Votar, el plan del domingo
Los madrileños se lanzan a votar en una jornada que coincide con la campaña navideña
Minutos antes de que se abrieran los 1.025 locales electorales de la Comunidad de Madrid ya había votantes a las puertas. No hubo descanso, ni parón para comer, desde la apertura hasta el cierre de las mesas, los madrileños se agolparon en los colegios e institutos para ejercer su derecho al voto. “No son unas elecciones normales, es una jornada histórica, decisiva. De una u otra forma, el cambio ha llegado”, comentaba Yolanda Pardal, votante en el colegio Isabel la Católica, en Malasaña. En este centro situado en el corazón de la capital, los sobres electorales coincidían con las bolsas de compras navideñas. “Bueno, se ha unido la fiesta de la democracia con la Navidad”, decía entre risas, Begoña Ruiz, mientras se ponía al final de una larga fila.
Las colas fueron las grandes protagonistas de la jornada. Se descubrió incluso hasta algún guerrero imperial de Star Wars. Y es que ayer votar fue el plan de domingo 3,6 millones de madrileños, que combinaron la jornada electoral con las rutinas de fin de semana. Los votantes venían del cine, de comida familiar e incluso de hacer deporte. Con las mallas fluorescentes llegaban Charo Rodríguez y su marido al colegio electoral de Tribunal. Venían directos de la Casa de Campo: “Salimos todos los domingos, pero este ha sido especial. Tenemos esperanza por el cambio”, dice sonriente.
Mientras unos sueñan con avanzar, los hay quienes rezan para que todo siga igual. “Llevamos meses rogándole a Dios que gane el Partido Popular”, confiesan dos monjas del Sagrado Corazón, su vivienda y local electoral. En este colegio de la calle de Ferraz, la accesibilidad se convirtió en un problema. Con una gran mayoría de votantes de avanzada edad y sin rampa, los presidentes de las mesas electorales tuvieron que bajar más de una docena de veces las urnas a pie de calle para que electores con escasa movilidad pudieran depositar el sobre.
Pero, incluso con este obstáculo, nadie quería quedarse sin votar. “Mi tía va en silla de ruedas y hace muchas elecciones que no votaba, pero estas no ha dudado ni un momento en que la trajéramos”, explica Javier Mezquita, de 46 años. “Son unas elecciones distintas: veo ilusión en la gente joven y miedo en las personas mayores”, razona.
No fue el caso de Justina y Herminia, dos señoras de 89 y 91, que se presentaron en el colegio electoral de la calle de Tribulete, en Lavapiés, con placas de Podemos. Preguntaron a los apoderados del partido de Iglesias por sus papeletas: “Nosotras votamos por vosotros, por los jóvenes”.
A pesar de esta alta participación, los incidentes fueron escasos. El más grave, el de una señora de 60 años detenida en un colegio de San Blas por insultar a los miembros de una mesa que no le dejaron votar cuando intentó hacerlo con una fotocopia del DNI y no con el documento original.
La presidenta del PP madrileño, Esperanza Aguirre, protagonizó otro episodio al llegar a su colegio, el Pi i Margall, y descubrir que el presidente del local electoral no había permitido la entrada a los fotógrafos. Indignada, entró en el colegio para hablar con el presidente. “Si [Manuela] Carmena ha podido ser fotografiada, ¿por qué yo no?”, se preguntaba la popular. Se salió con la suya y votó rodeada de cámaras.
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