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Kader Attia gana el Premio Joan Miró por su compromiso con la humanidad

El artista francoargelino asegura que "sin diálogo no vamos a evolucionar"

'Reflecting Memorie' de Kader Attia.
'Reflecting Memorie' de Kader Attia.

El artista francoangelino Kader Attia se ha convertido en el ganador del Premi Joan Miró 2017 por sus trabajos artísticos dedicados a la huella del colonialismo y elaboración del concepto de 'reparación', según han anunciado este miércoles la directora de la Fundación Miró, Rosa Maria Malet, y la directora adjunta de la Fundación Bancaria La Caixa, Elisa Durán. El jurado ha destacado "su compromiso apasionado con su tiempo y con el destino compartido de la humanidad".

"Sin diálogo no vamos a evolucionar", ha subrayado el artista multicultural preguntado por la situación política que vive Cataluña, y ha enfatizado el poder del diálogo y su capacidad de unir a personas de diferente signo y de ideologías políticas muy diferentes. "Veo el diálogo como la única posibilidad de vivir juntos", ha remarcado, y ha defendido dialogar sobre la vida a partir de una obra de arte, que ve como la bisagra de una puerta que une naturalezas distintas.

Kader Attia.
Kader Attia.

Se trata de la sexta edición de una de las distinciones de arte contemporáneo más prestigiosas y mejor dotadas con 70.000 euros --sufragados por La Caixa-- y la producción de una exposición monográfica en la sede de la fundación durante 2018.

En su parlamento, ha reivindicado la "reapropiación del campo de la emoción", tan presente en la opinión pública en los años 60 en Francia, cuando la intelectualidad representada por Michel Foucault, Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, entre otros, se implicó en del debate sobre la pérdida de las colonias del estado.

Attia (Dugny, 1970), que vive a caballo entre Berlín y Argel y lo hizo en Barcelona en el pasado, lamenta un "abandono de la emoción", que empezó en los años 80 y 90, y ha subrayado el papel del arte de crear catarsis y de unir a colectivos.

"Vivimos en un mundo lleno de calles con nombres de personas muertas: es como vivir en un cementerio", ha observado el artista, que ha hablado también de una negación del pasado y del poder poético del arte y su capacidad de tocar a un ser humano. "Estoy convencido de la razón y la fe que tengo depositada en la emoción y en la poesía", ha remarcado el artista, cuya multiculturalidad se ha convertido en el fundamento de su práctica artística.

Desde un enfoque poético y simbólico, Attia examina las amplias repercusiones de la hegemonía cultural occidental y el colonialismo sobre culturas no occidentales y el retorno de este impacto sobre Occidente mismo.

El objetivo de su trabajo es "contribuir a reparar las lesiones sociales que son centenarias y planetarias", y más allá de la restitución financiera o las medidas políticas, el artista observa y aborda en su obra las otras heridas persistentes del conflicto: secuelas psíquicas, históricas, lingüísticas, personales o generacionales.

Según el artista, "se podría considerar que cuando algo se rompe solo hay que volver a colocar las piezas, pero la reparación no está relacionada solo con el control".

Attia cursó estudios de Filosofía y Bellas Artes en París, en la Escola Massana de Barcelona, y su obra se ha expuesto en el MoMA, el Centre Pompidou, el Guggenheim de Nueva York, la Tate Modern, fue Premio Marcel Duchamp 2016, y ha participado en la 57 Bienal de Arte de Venecia.

El palmarés se entrega cada dos años, y en anteriores ediciones ha distinguido a artistas como Roni Horn, Olafur Eliasson, Pipilotti Rist, Mona Hatoum e Ignasi Aballí; el jurado está compuesto por Nimfa Bisbe, Iwona Blazwick, Rosa Maria Malet, Alfred Pacquement y Magnus af Petersens.

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