Una selva en pleno asfalto
En Madrid, una de las ciudades con más árboles del mundo, la ciudadanía está cada vez más sensibilizada con lo verde. Visitarb propone rutas por los parques madrileños
Las plantas son una comunidad, y como tal, actúan: reconocen parentelas, se asocian, se pelean entre ellas... Muchos científicos lo denominan Wood Wide Web(algo así como Internet de madera). “Se comunican por el aire, y por sustratos del suelo”, explica Guillermo Matamala, ingeniero de montes y fundador de Visitarb, una plataforma de visitas botánicas: “Hay árboles solidarios que dan nutrientes a otros a los que les llega menos luz. Y todo lo contrario: árboles hostiles que detraen los nutrientes de otros, o los invaden. Son una auténtica sociedad”.
Madrid tiene, hoy por hoy, una de las sociedades arbóreas más multitudinarias del mundo: unos 300.000 árboles de alineación en las calles, y unos dos millones en total, según datos del Ayuntamiento, contando sus 65 parques y zonas verdes. No existe en Europa una ciudad con mayor población botánica, y a nivel mundial solo Tokio la supera en número de árboles, según informan desde la ONG Ecologistas en Acción.
La región cuenta, además, con 238 ejemplares catalogados como singulares por la Comunidad. Uno de ellos es el Tejo de Barondillo, en Rascafría, con más de 1.300 años y, posiblemente, el más anciano de la península Ibérica. El Plátano de la Trinidad, en Aranjuez, mide más que cualquier edificio de la ciudad: casi 48 metros. Medio centenar de los árboles singulares están en la capital. El más conocido es el Ciprés Calvo, en el Retiro, por la cantidad de leyendas que rodean su origen: unos dicen que lo trajo Hernán Cortés como un esqueje de un árbol mexicano todavía más grande; otros, que fue Cristóbal Colón. Oficialmente, lo plantó el Conde Duque de Olivares, artífice de este pulmón verde en el siglo XVII para esparcimiento del rey Felipe IV: 125 hectáreas con más de 125.000 árboles, en pleno centro de la capital. La dirección del parque del Retiro suele organizar rutas guiadas gratuitas por este inmenso jardín.
Casa de Campo
El mayor número de árboles singulares lo contiene la Casa de Campo: el Plátano Gordo, el Taray del Humedal, el Pino del Pinar de las Siete Hermanas o el Cedro de la Glorieta de los Caños son solo algunos ejemplos. Están señalizados con carteles de madera, por lo que resulta relativamente sencillo dar con ellos.
“En Madrid hay una riqueza de árboles brutal”, opina Matamala, “llevo un año organizando tres visitas a la semana, y apenas he repetido un sitio”. Su plataforma, Visitarb, propone recorridos por casi todos los parques y zonas verdes de la ciudad, y también de la región. El propio ingeniero de montes explica a los grupos las características e historia detrás de olmos, gingkos, arces, hayas, sequoias, plátanos, madroños... Lanza las convocatorias en su página web y, aunque lleva pocos años, no da a basto: “El interés por los árboles ha crecido de forma notable”, cuenta Matamala, y establece una curiosa relación: “Los árboles forman redes entre sí, y los ciudadanos forman otras en las que les une su pasión por las plantas. Es una comunidad cada vez más grande y conectada”.
El portavoz de Ecologistas en Acción en Madrid, Juan García, coincide: “En la última década ha crecido enormemente la implicación de la ciudadanía, y hay mayor sensibilidad a ciertas acciones del Ayuntamiento”. Se refiere, por ejemplo, a las recientes y polémicas podas y talas del paseo del Prado, el paseo de Rosales o el barrio de Universidad. “El problema es que los gobiernos municipales no lo comunican bien”, opina García, “porque muchas veces es necesario eliminar árboles que, aunque tengan buen aspecto, por dentro están comidos por plagas de hongos o insectos, y el riesgo de que se caigan es real”.
Una portavoz de los técnicos del Ayuntamiento asegura que hay en marcha “un concienzudo plan para sustituir hasta 100.000 árboles de la capital, siempre con el acuerdo de todas las partes”. Se refiere a la Mesa del Árbol, una novedad esta legislatura y en la que se sientan con el Consistorio vecinos, sindicatos, grupos ecologistas, etcétera, para viabilizar el mantenimiento arbóreo de Madrid. Ya se han reunido más de 10 veces. “Es un gran avance porque ahora participamos todos”, opina García, y culmina: “Tenemos que cuidar este patrimonio que tenemos. Porque no es sencillo ser árbol en Madrid. Son auténticos supervivientes”.
Una región llena de ejemplares singulares
La Comunidad de Madrid posee una variedad de ejemplares singulares debido a que posee una franja montañosa (las sierras de Guadarrama y Somosierra) que conserva bosques antiguos y a que los distintos palacios y quintas de recreo de la nobleza promovieron la plantación de especies diversas traídas de los territorios de ultramar y de otros territorios conquistados. Algunos de los árboles catalogados de la región por su interés cultural son la encina de la antigua Universidad Central de Madrid, la encina de Ambite, el pino de la Cadena en Cercedilla, la olma de Guadarrama, el álamo negro del Milagro o de Santa Juana de Cubas de la Sagra, la olma de Nuevo Baztán, la zelkova del Real Jardín Botánico y el ahuehuete de El Parterre. Los datos proceden de un artículo de Miguel Á. Novillo y Elena Vega en la revista Foresta.
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