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OPINIÓN
Tribuna
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Negocios

Carlos Boyero

Aunque la haya visto muchas veces me sigue dando miedo y conmoviendo la terrible película de Cronenberg Promesas del Este. El mal, encarnado por un zar ruso del caballo, se rige por métodos feudales. Desvirga y preña a crías del Este a las que ha llevado a Londres con engaños y falsas promesas, les inyecta heroína sin prisas y sin pausas, las prostituye. Encuentra natural no solo el exterminio de la que pueda crearle un problema, sino también del bebé que tuvo una desgraciada y que él engendró en sus estratégicas violaciones.

Intentas consolarte ante ese retrato de la barbarie en la seguridad de que solo es ficción. Pero, minutos después, cuentan en el telediario que han detenido en Palma de Mallorca a una banda que se dedicaba al mismo trapicheo y utilizaba idéntica metodología que el personaje que interpretaba Armin Mueller-Stahl. Prostituían a menores de edad, alguna de ellas con deficiencia mental, a base de engancharlas a la droga, incluyendo una que la palmó por sobredosis. Las crías también rodaban porno. Y deduces que esa oferta abyecta tenía jugosa demanda, que la clientela encontraba mucho morbo en follar con niñas yonquis y discapacitadas. No es una película. Da náusea. Y miedo.

Continúan hablando del polvo blanco. Aparece Pablo Escobar, aquel señor que ofreció pagar la deuda externa de Colombia si el Estado dejaba de darle la brasa y que prefería acabar muerto en su país que encarcelado en Estados Unidos, algo que el muy patriota consiguió. La historia que cuentan es graciosa. Trescientos capos de la coca colombiana están negociando entregarse con la DEA norteamericana. A cambio, los redimidos podrían quedarse con la mitad de sus bienes y reducir su estancia en el trullo, que inicialmente sería de 50 años, a un periodo que oscila entre dos y cuatro años. Imaginas que estos hombres no solo se ganaron la vida haciendo bisnes con el polvo blanco, sino que desgraciadamente tuvieron que quitarle la suya a miles de personas. Pero son naderías. Todo es negociable si existe buena voluntad entre los narcos y sus supuestos cazadores. En España el trato es aún mejor. El Gobierno te ofrece la amnistía a cambio de un razonable 10% de tu fortuna. Y por supuesto, banqueros, gánsteres, políticos y representantes de la ley y la justicia se parten de risa cuando algún ingenuo plantea la necesidad de legalizar las drogas.

Una imagen de Promesas del Este.

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