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La pequeña Toledo

En Torrelaguna convivieron judíos, musulmanes y cristianos y es algo que se aprecia en esta bella villa medieval

Dos personas caminan frente a la iglesia de Torrelaguna.
Dos personas caminan frente a la iglesia de Torrelaguna.ÁLVARO GARCÍA

Si uno se fija solo en los carteles es muy probable que al llegar a Torrelaguna pase de largo. Sobre todo, teniendo en cuenta su cercanía con Patones; sempiterno lugar de vista. Pero la belleza de este pueblo está en sus cruces de caminos. En esta localidad del noreste de la región convivieron judíos, musulmanes y cristianos. Y es algo que se aprecia en el ambiente. Una pequeña Toledo -con el permiso de esta ciudad- que cautivará al viajero a nada que eche el freno.

Torrelaguna jacobea

Aunque el reconocimiento y la reapertura del camino de Santiago, a su paso por Torrelaguna, tuvo lugar en julio de 2016, la relación de esta comarca con la orden de Santiago data de mucho antes. Mariano Cid es investigador local y explica que ésta ha sido siempre una zona de paso. Y que esa orden poesía, precisamente, muchos bienes aquí. Hasta 1390, Torrelaguna dependió de Uceda. La relación se estrecha si se tiene en cuenta que el primer maestre fundador de la orden de Santiago era hijo del primer Conde de Uceda, explica Cid. Y que la Ermita de San Sebastián, ubicada en su pueblo, fue hospicio de peregrinos. Así se explican las conchas que hay diseminadas por esta localidad.

Pero es que, además, Torrelaguna está situada en un enclave privilegiado. Esta villa de 4.828 habitantes coge aire de la sierra norte y está encajonada en el valle medio del Jarama. Y a escasos 20 kilómetros del embalse de El Atazar. Desde ahí, el visitante podrá contemplar sus siete siglos de historia con una vista panorámica; los orígenes de esta comarca se creen que datan del siglo XIV. Y desde ahí también se hará, seguramente, la misma pregunta que muchos de sus lugareños: ¿por qué esta localidad apenas se conoce?

Desde luego, no se entiende que esta villa medieval –declarada en 1973 Conjunto Histórico Artístico- sea, acaso, un lugar de paso hacia su vecina Patones. Puede que aquí no haya esa característica –y bella- arquitectura de pizarra, pero las callejuelas empedradas de Torrelaguna conducen a decenas de monumentos históricos. Quien aparque no puede irse sin visitar su Iglesia Parroquial de Santa María Magdalena, del siglo XV. Y que se asemeja, más bien, a una catedral. O su plaza mayor. Desde 1390, se celebra ahí un mercadillo. Conviene saberlo porque, quizás, convenga venir otro día y ver la inmensidad de ese patio con el edificio del Ayuntamiento al fondo; antiguo pósito de grano y otro de los edificios reseñables de esta localidad. Pero es que hay más. Como la Ermita de la Virgen de la Soledad –la patrona de este pueblo- o la Casa de Cultura, que, junto con los restos de la muralla de Torrelaguna, evoca ese crisol de culturas que se asentaron aquí. Este edificio fue sinagoga y se cree también que mezquita, además de hospital y cárcel.

En esta villa hasta la comandancia de la Guardia Civil es digna de mención. Ubicada en el Palacio de Salinas, se dice que ahí se iba a fundar lo que es hoy la Universidad de Alcalá de Henares. Lo cuenta con una breve punzada de tristeza Berta Guinea, concejal de Turismo. Breve porque la idea partió del vecino más ilustre de esta comarca: Francisco Jiménez de Cisneros, que pasó a la historia como el cardenal Cisneros. Y el lugar de nacimiento del que sería años más tarde el confesor de Isabel La Católica, no han podido arrebatárselo a Torrelaguna. Así, muchas edificaciones están impregnadas de su estela. Y eso que, según la leyenda, Cisneros se enfureció al no ver cumplido su deseo de fundar la universidad en su pueblo. Se sacudió el polvo de las sandalias. Y antes de irse, bramó: “De Torrelaguna ni el polvo”. Pero, por suerte, se quedó en un arrebato.

Es, sin duda, el lugareño más simbólico. Pero hay otros como Isidro Merlo y María Toribia -más conocidos como San Isidro y Santa María de la Cabeza- que hicieron de esta comarca su refugio. Según señala José Luis González, vecino de 65 años, su nido de amor estaba en el número ocho de la calle Mayor. Y de todo lo dicho hasta ahora, este lugareño añade que para vistas, las que se ven desde la carretera de El Berrueco. Por el camino es muy posible que el visitante se tope con algún peregrino. Desde hace poco, Torrelaguna es ruta hacia Santiago como desvelan muchas de las conchas que hay desperdigadas por el pueblo. Comerse un cordero antes de emprender la marcha no es que sea muy recomendable. Pero, bajo la responsabilidad del visitante, en el restaurante Las Cubas, de José Hernán, lo sirven por 25 euros. Y el chorizo de jabugo a la sidra cuesta tres. Tal vez no esté de más aparcar en este pueblo.

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