Clases de yoga para ayudar a niños en riesgo de exclusión social
El Centro Socioeducativo Poblenou trabaja para que los menores conecten con sus emociones y mejoren su salud física y mental
Cada lunes, una voluntaria especializada se dirige al Centro Socioeducativo Poblenou para impartir una clase de yoga poco común. Su nombre es Barbara Maggiora y, en este caso, sus alumnos son un grupo de 15 niños de seis y siete años en riesgo de exclusión social. A Maggiora el yoga le cambió la vida y ahora, mediante esta disciplina, quiere ayudar a los más pequeños a conectar con su interior. Muchas veces las dificultades sociales y económicas derivadas de su contexto personal dificultan este proceso. Por ello, el taller pretende ayudar a estos menores a encontrar un espacio de relajación donde puedan canalizar sus emociones y mejorar su salud física y mental.
La idea nació hace dos años de la mano de la Fundación Pere Tarrés y la Fundación DiR, la institución deportiva de donde proviene Maggiora. La clase ha empezado hace pocos minutos y su voz ya ha conseguido llamar la atención de los más inquietos. “Los niños se quedan embobados cuando ella habla”, afirma Cristina López, la coordinadora del centro. Maggiora reconoce que es un logro que le ha llevado -y aún le lleva- mucho tiempo, paciencia y dedicación. La mayoría la miran atentos e imitan sus posturas. Algunos incluso ya han logrado memorizar alguna en concreto, como la del gato. La profesora adapta los ejercicios a sus pequeños participantes con cuentos o imitaciones de animales para estimular también su imaginación. Además, como no se trata de un juego de competición, la agresividad disminuye y la capacidad de concentración aumenta.
Un par de educadores del centro se sienta con los niños en las esterillas azules que invaden el suelo de la sala. De esta forma controlan a los más distraídos y los ayudan con los ejercicios. Su presencia es esencial para observar la evolución de los infantes. “Los niños acaban siendo más pacientes y aprenden a respetar su turno de palabra”, añade López, quien asegura que los padres también perciben los beneficios. “Ven los cambios en sus hijos porque en la escuela escuchan más o se comunican mejor, y todo ello acaba repercutiendo en su autoestima”, afirma. Para el centro es esencial mantener una relación próxima con las familias, ya que son los responsables últimos de la crianza de los niños. Los educadores, tal como explica López, son como satélites que los acompañan en su proceso de aprendizaje.
El Centro Socioeducativo Poblenou trabaja para la prevención y atención a la infancia y, actualmente, atiende a 75 familias y 114 menores de entre cero y 16 años. Un 86% de los casos son seguidos por los Servicios Sociales del distrito, a causa de las problemáticas sociales, familiares, económicas y educativas a las que los niños se ven envueltos. El 84% de ellos son de nacionalidad española -aunque muchos son hijos de padres migrados- y el 20% de las familias son monoparentales. La mayoría, madres jóvenes y de origen extranjero sin una red de apoyo a su alrededor. Precisamente, López, Maggiora y los diez educadores restantes, velan porque los derechos de estos niños sean garantizados.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.