Memoria de matadero
Lo que ahora es un centro cultural, Matadero Madrid, fue entre 1924 y 1996 el matadero municipal que proveía de carne a la capital
Lo que ahora es un centro cultural, Matadero Madrid, fue entre 1924 y 1996 el matadero municipal que proveía de carne a la capital. Entre teatro, talleres y exposiciones, poco queda hoy en día del fragor que se producía entre aquellos muros y de la historia de los trabajadores que allí se ganaban la vida; y no solo del matadero, sino de todo el tejido industrial que albergaba el barrio de Arganzuela.
El colectivo Sound Readers trabajó durante 2013 en la recuperación de la memoria sonora de aquellas gentes, grabando entrevistas sobre el terreno a los que allí trabajaron (se pueden escuchar en la web soundreaders.org). Los entrevistados recordaban, sobre todo, el fuerte olor a pieles secándose en el registro. A través de sus palabras, uno también puede imaginarse cómo sonaba aquella zona en aquellos tiempos: el sonido metálico de las grúas o el tren, el martilleo de hachas o cuchillos, y, por supuesto, el paso de los rebaños de animales, el estrepitoso chillido de los cerdos. Sonidos de trabajo y de muerte. Ya no queda nada de aquel barrio industrioso y un entrevistado se siente nostálgico: “Aquel era un ruido sano, a mí me gustaba más aquel ruido que el de ahora”.
Hoy Sound Readers hablará del proyecto a las 20.15, en los talk shows que organiza mensualmente en La Fábrica (Alameda, 9) el colectivo Machines Désirantes Buró. Este estudio de creación y desarrollo de ideas formado por los hermanos José y Roberto Salas se dedica a la programación cultural, la docencia, la dirección de arte o el diseño gráfico. Y conviene estar muy atentos a sus actividades: participan en proyectos paralelos como el Club Paraíso Madrid, que cada jueves noche lleva la electrónica de baile a Intruso Bar (Augusto Figueroa, 3), o el festival sobre autoedición musical Autoplacer, cuya última edición tuvo lugar en otoño en el CA2M. También forma parte del colectivo artístico Fast Gallery.
Uno de los últimos proyectos en el que está implicado como socio es la editorial Materia Oscura, dedicada a la filosofía contemporánea, cuya primera referencia es En el polvo de este planeta, de Eugene Thacker, que ahonda en los puntos de intersección del horror y la filosofía, y donde se tocan materias como la demonología, el ocultismo, el misticismo, el manga o el metal.
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