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Esta presa lleva construida más de 20 años y nunca se ha utilizado

El embalse de Villagatón (León), en el que se han invertido cerca de seis millones de euros, todavía no ha entrado en explotación después de más de dos décadas terminado. Comprobamos la situación de cuatro obras hidráulicas señaladas por Ecologistas en Acción como grandes fiascos

Estado actual del embalse de Villagatón (León), con su presa de hormigón de 39 metros de altura.
Estado actual del embalse de Villagatón (León), con su presa de hormigón de 39 metros de altura.Javier Casares
Clemente Álvarez

La presa de Villagatón lleva más de 20 años en pie, pero hasta ahora nunca se ha utilizado. “Aquí con el pantano se han reído del pueblo”, asegura en la puerta de su casa Manuel de la Torre, uno de los vecinos del municipio leonés donde se levanta este muro de 39 metros de alto, una enorme pared de hormigón que al otro lado no tiene agua, sino campo. A pesar de tratarse de un embalse pequeño en cuanto a capacidad de almacenamiento (3,98 hectómetros cúbicos), este es uno de los casos más llamativos de las presas señaladas por Ecologistas en Acción como grandes fiascos. Acabada hace más de dos décadas, esta obra todavía no ha entrado en explotación. No ha servido para nada.

De los apenas 20 habitantes que viven ahora todo el año en Villagatón, varios recuerdan que de pequeños ya oían hablar de la presa que se iba a construir, pero también cuentan que para cuando empezaron las obras en los noventa no quedaban agricultores que necesitaran agua para regar. “No había comunidad de regantes, se dijo que se iba a formar, pero no se hizo. Nunca existió esa cooperativa de regantes”, comenta De la Torre, que reclama que el pueblo sea compensado por todos los años que llevan viendo esta pared inútil. Aunque el Gobierno de Castilla y León afirma que la obra terminada no fue entregada hasta 1999, este vecino asegura que el año que se convirtió en presidente de la Junta de vecinos, en 1995, la presa ya estaba ahí. “Nos pusieron un muro al pueblo”, incide. “Es el embalse de la vergüenza”.

La Administración autonómica calcula que hasta ahora se han invertido en esta presa 5,95 millones de euros, de un presupuesto inicial de 3,66 millones que entonces todavía se contaban en pesetas (al que luego hubo que sumar otras obras de impermeabilización y mejora de la seguridad). Y, a pesar de su rocambolesca historia, todavía confía en dar un uso al embalse, de forma que sirva para otros regantes más lejos. “La Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural y la Confederación Hidrográfica del Duero llevan más de dos años trabajando conjuntamente para poner en marcha esta infraestructura, lo que probablemente se hará efectivo en los próximos meses”, señala el Gobierno castellanoleonés. Sin embargo, en todo este tiempo no es la primera vez que se anuncia el comienzo de la explotación de la presa como inminente. Por su parte, la Confederación se echa a un lado: “La titularidad de la presa de Villagatón es de la Junta de Castilla y León”.

Las opiniones se dividen entre los que claman para que se aproveche algo ya construido y los que piden tirar abajo la presa para acabar con el despropósito. “Fue una politicada”, señala Miguel Fernández, otro vecino de Villagatón. “En el pueblo, la gente se pregunta: ‘¿Para qué lo hicieron?’. Yo no lo sé”.

Un vecino de Villagatón trabaja en su huerta, a pocos metros del muro del embalse.
Un vecino de Villagatón trabaja en su huerta, a pocos metros del muro del embalse.Javier Casares

Ecologistas en Acción pide que el de Villagatón y otros embalses sean derribados por considerarlos inútiles. Reclaman demolerlos para devolver a los ríos su funcionamiento natural, para recuperar las tierras ocupadas y por el gasto que supone tener que mantener estas infraestructuras para garantizar su seguridad.

De forma totalmente contraria piensa Francisco Flores, vicepresidente de la Sociedad Española de Presas y Embalses (SEPREM), que en el caso de Villagatón se muestra partidario de encontrar algún uso a la construcción ya hecha. "No es un problema de la presa, el problema es que estos terrenos están a mucha altura y en estas zonas no hay un regadío que sea realmente competitivo”, incide el ingeniero, que considera que las críticas de los ecologistas se deben a su “fobia” por las obras hidráulicas.

En cambio, para Santiago Martín Barajas, portavoz de Ecologistas en Acción, lo que no tiene sentido es buscar utilidad a las presas después de levantarlas, lo que asegura ya ha ocurrido más veces. “Si en España no hubiera embalses habría que construirlos, el problema es que el país ya tiene 1.250 y en los últimos años se han hecho embalses que no son necesarios. Estas son de las infraestructuras más impactantes que existen, pues se pierde todo lo que queda dentro del vaso, por eso solo deben construirse cuando son absolutamente esenciales, es una barbaridad cuando se hacen sin que sea así”, destaca Martín Barajas, que asegura que hay muchos otros ejemplos en los que se ha despilfarrado dinero en embalses inútiles.

Embalse de Finisterre (Toledo)

Construido en 1977, en Toledo, el embalse de Finisterre es mucho más grande, pues tiene una capacidad de almacenamiento de 133 hectómetros cúbicos (hm3). Sin embargo, Ecologistas en Acción asegura que lo máximo que ha llegado a embalsar alguna vez son 58 hm3, en 1997, estando desde hace años muy por debajo de ese nivel.

