, tan enamorado de sus Beatles e incluso de sus ochentas. La tentación de incordiarles y afirmar con la boca llena "dame un Cannonball y métete dónde te quepan tus revivals irónicos y tus clásicos" es enorme. No hay que sentirlo, solo basta con decirlo. Así resulta más placentero. El problema es que el revival de los 90 está tan extendido desde que la gente que fue joven en aquella época es hoy la que manda en los centros de poder cultural, que afirmar la supremacía de cualquier producto de aquellos años está desprovisto de todo valor iconoclasta. Es una simple boutade. Estamos hablando de las Breeders, no de los Pixies, por favor.

Alguien de menos de 30 puede admitir que sin Breeders no hay Wavves o Best Coast. Ahora sí, no tiene por qué aceptar que este disco es superior. Alguien de más de 30 puede encontrar placer en Bleached o Yuck, pero muy descastado debería ser para preferirlos a cualquiera de las canciones aquí incluidas. Así funciona esto, y por eso es tan complicado de analizar. Y entonces, ¿qué? Pues ni idea, oiga. Aquí somos miembros de la generación que iba a cambiar el mundo, pero a medio camino entró en un estanco a por tabaco y ya nada se supo de ella. Pregúntenle a los jóvenes, que para algo lo son y lo saben todo; o a los mayores, que por algo lo son y también lo saben todo.

Valoración: 0 ABERRANTE, el mundo sería mejor sin él; 1 PRESCINDIBLE, nadie se acordará de él; 2 PASABLE, para incondicionales; 3 ACONSEJABLE, en su estilo merece la pena; 4 INDISPENSABLE, un éxito asegurado; 5 OBRA MAESTRA, uno entre un millón.

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Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.

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