Nuevos talentos para aupar a estrellas

A la pregunta sobre la eventualidad de participar como juez en un programa de talentos, la estadounidense Katy Perry replicaba hace unos meses: “Me han contactado sobre la posibilidad de involucrarme en alguno de ellos, y creo que no es una buena opción para mí en estos momentos. Tengo ideas para dos o tres cosas creativas, y quiero completarlas. Además, participar en uno de esos shows requiere mucho compromiso”. Las declaraciones, recogidas por The Hollywood Reporter, son sintomáticas de una nueva forma de publicidad en un entorno hostil para el lucro de una industria, la musical, en pleno declive comercial. Los artistas son tentados por los espacios, y queda en sus manos, y las de sus representantes, dilucidar si el experimento merecerá la pena o, si por el contrario, podría desembocar en un conflicto insalvable para su agenda o, peor aún, en un daño —quizá irreversible— para su imagen. La elección no es baladí.

En España el panorama está más verde que en el mundo anglosajón, aunque se asienta con cada vez más firmeza. Concursos como La voz han conseguido dar por buena una vía que otros venían allanando: la de la glorificación de los famosos que participan en ellos. Cada semana, Melendi, David Bisbal, Rosario Flores y Malú, los coaches (algo así como los mentores de cada concursante) consiguen levantar una polvareda de comentarios en las redes sociales que, hasta el momento, con cinco episodios emitidos, suma 1.094.534 mensajes. Todo un récord, que además tiene un líder: “Melendi es la sorpresa porque la gente no le conocía: es divertido, es carismático… Es mucho Melendi”.

Ningún agente percibe que la venta de discos haya aumentado

Rosa Lagarrigue, directora de la agencia RLM, que gestiona las carreras de más de una quincena de artistas, no solo tiene claro que su representado es una revelación catódica. Agente además, y entre otros, de Malú, Miguel Bosé y Alejandro Sanz (de estos dos últimos, el primero ha participado y el otro lo hace actualmente en la versión mexicana de La voz), está convencida de que su paso por el programa ha repercutido positivamente en la imagen de los cantantes. “Es una experiencia maravillosa para estos artistas, porque no habían hecho televisión, y por su relación con el país, porque el público les ha recibido muy bien”, dice de sus representados al otro lado del Atlántico.

Lo de colocar más discos, es otra historia. Ninguno de los managers contactados para este reportaje ha podido apreciar un ascenso de ventas que pueda relacionarse con sus apariciones en televisión. “En las entradas de conciertos sí que se nota algo”, dice Lagarrigue. El quid de la cuestión es, en cualquier caso, la promoción personal. “Para llegar a la gente, sobre todo a los más jóvenes, y especialmente con artistas que no acaban de cuajar”, señala Mariola Orellana, de EntreArte, la agente de Rosario Flores. “Antes hacíamos los programas de José Luis Moreno. Si ahora la fórmula es esta, bendita sea”.

Las dudas sobre la posibilidad de no tener un empaque para la televisión, de caer mal o incluso de no dar la talla como cantante en comparación con los aspirantes, siempre estarán ahí. Pero para Orellana lo importante de un músico no es su personalidad, sino sus capacidades: “Un artista no es solo una voz”. El miedo a los potenciales efectos adversos tampoco le preocupa en exceso, por una simple razón: “O gustas o no gustas”. “Tuve mucha pelea con Rosario para convencerla, a ella y a la discográfica. Pero es imposible que alguien me demuestre que esto es malo para un artista, porque La voz enaltece su figura”.

Lo que persuadió a Lagarrigue y a Orellana fue que el programa no se inmiscuye en las vidas personales de los cantantes. Lo mismo afirman Armand Martín (Jet Management) y Carmen Recio (Melamusic), agentes respectivamente de David Bustamante y Sergio Dalma, ambos jurados de El número uno, de Antena 3, que finalizó en junio. “Siempre valoras los aspectos negativos y positivos, pero como el concurso era tan blanco y \[Bustamante\] solo tenía que ser lo que es él, nos convenció”, dice Martín. “Aunque claro que hay casos de otros artistas para los que hemos valorado que no sería bueno, porque el programa no se ajustaba a su perfil o, simplemente, porque no les apetecía”.

Compaginar una agenda de conciertos y compromisos varios con la participación estable en un concurso es otro de los obstáculos que deben sortear. Sergio Dalma recibió una oferta de La voz que tuvo que rechazar, dado que las fechas coincidían con su gira Vía Dalma II. “El número uno llegó un par de meses después, y en este caso Sergio tenía que dedicarle un solo día a la semana [en vez de los cuatro que requería La voz], y fue compatible con la gira”, explica Recio. “Evidentemente, la televisión sigue siendo el mayor escaparate para un artista”, remata, “así que creo que sí que suma a su carrera. No sé si en cantidad de discos, conciertos o popularidad, pero suma”.