Noa: “Bach es el mejor constructor de puentes”
La cantautora israelí pone letras contemporáneas a composiciones de Johann Sebastian Bach combinando osadía y respeto
En el último cuarto de siglo, la israelita Noa ha conseguido convertirse en una de las voces más importantes del enrevesado panorama musical internacional. Una voz sugerente y un estilo sumamente personal, que nunca pierde de vista su lugar de procedencia y las tensiones que allí se viven, ha encumbrado a Archinoam Nini (Tel Aviv, 1969). Ahora ha decidido abandonar los caminos trillados: poner letras contemporáneas a composiciones de Johann Sebastian Bach y cantarlas combinando la osadía con un respeto total. Letters to Baches su último disco, que esta noche presentará en el festival Strenes de Girona (Auditori, 21 horas) y mañana en el Festival de Guitarra de Barcelona (Barts, 21 h.), únicas fechas confirmadas en España.
“¡Johann Sebastian Bach es el maestro de los maestros!”, exclama. “Creo que es el único músico que todos los músicos admiramos. Cualquiera que lo escuche queda hechizado, en cualquier lugar del mundo. Su música es milagrosa. Toqué al piano algunas de sus composiciones de niña. Más tarde, escribí la letra de la hermosa Ave Maria de Bach y Gounod, una de las canciones más importantes de mi carrera. Ahora, después de casi 30 años, con mi guitarrista Gil Dor decidimos escalar el Everest de la música, abriendo una nueva ventana para dejar entrar el sol”.
Pregunta. ¿Cuál es el significado de la música de Bach en la sociedad actual?
Respuesta. Bach es el mejor constructor de puentes: personas de todas las generaciones, de diferentes culturas y orígenes, pueden disfrutar y sentirse conmovidos por la increíble música que surgió de él. Además, siento que en el mundo de hoy, donde se veneran las cosas superficiales, volubles, huecas, donde la meritocracia está siendo constantemente atacada y degradada, existe la necesidad de música, arte, literatura, de creatividad de mayor entidad que empuje a la audiencia hacia arriba y no la arrastre hacia abajo, revolcándose en el barro e intentando agradar a toda costa. Mi pequeña rebelión contra este fenómeno, contra el Trumpismo y todo lo que viene con él, es Letters to Bach.
P. Poner a la música instrumental de Bach letras contemporáneas con preocupaciones como el feminismo, el calentamiento global o la tecnología ¿no traiciona su espíritu?
R. ¡Todo lo contrario! Bach fue un maestro improvisador, un innovador, un rebelde. Era un espíritu libre, audaz, y tenía un sentido del humor único.
P. ¿Significa este disco un cambio en su propuesta musical?
R. No. Soy cantautora y siempre lo seré. Siempre estoy buscando nuevas direcciones, me encantan los desafíos. Mi próximo disco será todo jazz original... Creo que mi audiencia ha crecido y espera esas cosas de mí.
P. La crispación es la tendencia dominante de la sociedad. ¿Puede la música reducirla?
R. La música puede ser placentera, puede sanar... pero también puede ser una bofetada, una alarma, una llamada a la acción. Todo eso es desesperadamente necesario hoy.
P. La situación entre Palestina e Israel parece enquistada...
R. La situación es realmente complicada y, tras las recientes elecciones en Israel, es fácil caer en la desesperación, pero no debemos hacerlo. La desesperación no lleva a nada. La solución a nuestro conflicto es bien conocida: dos estados, Israel junto a Palestina. Esta es la única vía, en mi opinión. Debemos iniciar negociaciones con respeto mutuo, esforzándonos para que todas las personas entre el Jordán y el Mediterráneo tengan una vida digna, oportunidades y seguridad. Debemos respetar la historia, las tragedias y las aspiraciones de cada uno y, finalmente, comprometernos. Todo esto está a nuestro alcance, los acuerdos se han redactado, estamos preparados para el apretón de manos final. Pero es la gente de la zona la que debe exigirlo. Debemos insistir.
P. ¿Cómo puede un artista contribuir a resolver esta situación?
R. He sido activista durante más de 25 años, desde el asesinato de Isaac Rabin. He colaborado con artistas palestinos, he participado en manifestaciones, escrito artículos, formo parte de la junta directiva de organizaciones que trabajan por los derechos humanos y la paz... He pagado un alto precio por todo eso, pero creo que no importa cuán alto sea el precio a pagar por poder hablar, ¡el precio del silencio siempre es más alto! En el pasado, solía decir: cada artista debe hacer lo que piensa, no está obligado a actuar. Hoy, creo que los artistas deben actuar, hablar y posicionarse. Hay una cita que dice: “Para que ocurra una tragedia, no es necesario que las personas malas hagan algo. Solo necesitas que la buena gente no haga nada”.
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