Plácido Domingo: “Seguiré cantando hasta que Dios me dé voz”
El cantante interpreta el 1 y 4 de marzo en el Liceo la ópera ‘Thaïs’ en versión de concierto
Llegaba a Barcelona después de salir de Valencia de madrugada y con seis días de Traviata encima de sus espaldas y, sobre todo, de sus cuerdas vocales —de hecho estaba algo afónico— para explicar la ilusión que le hacía volver al Liceo de la mano de la soprano Nino Machaidze para interpretar Thaïs, una de las óperas más representativas de Jules Massenet, y con la que ya ha compartido ese mismo título en otros teatros, la primera vez en Sevilla en 2012 y dos años después en la Ópera de Los Ángeles, de la que Plácido Domingo es director artístico.
Algo cansado, bromeaba con la capacidad milagrosa de unas pastillas para recuperar la voz: "Me las recomendó el maestro Josep Pons” (el director de la Orquesta Sinfónica del Liceo). Bromas aparte, el artista no tiene intención de modificar demasiado su ritmo: “Cantaré hasta que Dios me dé voz. No sé cuánto tiempo… pero soy realista y no planifico óperas más allá de dos o tres años vista. Son agotadoras porque el ensayo requiere de seis a ocho horas diarias. El día que sienta que ya no puedo dejaré la ópera escenificada y pasaré a los conciertos que permiten más descanso”, explicaba.
La Thaïs que se verá en Barcelona los días 1 y 4 de marzo es en versión concierto bajo la batuta de Patrick Fournillier y con la Orquesta y Coros del Liceo. Domingo, como barítono, interpreta el papel del monje Athanaël que se enamora locamente de Thaïs, que encarna Machaidze, y el tenor canario Celso Albelo —que Domingo destacó como uno de los valores ya consolidados con el que es un “lujo” compartir— es Nicias, amante de Thaïs. La soprano de Ucrania, sentada junto al cantante español, decía que una de las ventajas de actuar con Domingo es que siempre se aprende: “Él es un ejemplo real de que es posible cantar durante tantos años y hacerlo tan bien”.
“Ahora hay una tendencia de hacer las óperas en versión concierto, en parte por la poca disponibilidad de los artistas para hacerlas en escena y porque es la forma de escuchar óperas de difícil producción”, apuntaba Domingo que lamentaba no pode hacer Thaïs escenificada: “Pero la música es extraordinaria y una de las ventajas de la versión de concierto es la concentración y la intensidad”.
Domingo regresa al Liceo después de que el año pasado celebrara el 50 aniversario de su debut en el teatro barcelonés con la ópera de Verdi Simon Bocanegra. Y ahora mismo ya está preparando otros compromisos, como en junio próximo en Viena para conmemorar el 50 aniversario de su primera función. Pese a que el cantante ha pasado al registro de barítono en los últimos años, Domingo apuntaba que tiene algún proyecto por delante, concretamente en la Scala de Milán, con la ópera Tamerlano, de Friedrich Händel, en la que volverá a ser tenor.
Con 76 años acabados de cumplir, el cantante dice que lo único que lamenta de su constante ir y venir por teatros y países es llevar una vida “más cotidiana con la familia, con los hijos y los nietos”. Siempre acompañado por su mujer, Domingo aprovecha los huecos que tiene profesionales para ir al futbol, tenis o Fórmula 1. La semana pasada pudo escaparse en Valencia para ver el encuentro con el Real Madrid —su equipo—al que le vio perder. “Está la cosa difícil en la Liga. Yo, de todas maneras, sigo soñando con una final de la Champions entre el Real Madrid y el Barça”. Confiesa que la intensidad de la música le impide disfrutar más de sus aficiones deportivas: “ya veremos si hago un agujero para escaparme a Barcelona para el premio de Fórmula 1…”.
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