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OTRES
Columna
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No es país para negras

El proceso de descubrimiento y de sentirte incómodo es importante

Chenta Tsai Tseng
Josep Tobella, teatro Off Latina.
Josep Tobella, teatro Off Latina.

"Duerme, duerme negrito, Que tu mamá está en el campo (...)". Se apagan las luces y aparece Silvia Albert Sopale contándonos, vis a vis, en su obra No es país para negras, sus experiencias como mujer racializada creciendo en España, desde la soledad, el enfado y la frustración.

"Me sorprendió ver que nadie se reía", nos dijo tras finalizar la función, en el bar del OFF de la Latina. ¿Pero cómo nos atreveríamos?, pensé, ya que fuimos testigos de algo más que una función. ¿Hasta qué punto era esto una obra o un reflejo directo de la realidad que muchos vivimos?

Salvando las distancias y teniendo en cuenta todos mis privilegios como hombre cis asiático del este, disidente sexual, yo, como muchos, crecí entre paredes opacas, siendo observado con lupa por ojos voyeristas que nos colocaban bajo un foco en aquella otredad. Crecimos sin referentes en los medios y quizás por ello sentimos la necesidad de crear nuevos referentes para que las futuras generaciones sí que los tuvieran. Crecimos rechazando nuestra identidad alguna vez en nuestras vidas, avergonzados por lo que éramos, como hizo Silvia alisándose el pelo cuando iba a conocer a los amigos y a la familia de su primer novio. Crecimos empoderándonos desde nuestra identidad, como hizo con el vestido que heredó de su bisabuela, que utilizaba en la función para representar la conexión de su identidad con su cuerpo.

"Negra. Negra soy". Esa canción del principio se la cantaba su madre de pequeña. "Y ahora viéndolo con perspectiva me doy cuenta de lo conflictiva que era", dijo. Y tenía razón. Empecé a repasar todas las canciones que cantaba tan alegremente en el colegio y descubrí lo discriminatorias que eran. La canción de Don Federico, que mató a su mujer y la hizo picadillo, la canción original del Cola Cao o Chinita de Amol y cómo fomentaba los estereotipos hacia los chinos. ¡Qué interiorizadas las teníamos, hasta el punto en que formaban parte de nuestra infancia, de nuestros juegos durante tantos años!

¿Y qué me contáis del black face o el yellow face? Recuerdo que de los pocos referentes asiáticos que había en la tele, eran personas blancas llevando prostéticos para emular rasgos asiáticos, como hizo Christopher Lee en Fu Man Chu, o, más actual, Birth of the Dragon, en la que salía Billy Magnussen interpretando a Bruce Lee. Luego descubrí a Usun Yoon y a Los Piston, que siguen siendo grandes referentes míos.

El proceso de descubrimiento y de sentirte incómodo es importante. Forma parte de nuestra deconstrucción. Y es que está tan interiorizado que, al descubrirlos, llegamos a desmantelar tradiciones y hasta canciones de la infancia. Pero oye, ¿por qué no construir nuevas tradiciones más inclusivas para el siglo XXI? Siento que es una nueva oportunidad, además, para revisar algunas cosas que podrían considerarse racistas, homófobas, machistas, capacitistas, y un largo etcétera, para construir nuevas narrativas creadas por nuestra generación y las futuras que vendrán, sobre lo bueno y lo malo. Podéis ver la obra No es País para Negras en el OFF de la Latina el 11, el 18 y el 25 de enero.

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