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La corresponsal de EL PAÍS en Brasil analiza la situación del país tras el asalto a los tres poderes

Naiara Galarraga se reúne con un grupo de suscriptores del diario en un encuentro virtual exclusivo

El País

Era su primer día libre después de haber cubierto la muerte de Pelé y su funeral, además de la toma de posesión del nuevo presidente Luiz Inácio Lula da Silva. La corresponsal de EL PAÍS en Brasil, Naiara Galarraga Gortázar, lo aprovechaba comiendo con unos amigos. En el momento del café, sonó el teléfono móvil. No era una WhatsApp o un correo, era una llamada de la redacción. Se le activaron las alertas. Estaban asaltando las sedes del Congreso, la Presidencia y el Tribunal de Justicia, ubicadas en la Plaza de los Tres Poderes de Brasilia. Era el 8 de enero y la periodista tuvo que concluir su descanso de manera precipitada. Galarraga relató la historia completa hace unos días a un grupo de suscriptores de EL PAÍS en un encuentro virtual que forma parte del programa de actividades exclusivas de EL PAÍS+.

La corresponsal explicó que hacía un tiempo que se podía prever alguna acción sorpresiva por parte de los seguidores del anterior presidente, Jair Bolsonaro, ya que este había estado alentando a sus votantes a revelarse contra los resultados electorales. Bolsonaro presentó un recurso a los tribunales, rechazado expeditivamente, que apuntaba un supuesto fraude en el proceso. No obstante, estos movimientos previos al asalto no hizo que la sorpresa de la periodista fuera menor al enterarse.

Para comprender cómo se ha llegado a la agitación vivida en enero en Brasil, el grupo de lectores y la corresponsal retrocedieron hasta las elecciones que dieron la victoria a Bolsonaro. “Es el hombre adecuado en el momento adecuado”, apuntó la periodista. Su figura, tal y como evidenció un suscriptor, se hizo más popular cuando sufrió un atentado en 2018. Eso lo convirtió en un fenómeno, pero Galarraga señaló que “hay muchas corrientes profundas” que se mueven en Brasil y que están relacionadas con el auge de la extrema derecha: el aumento del poder de las iglesias evangélicas es uno de ellos. “Es la transformación más profunda que está sufriendo el país en este momento, más allá de quién gobierne”.

Bolsonaro supo captar esa oportunidad, pero más allá de teorías de la conspiración, la corresponsal recordó que el expresidente hablaba y habla a un país que quiere volver a ser grande tras vivir una época de prosperidad que se vio frenada de manera drástica.

Los votantes de Brasil están sometidos a la desinformación, ligada directamente a la desigualdad del país, tal y como explicó la corresponsal: “Los brasileños viven enganchados a Internet, son los ciudadanos que más horas pasan en redes y eso está vinculado al transporte, a muchísima gente que pasa muchas horas al día en ir y venir a sus trabajos”. En WhatsApp o redes sociales han circulado mentiras delirantes que acusaban a Bolsonaro de canibalismo o a Lula de estar poseído por el diablo. “Todo eso creó este cóctel”, concluyó en referencia al asalto.

Qué ocurrirá a partir de ahora con esta tensión, está por ver. Cuando Galarraga llegó a Brasil, Lula da Silva era “un cadáver político” que con más de 70 años cumplía condena en la cárcel. “Ahora está disfrutando de su tercer mandato y lleva tres semanas en el poder con una intentona golpista que consiguió neutralizar en tres horas”, resumió la corresponsal como ejemplo de lo imprevisible del país.

Lo que sí evidenció Galarraga son los grandes retos que se le presentan a Lula. Por un lado, la presencia internacional es sin duda importante, pero deberá encontrar el equilibrio para contentar a sus dos grandes socios comerciales, EEUU y China, quienes tensarán la cuerda para que decida entre ellos. Mientras, internamente debe encarar la crisis abierta con los militares y la grave crisis económica que resquebraja en país con 33 millones de hambrientos.

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