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Columna
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Patria

Juan Cruz

A los países les gustan los héroes. Pero, para que brillen, también necesitan a los villanos. Esta serie de tanto éxito, Homeland, que ahora da la Fox, tiene como protagonista a un sargento, Brody, que es recibido en Estados Unidos como héroe de la guerra contra el terror de Al Qaeda pero que se va configurando como un villano traidor a su patria.

Para que a Brody se le vaya apareciendo en la sotabarba su carácter maléfico los guionistas encontraron un artilugio argumental que hubiera sugerido un niño, pero hay que ser un niño muy avispado para alcanzarlo. La funcionaria de la CIA que sospecha de él es perseguida a su vez por procurar, como diría Caballero Bonald, “el descrédito del héroe”. Cuando ya parece que ella sucumbe, ve por casualidad en la tele (la casualidad es un arma del guionista) las imágenes de la recepción del héroe. Cada vez que lo enfoca la cámara, el sargento Brody hace un sospechoso gesto con los dedos, una especie de morse que seguramente apela a los terroristas que, con toda probabilidad, lo han reclutado. Atentos, porque mañana prosigue el informe de Brody.

Ese primer episodio de la ficción lleva a episodios de la realidad. Hemos visto (en la tele, todo se ve en la tele) a Obama manifestando cansancio ante Romney, para regusto de los que ya lo ven perdiendo ¿Y si fuera una señal? ¿Y si de ese modo el presidente norteamericano estuviera apelando a algunas sensibilidades cuyo apoyo demanda?

El segundo episodio. Rafael Hernando, portavoz adjunto del PP, denunció al juez Pedraz porque éste actuó, dice, como “un pijo ácrata”. Podría aprender de Brody el fogoso político conservador. En lugar de decir abiertamente esa expresión con la que manifiesta lo que seguramente piensa de veras acerca del juez que le disgusta, tendría que haber utilizado un sublenguaje que significara lo mismo y que le salvara del riesgo de ser demasiado lenguaraz. Podría haber dicho “Pedraz” y con el gesto estar diciendo lo que cree del juez.

Estamos en tiempos de héroes y de villanos. A veces los héroes se acuestan como tales y se despiertan cubiertos de oprobio. Vean Homeland para que confirmen que no es héroe todo lo que reluce. Ni villano aquel al que señalan como tal.

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