Intensidad para los comunes
Los barceloneses afianzan en La Riviera la fe ciega de su público con un repertorio que abarca desde la gravedad hasta la travesura
Predicamento es llenar tres noches consecutivas La Riviera dos meses antes de que vea la luz siquiera el disco del que en ellas se va a dar cuenta. Love of Lesbian ha consolidado ese envidiable grado de compenetración con un público al que ya difícilmente se le puede considerar una inmensa minoría, a juzgar por las apreturas y el entusiasmo experimentados este jueves a orillas del Manzanares. No es El Poeta Halley un álbum breve, lineal ni sencillo, pero la fe, además de su buena mano con las montañas, aviva la memorización de las nuevas y laberínticas letras. Santi Balmes y sus aliados alternaron material clásico y recién horneado durante dos horas holgadísimas en las que se les notó cómodos en su liderazgo. Hablarán de torturas interiores y atribuirán a sus canciones títulos prestados de Malcolm Lowry, pero la suya es intensidad para las masas. Para los comunes. Para los divinos mortales.
Precisamente Bajo el Volcán, segunda entrega de la noche, regala un punteo de guitarra tan limpio como una canción de Josh Rouse, pero no es, con sus tres partes y puente instrumental, el single más instantáneo de la historia. No importa. La parroquia ha interiorizado los códigos lesbianos (voz quejumbrosa, letras de poética abstrusa, crescendos emotivos) y hace suyo un repertorio que en otras circunstancias más parecería alimento de melómanos sesudos. Casi nadie pareció muy concernido cuando Balmes dedicó Seres Únicos a la memoria de Prince, pero en el estreno de esta nueva gira gozó de buena acogida hasta la extensa coda psicodélica, casi a lo Jefferson Airplane, que remata la neonata Psiconautas.
Con una sintonía tan aguzada, los Lesbian corren el peligro de bordear la indulgencia. Su incuestionable líder suena jactancioso con frases como “Prometedme que vuestros problemas, durante el concierto, se quedan fuera de La Riviera” o “A Facebook cada vez le hacemos menos caso”, incluso cuando advierte de que “con 50 o 60 canciones ya en castellano” resulta difícil escoger el repertorio. Nos divierte más ese Balmes transgresor y gamberro que se despoja de la camisa durante El Yin y el Yen sin importarle que la pose resultante no se ajuste a los cánones escultóricos. En especial, porque tanto ese tema como su predecesor, IMT (Incapacidad Moral Transitoria), encajan en lo que el cronista tradicional denominaría “clásicos instantáneos”.
Capaces de resultar directos y convincentes, incluso de caer en la tentación de escribir bajos por octavas y acercarse al baile en clave negra, los barceloneses han encontrado un fino equilibrio entre gravedad y travesura, entre el tiempo medio y el brinco desbocado. La sorna que les acompañaba en Maniobras de Escapismo (2005), un disco ahora recuperado con perlas como Houston, Tenemos un Poema, hace buenas migas con la fiesta colosal que Manifiesto Delirista proporcionó en los bises. Existen distintos niveles de lectura para la música de Love of Lesbian y cada cual puede escoger el que le plazca. Pero no se les debe negar un mérito notable: haber eludido el malditismo del poeta (Halley) sin encallar en el lodazal de la ramplonería.
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