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Las multas a clientes de prostitutas crecen un 43% en el último año

Los agentes de Extranjería han iniciado 1.924 expedientes desde la entrada en vigor de la ley mordaza

F. Javier Barroso
Un coche patrulla circulaba ayer junto a tres prostitutas en el polígono de Marconi.
Un coche patrulla circulaba ayer junto a tres prostitutas en el polígono de Marconi. Víctor Sainz
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Las multas a clientes que contratan servicios de prostitutas han crecido un 43% en los últimos 12 meses, según los datos facilitados por la Delegación del Gobierno en Madrid. Si en el primer año de vigencia de la Ley de Seguridad Ciudadana, también conocida como Ley Mordaza, los agentes tramitaron 791 expedientes sancionadores, el número de expedientes en los últimos 12 meses se ha disparado hasta los 1.133. El polígono industrial de Marconi, en el distrito de Villaverde, es el que acapara la práctica totalidad de las infracciones detectadas por los agentes de Extranjería de la Policía Nacional.

Hasta la entrada en vigor de la Ley de Seguridad Ciudadana, el 1 de julio de 2015, existía un vacío legal que impedía tomar cualquier medida contra los clientes. De hecho, la única medida contra ellos se basaba en pararles, hacerles bajar del vehículo y en pedirle la documentación. La reforma legal de hace dos años, propuesta al Ministerio del Interior por la entonces delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, hizo cambiar el panorama en el que se mueven los agentes.

La simple conversación con una prostituta desde un vehículo puede ser suficiente para tramitar un expediente por infracción grave a la ley mordaza. Esta recoge multas de entre 601 y 30.000 euros a los clientes que contacten con prostitutas en la vía pública. El principal foco de actividad en la capital se da en el polígono de Marconi, donde se calcula que ejercen esta actividad unas 400 mujeres de diversas nacionalidades: desde rumanas y rusas hasta colombianas y nigerianas.

Tres artículos para frenar esta práctica

Los agentes que denuncian a los clientes de prostitutas lo hacen en la mayoría de los casos por el artículo 36.11 de la Ley de Seguridad Ciudadana 4/2015. Este precepto tipifica como falta grave la solicitud o la aceptación por el demandante de servicios sexuales retribuidos en zonas de tránsito público o en las proximidades de lugares destinados a su uso por menores (colegios, guarderías, parques o recintos de ocio). También cuando supongan un riesgo para la seguridad vial.

En caso de que el cliente no quiera identificarse, el cliente puede ser sancionado por el artículo 36.6, que recoge la desobediencia, la resistencia a la autoridad o la negativa a entregar la documentación.

Las prostitutas son multadas por el artículo 37.5 por estar desnudas en la calle o incitar a realizar actos contra la libertad sexual.

La forma de actuar de la policía siempre es la misma. Utilizan coches camuflados para intentar pasar inadvertidos y pillar in fraganti a los clientes. La práctica totalidad del operativo recae sobre los agentes de la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras, según reconocen fuentes policiales. Uno de sus cometidos es luchar contra las redes de inmigración ilegal y contra la trata de personas. Los funcionarios patrullan por las calles del polígono, en especial en las que están sin naves industriales. Cuando ven que un vehículo se detiene junto a una mujer, le cortan el paso y le hace detenerse en un lateral. Le piden la documentación y tramitan el correspondiente expediente sancionador. Este es remitido a la Delegación del Gobierno en Madrid, que es la encargada de tramitar la sanción. En general, se pone la cuantía más baja (unos 700 euros) salvo que sea reincidente. A veces también se puede sancionar a la mujer, si va desnuda. En este caso tendrán que pagar 100 euros por haber cometido exhibicionismo. La cuantía se reduce a la mitad si pagan en el periodo voluntario.

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Los agentes aprovechan muchas veces la sanción al conductor para informar a la mujer de que, si es víctima de una red de prostitución o de trata de personas, puede acudir a ellos para denunciarlo. Siempre se le guardará el anonimato y se le protegerá en el futuro.

Fuentes de la Brigada de Extranjería reconocen que el trabajo sancionador desciende en los meses de verano, mientras que el resto del año la actividad es constante. Las tardes (sobre todo desde el cierre de las empresas) y las noches son los periodos de mayor actividad. Ahí no importa que haga frío. Las mujeres encienden fogatas con palés para ser visibles a sus posibles clientes.

Respecto al tipo de cliente, los agentes reconocen que hay de todos los tipos. A Marconi acuden jóvenes, cuarentones y hombres de más edad. Respecto al poder adquisitivo, ocurre lo mismo. Así, basta con estar cierto tiempo para comprobar coches de lujo con matrículas muy recientes a otros más modestos. Tampoco faltan los trabajadores que van con sus furgonetas de trabajo antes de marcharse a sus domicilios. “Muchos de estos tendrán graves problemas cuando les llegue a casa la notificación de la sanción y tengan que explicar a su mujer que ha sido por estar con prostitutas”, recuerdan fuentes de la Brigada de Extranjería.

La colonia Marconi, el foco histórico de la capital

La colonia Marconi siempre ha sido el principal foco de prostitución de la ciudad, por el número de mujeres que ejercen allí esta actividad. Durante años, tuvieron como competencias las meretrices de las calles de la Montera y la parte trasera de la Gran Vía (calles del Desengaño o Ballesta, entre otras), en pleno centro de la capital, y las de la Casa de Campo. El cierre al tráfico de coches de este enorme parque hizo que la clientela decayera y que estas mujeres se trasladaran al distrito de Villaverde.

Según reconocen las prostitutas, ganan entre 300 y 400 euros al día. El precio por servicio oscila entre los 15 y los 20 euros. Un simple cálculo permite deducir que pueden llegar a estar hasta con una veintena de hombres por jornada. De hecho, es frecuente ver todas las calles de este polígono donde no hay naves plagadas de preservativos usados y de toallitas.

La mayor presión les ha llegado por parte de los vecinos de esta urbanización que se han reunido con todas las Administraciones públicas desde hace décadas: con el Ayuntamiento, con la Comunidad, con la Delegación del Gobierno y hasta con los responsables del Ministerio del Interior.

Los integrantes de esta colonia reconocen que la ley mordaza ha servido para que las prostitutas no estén ya pegadas a sus viviendas y que las mujeres se hayan alejado de sus lugares de paso. De esta forma, sus hijos no tienen que ver a las prostitutas cada vez que van al colegio o se mueven por el barrio.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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