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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

No es un fracaso

Estos meses de negociación han servido para que la ciudadanía tenga más información sobre políticas y programas. Las nuevas elecciones no serán más de lo mismo

Hace días que me pregunto por qué se percibe como un fracaso la imposibilidad de haber formado gobierno. Se insiste en que los políticos no han estado a la altura o no han interpretado el mensaje de las urnas del pasado 20 de diciembre. Para mí, esta reflexión debe partir del conocimiento de cuál era el objetivo final. Si era formar gobierno a toda costa, prescindiendo de ideologías y olvidando las políticas de la legislatura anterior, verdaderamente ha sido un fracaso. Pero si la idea era instaurar un gobierno coherente, estable y que respondiera a las necesidades de la ciudadanía, ha sido una experiencia positiva, democrática y motivadora.

Ante los que apelan a este fracaso como la falta de cultura del pacto de los partidos políticos, debe matizarse que estas elecciones no sólo han supuesto un punto de inflexión en la historia política del país por el hecho de acabar con el bipartidismo, sino que han demostrado que la necesidad de pactar y dialogar será imprescindible a partir de ahora, pero no a cualquier precio.

Los que querían un gobierno exprés, en el fondo soñaban con una gran coalición a la alemana entre el PSOE y el PP. El mundo económico, financiero, el del Ibex-35, y algunos medios de comunicación veían con ilusión un gobierno lampedusiano, o sea, que hiciera algunas reformas para que en el fondo no cambiara nada y así poder seguir controlando los hilos del poder, como han hecho desde el inicio de la Transición. Para hacer más digerible esta propuesta era necesaria la participación de Ciudadanos, que debía limpiar superficialmente la imagen del bipartidismo, dejar intactos los fundamentos de las políticas neoliberales, supeditadas a los intereses del gran capital y que continuase, con una marcha más suave, la privatización de los servicios públicos.

El PSOE no estaba dispuesto a arriesgarse pactando con este PP corrupto y optó por un atajo: un acuerdo imposible (numéricamente) entre PSOE y C's. De esta manera se cortaba de raíz cualquier veleidad izquierdista que quisiera pactar con las fuerzas progresistas. El pacto entre socialistas y Ciudadanos ha sido un lastre concebido para evitar un acuerdo a cuatro (Podemos-PSOE-IU y las confluencias de izquierda).

Así, estos meses de negociación han servido para que la ciudadanía tenga más información sobre políticas y programas. Hemos podido leer las propuestas de PSOE y C's que ya analicé hace unos meses y que mostraban un claro perfil económico de derechas con tintes reformistas. También hemos podido analizar las propuestas de Podemos, de En Comú Podem y de IU, relativas a la superación de la crisis social y económica que padece el país y, al mismo tiempo, su propuesta de salida pactada y democrática, vía referéndum, de las demandas de Catalunya.

De esta manera, los partidarios de formar gobierno al servicio de los intereses generales tenemos una nueva oportunidad en las elecciones del 26-J, una segunda vuelta para ganar definitivamente a las fuerzas de derecha, para llevar a cabo las reformas constitucionales, electorales, laborales, sociales y democráticas que necesita este país.

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La ciudadanía puede estar disgustada por las estrategias que en algún momento han utilizado los partidos políticos, por la ausencia de finezza para establecer complicidades, por la manipulación de algunos sectores mediáticos o también porqué se ha hablado poco de los problemas de la gente. Pero en ningún caso esto debe llevar a la abstención.

La abstención favorece a la derecha, beneficia a los intereses de los que han entrado en política para enriquecerse, ampara la corrupción y consagra el control de los poderosos. Tenemos derecho a estar enojados pero también tenemos la responsabilidad de participar para decidir quién debe regir los destinos del país.

Estas nuevas elecciones no serán más de lo mismo, los resultados han abierto las mentes de los dirigentes de la izquierda y ahora sí será posible que los partidos a la izquierda de la socialdemocracia se presenten juntos, en una sola candidatura, con un programa de cambio radical. Esta propuesta será un verdadero revulsivo para las clases populares de este país, que verán más cerca la posibilidad de derrotar al PP y a sus políticas de forma definitiva y conseguir la suficiente mayoría para no depender del PSOE. Sólo así será posible formar un gobierno que atienda a las necesidades reales y acuciantes de los ciudadanos y que inicie las reformas que devuelvan el poder a la ciudadanía.

Joan Boada Masoliver es profesor de Historia.

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