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Colau: “Después de mis hijos, la PAH es lo mejor que me ha pasado”

La Plataforma de Afectados por la Hipoteca cumple una década: del nacimiento del ‘Sí se puede’ al asalto a los ayuntamientos y las instituciones

Alfonso L. Congostrina
Los fundadores, entre ellos, Colau, Martín y Delgado.
Los fundadores, entre ellos, Colau, Martín y Delgado.MASSIMILIANO MINOCRI

Lluís Martí es un vecino de La Bisbal del Penedès (Tarragona). Su nombre no aparecerá en los libros de historia. Martí estaba llamado por la justicia a entregar su casa a la entidad bancaria con la que había firmado una hipoteca el 3 de noviembre de 2010. Se quedaba sin casa pero con la obligación legal de seguir pagando la deuda. No hizo ni una cosa ni la otra. Aquel día, cuando la comitiva judicial fue a desahuciarle topó con decenas de (entonces) desconocidos entre los que se encontraba la ahora alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; la diputada de En Comú Podem, Lucía Martín y la actual portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), Lucía Delgado.

La PAH había nacido con más pena que gloria unos meses antes, el 22 de febrero de 2009, hace ahora justo una década. Los activistas fletaron aquel día de noviembre de 2010 un autocar para intentar, por primera vez, hacer frente a un banco. Una pareja de agentes de los Mossos d’Esquadra acompañó a la comitiva judicial que se topó con la PAH impidiendo el acceso. Era una situación nueva. “Haremos lo siguiente, yo suspendo hoy el desahucio y le doy un mes y entonces vendremos y haremos el lanzamiento… quedamos el 3 de diciembre a las 10.00”, improvisó una representante del juzgado. Adrià Alemany, uno de los fundadores de la plataforma y compañero sentimental de Colau, se armó con un folio en la mano izquierda y una cámara de vídeo en la derecha y mientras grababa como se marchaba la comitiva empezó a gritar: “Ahora les leeremos los artículos que ustedes vulneran de la Constitución española que dice literalmente: Todos los españoles tienen derecho a una vivienda digna y adecuada…”. Lluís Martí sigue hoy viviendo en aquella casa. Tras varias protestas de la PAH llegó a un acuerdo para pagar un alquiler social con la entidad.

10 años y mucho camino por recorrer

Colau destaca las victorias alcanzadas por la PAH durante esta década: “En Cataluña la ley 24/2015 estaba suspendida y gracias a la PAH vuelve a estar en vigor obligando a los grandes propietarios a no desahuciar sin garantizar realojamientos. Nosotros (BComú) teníamos la voluntad de obligar a los promotores de obra nueva a destinar el 30% de los pisos a vivienda social pero sin el apoyo de la PAH, el Sindicatos de Inquilinos o las asociaciones de vecinos no hubiera sido posible. Todavía queda mucho trabajo hasta conseguir la dación en pago o un cambio legislativo que no trate igual a las familias vulnerables y a las ocupaciones de delincuentes”.

La PAH, hoy, ya se ha hecho mayor y ha cumplido su primera década. La que entonces era la portavoz de aquel movimiento se enfrenta, el próximo 26 de mayo, a la reelección como alcaldesa de la capital catalana. Sus siglas forman parte de la cotidianeidad. Los desahucios continúan y ahora no son los hipotecados sino los alquilados a los que multiplican las mensualidades. Durante diez años, la plataforma ha detenido más de 50.000 desahucios en toda España. La piel de la ciudadanía se ha hecho dura al problema de la vivienda, pero ellos mantienen que queda mucho camino por ganar.

“Después de mis hijos, la PAH es lo mejor que me ha pasado en la vida. Allí he aprendido que si la gente se organiza la realidad se puede transformar”, aseguraba el pasado viernes a EL PAÍS la alcaldesa de Barcelona. Colau recuerda aquellas primeras reuniones: “La gente estaba deprimida, pensando en suicidarse, en abandonar el país… era todo lo contrario a un grupo preparado para la movilización y la conquista de sus derechos”.

A una de aquellas primeras asambleas de domingo llegó Lluís Martí gritando desesperado y “a punto de cometer una barbaridad”. Los activistas le convencieron, se enfrentaron al poder de la banca y se dieron cuenta de que podían perder la guerra, pero ganar batallas.

Lucía Delgado es la actual portavoz de la PAH y también estuvo en la primera reunión de la asamblea de víctimas ahogadas por los créditos hipotecarios, en el local de La Solidaridad del Raval en Barcelona. Delgado, como Colau, no había firmado una hipoteca en su vida, pero era consciente del gran problema al que se enfrentaban miles de personas. “Cuando me enteré de que si no podías pagar tu casa la podías perder y, encima, seguías con una deuda de por vida me hizo un clic el cerebro”, recuerda la actual portavoz de la PAH.

Llenaron de cárteles la ciudad y después, reunión tras reunión, se convirtieron en especialistas en vivienda: “La PAH es una escuela de formación y empoderamiento. Aprendimos mucho hasta que llegó el gran trampolín con el 15M (2011)”.

La diputada Lucía Matín también remarca que el movimiento de los indignados cambio el paradigma: “Hasta entonces lo habitual era escuchar aquello de ‘nadie le puso una pistola en la cabeza para firmar la hipoteca’ o ‘sí se hipotecó fue porque quiso’ pero entonces se comenzó a recoger firmas para la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) y construimos los cimientos para hacer posible lo imposible”.

Dar el salto

Colau es hoy alcaldesa gracias a la necesidad que despertó el 15M. “Habíamos parado desahucios, recogido firmas, analizado el problema hipotecario pero seguía habiendo un techo que no podíamos atravesar las plataformas. Teníamos que dar el salto a las instituciones y lo hicimos”, recuerda la alcaldesa. La primera edil de Barcelona mantiene que “es imprescindible” que la PAH siga su trabajo de forma independiente porque, “gobierne quien gobierne”, la ciudadanía “debe estar organizada, combatiendo los poderes que hay alrededor de las administraciones”.

Colau se enfrentará el próximo mes de mayo a la reelección: “Estoy orgullosa de ser alcaldesa pero echo de menos la PAH. Es mi segunda familia y donde he crecido políticamente. Las instituciones tienen normas estrictas, partidos con los que es complicado trabajar con un objetivo común, burocracias que obligan a que pasen meses desde que se toman decisiones. En la PAH no teníamos nada y todos nos preocupábamos de todo. Ojala la política institucional se pareciera un poco a la PAH”. 

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