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CULTURA

Arte de guerrilla

El CA2M acoge una muestra de la artista Paloma Polo que visibiliza la larga lucha revolucionaria del pueblo filipino

Fotograma de 'El barro de la revolución', rodada en Filipinas.
Fotograma de 'El barro de la revolución', rodada en Filipinas.Patricia Polo

Un frondoso bosque tropical filipino como escenario, el sonido de las chicharras como banda sonora y la vida de los integrantes del Nuevo Ejército del Pueblo –una unidad guerrillera del país asiático– son los ingredientes de la obra documental El barro de la revolución de la artista Paloma Polo (Madrid, 1983) que puede verse hasta el 6 de enero de 2020 en el Centro de Arte Dos de Mayo (CA2M, avenida de la Constitución, 23, Móstoles). La película vertebra la exposición homónima donde se recogen también otros trabajos de Polo durante su estancia en Filipinas durante tres años.

La muestra pretende visibilizar la revolución del pueblo filipino, una de las más longevas del mundo, sometido históricamente a la colonización (primero de los españoles y posteriormente de los estadounidenses), a dictaduras como la de Ferdinand Marcos durante más de 20 años y al expolio de los países occidentales. “Este larguísimo conflicto ha convertido a estas comunidades en un repositorio de sabiduría sobre el cambio sociopolítico”, dice Polo que considera el arte una herramienta para hacer política. “Mi trabajo contiene una exploración y reflexión sobre estos saberes en contrapunto con nuestra sociedad globalizada”, añade.

El barro de la revolución es un proyecto concebido desde la exploración del arte como potencia transformadora, que pone ante nuestros ojos las responsabilidades que emanan de nuestra condición como seres humanos, aquellas luchas que construyen y dan sentido a la vida”, apunta el comisario de la muestra Juan de Nieves.

Polo, interesada en los movimientos sociopolíticos actuales, viajó por primera vez a Filipinas en 2012 para “obtener una formación mucho más rica de la que estaba obteniendo en Europa”. “Al igual que muchos artistas de mi generación, yo no he estado involucrada de manera significativa en movimientos políticos europeos, entre otras razones, porque estos movimientos, habitualmente cínicos y en no pocas ocasiones derrotistas, parecen haber desterrado horizontes políticos comprometidos con una transformación fundamental de la vida y la sociedad”, cuenta. Y prosigue: “Mis aspiraciones se orientaron, por tanto, hacia la búsqueda de otro tipo de interacciones de lo político. Lo que implicaba, necesariamente, desplazarse a un campo de batalla más vigoroso, aguerrido y exigente con el futuro”.

Aquel primer viaje tenía como objetivo investigar los problemas de interacción entre el ser humano y el paisaje en áreas en desarrollo, pero su convivencia con pueblos indígenas genera en la artista un impacto que desborda sus planteamientos iniciales. “Mi proyecto inicial reunió a un equipo multidisciplinar de pensadores y activistas en torno a un caso de estudio para proponer soluciones sostenibles que considerasen formas más humanas de organización sociopolítica y superación de estos conflictos. Pero al cabo de un tiempo concluí que lo analítico no parecía ser resolutivo a la hora de enfrentar un futuro mejor”, explica Polo, que acabó conviviendo en clandestinidad con el Nuevo Ejército del Pueblo (NPA por sus siglas en inglés) –brazo armado del Partido Comunista filipino– para rodar el documental.

Como explica la artista, “los integrantes del NPA que mi película e investigaciones retratan no son solo guerrilleros; son laboriosos y activos constructores de un mundo distinto, concebido desde el trabajo cooperativo. Su tarea es primordialmente pedagógica, pero se practica también asistiendo a las comunidades como médicos, docentes, investigadores, artistas, mediadores, administrativos, agricultores…”.

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'Tinta sobre papel' (2015), de Patricia Polo.
'Tinta sobre papel' (2015), de Patricia Polo.

Además del documental, la muestra Los barros de la revolución exhibe otros trabajos que Polo desarrolló con personalidades locales como un video de animación sobre el desplazamiento de los pueblos indígenas en Filipinas, una serie de fotografías sobre botánica y su uso medicinal, y dibujos en torno a una conversación con la activista Radha D´Souza. En septiembre también se publicará un libro de artista en el que se recogen colaboraciones de guerrilleros invitados por la propia Polo. “Algunos de ellos continúan en la clandestinidad y otros están en la cárcel y sus contribuciones tienen un gran valor porque, aunque la gente no lo sepa, los filipinos tienen una gran vinculación con el arte y la literatura”, explica la artista madrileña que actualmente reside en Alemania.

Señalada por el gobierno filipino, quien la incluyó en una lista negra de migración, Polo concluyó este proyecto en 2016, aunque continuó interesándose por las luchas revolucionarias. De una residencia artística en París surge El predicador y el maniqueo. Carta de X a F, una película de animación donde Polo acude a un episodio concreto basado en las desavenencias ideológicas entre dos de los personajes políticos centrales en la lucha antifranquista del momento, Javier Pradera y Jorge Semprún, y que puede verse también en el CA2M.

 El centro de arte organiza todos los sábados un recorrido performativo en torno a la muestra. Y el 19 de septiembre, dentro del festival de videoarte Proyector, se realizará un pase especial de Los barros de la revolución con la participación de Paloma Polo.

 

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