Un acto único en el mundo
Acto electoral: sindicalistas de ambos sexos y Oriol Junqueras, vestido para tal efecto de sindicalista québécois, con camisa a cuadros
Casinet de Hostafrancs, acto de Junts pel Sí denominado “Sindicalistes pel Sí”. No es una retrospectiva sobre el sindicalismo peninsular. Es un acto electoral. Acto, descripción: sindicalistas de ambos sexos, y Oriol Junqueras, vestido para tal efecto de sindicalista québécois, con camisa a cuadros. Sindicalismo, descripción: es una mezcla de conceptos como épica, lucha, huelga, Bankia, Caixa de Catalunya y comisión por ERE. Vaya, empieza el acto.
Una sindicalista presenta la lista en los mismos términos y con las mismas omisiones —la más divertida: Junts pel Sí es, en su 60%, el artista conocido antes como CiU, uno de los autores de la anterior contrarreforma laboral, que no será aludida a lo largo del acto— que un político asociado a la lista. Es decir, el acto empieza con un número más español que un cuadro flamenco, o una vieja colándose en la cola: el sindicalista que se vincula a directrices políticas, nacido con los Pactos de la Moncloa, aquel primer pacto entre franquismo y democracia, en el que los políticos decidieron, entre otras cosas, primar paro sobre inflacción, y los sindicalistas fueron y, zas, lo hicieron, como pueden observar si abren la ventana.
Interviene después una señora de CC OO. Su descripción tampoco difiere de la de un político asociado. Luego habla un señor de UGT. Su descripción tampoco etcétera. La última en hablar es otra sindicalista, su descripción etcétera, si bien aporta la novedad de condenar los Pactos de la Moncloa, la sumisión del sindicalismo ante la política gubernamental, que se reproduce en esta sala en la que, por cierto, no han salido palabros tradicionales del sindicalismo, como “clase”, “asalariado”, “patronal” o “bocata”.
Presentan a Junqueras. Pero se lían y dicen que es el número 4. Algo, por otra parte, normal, cuando la lista no se organiza por el sistema métrico decimal sino, como en las películas de miedo mejicanas, a partir del 6(6,6). Junqueras explica que es indepe en Catalunya, federalista en Europa e internacionalista en el mundo mundial. Para que se comprenda eso último va y explica una bella parábola. Pero la historia, snif, no alude al internacionalismo, sino al comercio internacional. En otra cultura sindicalista, eso hubiera sido el fin. Hace un alegato a favor de la UE, esa máquina sensible que “puede colaborar en las mejoras laborales” —mejoras, no lo sé, pero el TTIP sí que aportará cambios—. Sinopsis: con la independencia, el sindicalismo saldrá ganando, “doncs tindreu uns interlocutors clars i definitius”, no como ahora, que hay dos gobiernos a los que escuchar.
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