“Los proyectistas sabían perfectamente lo que estaban haciendo. Se hizo intencionadamente así, sabiendo que las aportaciones eran pequeñas”, replica Francisco Flores, de la SEPREM. “Es una presa que está en el río Algodor y se construyó después de unas avenidas de agua muy importantes. Como recrecer la presa es una obra relativamente barata, los proyectistas consideraron que el mayor resguardo frente a avenidas era hacerla un poquito más alta. Si se analiza en esa presa la curva de altura/volumen de embalse, se puede comprobar que los últimos cinco metros casi tienen cien hectómetros cúbicos de capacidad. Costaba muy poquito recrecerla y daba una seguridad muy grande”.

Con todo, el agua embalsada a fecha 2 de noviembre es de solo 3,83 hm3. “Siempre hemos tenido poquísima agua. De hecho, nosotros dejamos de usar Finisterre, desde 2005 traemos el agua de Almoguera [embalse de Guadalajara]”, explica Pilar Ortiz, de la Mancomunidad del Río Algodor, entidad que engloba a 45 municipios toledanos de esta zona. “Incluso teníamos una planta potabilizadora, pero tuvimos que abandonar ese suministro porque ya no se podía coger. ¿De dónde se va a abastecer Finisterre si el río Algodor va siempre seco?”, recalca.

La Confederación Hidrográfica del Tajo se limita a señalar que este embalse “actualmente se encuentra en explotación”.

Embalse de San Clemente (Granada)

El pantano de San Clemente, en Granada, se encuentra en estos momentos al 13,3% de su capacidad. Aunque se trata de otra obra grande que puede almacenar hasta 117,9 hectómetros cúbicos, de nuevo la realidad es muy distinta. De hecho, durante 42 semanas del año hidrológico 2019-2020, terminado el pasado octubre, este fue el embalse con menor porcentaje de agua respecto a su capacidad de toda la cuenca del Guadalquivir. El máximo que llegó a alcanzar en el año fue de 20,9%, el pasado mayo. Según Ecologistas en Acción, hay poca agua porque el proyecto inicial preveía que llegara hasta allí a través de un trasvase que después no se ejecutó y por haberse construido en un suelo con materiales permeables, como calizas, gravas o conglomerados. “Ha habido algunos fracasos muy importantes de presas que se han hecho en terrenos permeables, por ejemplo, en la presa de Canelles en el río Noguera Ribagorzana lo que se hizo fue inyectar el terreno, porque la presa era importante y tenía un aprovechamiento muy grande, ahora se usa para generación eléctrica. Esas cosas pasan”, reconoce el vicepresidente de SEPREM. Por su parte, José Luis López, concejal del cercano municipio de Húescar, asegura que el Ayuntamiento lleva años advirtiendo a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir de la existencia de una grieta en el terreno por la que se escapa el agua. “Es una grieta por la que cabe un coche”, afirma. La Confederación no ha respondido a las preguntas de este diario.

A pesar de las pérdidas, para Francisco Hornos este embalse sigue teniendo agua útil que aprovechar. De otra forma, se le haría muy difícil entender por qué su pueblo se quedó destruido en el fondo del pantano. Él era uno de los habitantes de la pedanía de San Clemente, que fueron realojados en un barrio nuevo en Húescar para construir el embalse. “Éramos unas cien familias”, relata. Tuvieron que dejar sus casas en 1989 y desde entonces su vida cambió “como la noche al día”. Según cuenta, algunos tuvieron depresiones. Hoy ya quedan pocos en el barrio, pero cada vez que se ven su tema de conversación es siempre el mismo. “Fue una equivocación, eso no se paga con dinero”, comenta. “La mayoría de mis sueños siguen siendo en San Clemente”, concluye.

Embalse del Catllar (Tarragona)

El embalse del Catllar, en Tarragona, se inauguró en 1975 y es propiedad de la empresa Repsol, que tiene una concesión de explotación de 75 años. Se trata de un pantano con una capacidad de 60 hectómetros cúbicos, pero el volumen medio embalsado en los últimos 20 años ha sido de cinco hm3, según la propia compañía petrolera. Aunque se ideó para dar suministro a la refinería de Tarragona, nunca sirvió demasiado para esto por el bajo caudal del río y por las filtraciones. “Aunque en los años setenta se concibió con unas dimensiones, luego se recreció, pero se hizo mal o sin haberlo estudiado bien, pues a partir de una cota determinada el agua se va”, explica Pep Bertran, portavoz de Repsol. Si ya se usaba poco, hace unos años empezó a funcionar además en la zona una planta que regenera agua residual para consumo industrial. “La situación actual es que nosotros apenas consumimos agua del embalse”, comenta Bertran, “lo tenemos contemplado como una reserva estratégica para un caso de emergencia”. A pesar de esto, lo habitual durante mucho tiempo era que todo el agua del Gaià se quedara en el pantano, no dejando nada para el río en sus últimos ocho kilómetros de cauce entre la presa y la desembocadura en el mar Mediterráneo.

A raíz de un convenio con la Agencia Catalana del Agua, desde 2011 se empezaron a realizar desembalses para dejar un caudal ecológico que fuera al Gaià. “Aquí hemos aplicado aquello de hacer de los problemas oportunidades”, afirma el portavoz de Repsol. La primera vez, el agua que se dejó pasar para el río se quedó a menos de un kilómetro del mar. Con el segundo, en 2015, el río volvió a llegar al Mediterráneo por primera vez en más de 30 años. En los últimos meses, la compañía asegura que el agua alcanza el mar de forma diaria.


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Sobre la firma

Clemente Álvarez
Es el coordinador de la sección de Clima y Medio Ambiente de EL PAÍS y está especializado en información ambiental, cambio climático y energía. Ha trabajado para distintos medios en España y EE UU, como Univision, Soitu.es, la Huella en La2 de TVE... Fue también uno de los fundadores de la revista Ballena Blanca.

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