Common, 'The dreamer / The believer'

El anterior trabajo de Common, Universal mind control (2008), fue un patinazo. Así que nada mejor que dejar de lado aquella banalidad con miras a la pista y los charts para reencontrarse con el rol de rapero concienciado que caracteriza su carrera. En cualquier caso, siempre va a ser un blando para el sector gangsta del género y demasiado explícito para medios como, por ejemplo, Fox News. Y ya puestos a recorrer terrenos propios, Common ha optado por recuperar a No I.D. como productor, el hombre que puso colchón a sus rimas en los noventa, cuando el artista de Chicago todavía se hacía llamar Common Sense. ¿Se está así mirando el ombligo? No del todo, mientras entregue un álbum tan sólido como éste.

No I.D. incorpora samples del soul de los setenta (también fagocita Mr. Blue Sky de la ELO), extiende grooves sutiles y potencia sentidas partes vocales (en las que brillan James Fauntleroy II y Makeba Riddick). Y Common lo mismo pide esperanza apoyándose en un poema de Maya Angelou que añora un amor sobre fondo de falsete (Lovin’I lost) o se pone farruco para rimar con látigo (en el corte titulado, paradójicamente, Sweet). Prima, sin embargo, la atmósfera optimista y de superación, con una cima perfecta para sentirse bien: Celebrate (con sample de ¡Kenny Loggins!). A esa misma ola contribuye la entonación gospel de John Legend en The Believer, frente a las aristas de Ghetto dream, donde figura el neoyorquino Nas como invitado. El cierre, Pops belief, concede nueva perorata al padre de la estrella. Y esa voz grave, aquí sobre fondo de piano, no molesta, pese a la redundancia con la que aparece en los discos de Common. En este caso, el mejor que ha firmado desde Be (2005).

Valoración: 0 ABERRANTE, el mundo sería mejor sin él; 1 PRESCINDIBLE, nadie se acordará de él; 2 PASABLE, para incondicionales; 3 ACONSEJABLE, en su estilo merece la pena; 4 INDISPENSABLE, un éxito asegurado; 5 OBRA MAESTRA, uno entre un millón.