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OTRES
Columna
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Siempre cansados

Solo iba a cementerios en Taipei, donde las costumbres son otras. Me sorprendí al visitar el de la Almudena

Cementerio de la Almudena de Madrid.
Cementerio de la Almudena de Madrid.KIKE PARA
Chenta Tsai Tseng

Cuando acompaño a amigos que vienen a visitar Madrid, me doy cuenta de lo poco que conozco mi propia ciudad. Acabo sintiendo que ellos me enseñan más de Madrid que yo a ellos. Hace unos días vinieron unos viejos amigos de Alemania a visitarme. Vinieron en el mejor momento -me encontraba un poco quemado y cansado por la rutina y la fatiga (maldita Sociedad del Cansancio)- así que aproveché su visita como excusa para desconectar. Uno de los lugares que querían visitar era el Cementerio de la Almudena. Ahora, hagamos un inciso.

Perdonad la ignorancia de vuestro servidor, pero nunca supe que los cementerios fueran puntos de atracción. Igual es por el respeto que siento hacia estos espacios lo que me hizo tardar tanto en conocer uno en nuestra ciudad.

El único cementerio al que voy es cuando voy a Taipei; tenemos otras costumbres y solemos visitar nuestros ancestros durante el Festival Qingming que corresponde a los días 4 o 5 de abril (dependiendo del año), 15 días después del equinoccio de primavera. Es una fecha en la que se reúnen seres queridos para embellecer las tumbas de sus antepasados encendiendo incienso, ofreciéndoles comida, té o vino, limpiándoles el espacio o quemando dinero fantasma conocido como papel Joss para que su vida sea más liviana y próspera. Ya que la mayoría de mis antepasados se encuentran ahí, tenía menos motivos por los que visitar un cementerio en Madrid.

Lo que me sorprendió fue la paz y la tranquilidad que me transmitía el lugar – Sentía cómo mis pasos se hacían cada vez más pesados, cómo la velocidad de la ciudad se iba desacelerando, y cómo volvía a escucharme a mí mismo. En ese mismo instante descubrí lo cansado que estaba, lo cansados que estamos todos. Estrés, dormir poco, hiper-conexión debido a los smartphones, redes sociales, trabajar horas y horas, la autoexplotación a la que nos exponemos día a día para sentirnos realizados…

Y pensé, ¿Tiene la ciudad de Madrid algo que ver con nuestra fatiga? ¿Acaso existen espacios en la ciudad donde podamos descansar? ¿Espacios donde deambular, derivar, caminar sin rumbo sin ser expuestos ni ser inducidos a actividades de consumo? ¿Acaso quedan espacios públicos donde ESTAR sin más, de-sofocado de la agitación, el aturdimiento y el tumulto de la ciudad? De repente me viene en mente la marquesina de la fachada de la tienda de Zara en Carretas y la fila de dependientes agachados vestidos de negro mientras se fuman un piti durante su turno de descanso. No estoy seguro si la visita al Cementerio de la Almudena se podría considerar un espacio de esas características, pero me hizo cuestionar cómo nos movemos por la ciudad, y si quedan o hay suficientes espacios donde deambular por la ciudad de Madrid, desarraigado de la vida ajetreada y el ritmo acelerador de la ciudad para un instante, donde se pueda descansar.

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