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Aisén Etcheverry, ministra de Ciencias: “La siguiente industria a desarrollarse con fuerza en Chile es la biotecnología”

La secretaria de Estado del Gobierno de Gabriel Boric apunta a los salares de litio como una oportunidad para potenciar las innovaciones tecnológicas en el país

Aisén Etcheverry en Santiago (Chile).
Aisén Etcheverry en Santiago (Chile).SOFIA YANJARI

Cuando Aisén Etcheverry (Santiago, 44 años) asumió como ministra de Ciencias, Tecnología, Conocimiento e Innovación, en marzo de 2023, el presidente de izquierdas Gabriel Boric le encomendó, cuenta, “pensar fuera de la caja” para conseguir que Chile sea un referente en investigación y desarrollo. Por eso, dice en esta entrevista con EL PAÍS, en su oficina en el centro de Santiago, que en las posibilidades de innovación relacionadas con la industria del litio que lo que quieren es superar el “camino tradicional” (extracción y exportación del mineral, incluso la fabricación de baterías): “En los salares, el 1% es litio y el 99% son otros elementos, como potasio, que pueden ser interesantes para la biotecnología, por ejemplo”.

Abogada y experta en propiedad intelectual, Etcheverry está apostando al Instituto Tecnológico de Investigación del Litio y Salares, un proyecto conformado por varios ministerios que será edificado en la región de Antofagasta, en el norte de Chile, para emprender vuelo en ambiciosas investigaciones sobre el llamado ‘oro blanco’. El despliegue oficial se espera dentro de unos días, cuando sean adjudicados los primeros proyectos mediante el concurso Anillos de Investigación en Litio y Salares, con fondos gubernamentales.

Mientras esto se gesta, Chile intenta ser visto como más que un proveedor de minerales a nivel internacional. Con el fin de seducir al mundo mediante las tecnologías, el presidente Boric, acompañado de una delegación que incluyó a la ministra de Ciencias, estuvo en Europa a mediados de junio, donde visitó la sede del Observatorio Europeo Austral (ESO, por sus siglas en inglés) en Alemania, y cuya gira es calificada como beneficiosa por Etcheverry.

Pregunta. Hay un creciente interés hacia el litio chileno. ¿Cómo están pensando en no quedarse en la simple explotación?

Respuesta. Nosotros tenemos como mandato generar valor agregado, encontrar mecanismos de explotación más sustentables, investigar qué otras industrias se pueden desarrollar a partir de los salares. Esto lo estamos materializando a través del Instituto Tecnológico de Investigación del Litio y Salares.

P. ¿Se producirán baterías de litio en Chile en algún momento?

R. Probablemente sí, pero no es lo único. Hay otro universo de posibilidades que quizá no son vistas con tanta claridad por ser explotadas. Cuando uno mira el potencial de la industria más sofisticada en Chile, están dos áreas: la inteligencia artificial y la biotecnología. Eso nos obliga a preguntarnos cómo se conectan estas capacidades con los salares. Estamos pensando en cómo conectar estos mundos y en cuál es la próxima industria por desarrollar.

P. ¿Cuál es esa industria?

R. Mi apuesta es que la siguiente industria a desarrollarse con fuerza en Chile es la biotecnología. Los salares contienen una riquísima biodiversidad con microorganismos que se adaptan a condiciones muy extremas. La industria biotecnológica investiga sus propiedades y ya aplica ese conocimiento a distintas cosas, desde una explotación minera más sustentable, hasta aplicaciones para otras industrias, como de la salud, de la manufactura, todas más sustentables.

P. ¿Ya están conformándose para ello?

R. Totalmente. El año pasado comenzamos los primeros proyectos de investigación asociados a batería y extracción de litio, pero también a otros componentes de salares que tienen potencial industrial para investigar.

P. ¿Hay un modelo internacional que estén mirando en ese sentido?

R. Es difícil pensar en modelos internacionales, porque los salares son una especie única de nuestro país. Sí, miramos como modelo lo ocurrido con grandes infraestructuras de investigación en Chile, con sus luces y sombras. Sólo hay que ver el efecto de los observatorios astronómicos, que son instalados por una característica del país (cielos limpios en el norte), sobre el desarrollo industrial y científico chileno. Ese es un modelo que aspiramos para los salares. Por eso, el instituto (del litio y salares) es importante porque tiene cuatro áreas de trabajo, una de ellas vinculada al estudio de los salares. Pero esto funciona en la medida de que tenga un fuerte componente internacional, y el instituto sea un lugar –así como los observatorios– para la tecnología, conocer y desarrollar todo lo ocurrido a partir de un espacio tan único como un salar.

P. ¿Qué perfil buscan para la dirección ejecutiva de este instituto?

R. Es un perfil único. Necesitamos una persona que conozca sobre litio y salares, pero que sea ejecutivo y sepa cómo instalar una institución. Tal vez ocurrirá que tendremos un director interino durante el primer año y medio, que haga el proceso de instalación. Es decir, contrate las oficinas, arme el equipo, eche a andar la máquina y, posterior a eso, un segundo director o directora más experto, ojalá con reconocimiento internacional en estudios de litio y salares.

Inteligencia artificial y regulaciones

P. Ustedes han presentado en el Congreso una propuesta de ley para regular los sistemas de inteligencia artificial. ¿Cómo legislar en esta área?

R. Es una materia totalmente incipiente. Esto fue un desafío que nos tuvo ocupados todo el año pasado, diría de manera casi exclusiva. Fue un trabajo colaborativo, amplio, para llegar a un proyecto de ley. Tenemos un horizonte claro: contar con una legislación que permitiera abordar los riesgos en materia de inteligencia artificial. También seguir promoviendo la innovación. Chile tiene un gran potencial y debemos ser proactivos e, incluso, agresivos en cómo abordamos los desafíos.

P. Pero la regulación se irá modificando porque la tecnología va más rápido que las leyes.

R. Exacto. Con antecedentes y objetivos, elaboramos este proyecto de ley que se acerca mucho a la legislación europea, pero es más liviana porque vimos que había algunos impactos en promoción de la innovación que no queríamos para nuestro país.

P. ¿Cómo cuáles?

R. Un ejemplo puede ser el efecto que genera el que la certificación de los algoritmos tenga que ser antes de su ingreso al mercado. La legislación europea establece riesgos y, dependiendo de los riesgos, un algoritmo tiene que ser certificado antes de poder comercializar dentro de la Unión Europea. Ese proceso es largo y cuando una tecnología, que avanza y se actualiza rápidamente, tiene esa puerta de entrada tan rígida, puede generar un impacto en la innovación, ralentizar los procesos. En lugar de adoptar ese modelo, establecimos los riesgos –en efecto, hay una fiscalización– que se hace posterior. Entregamos más responsabilidad a los desarrolladores de IA de autorregularse en cierta manera, pero con sanciones muy elevadas si no cumplen con la ley.

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