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FERIA DE FALLAS

Orejas para Climent y el debutante Valadez

Pobre entrada en otra tarde de viento, frio y lluvia

El novillero mexicano Leo Valadez durante su faena con la muleta a 'Doctorado' bajo la lluvia.
El novillero mexicano Leo Valadez durante su faena con la muleta a 'Doctorado' bajo la lluvia.MANUEL BRUQUE (EFE)

Viento, frio y lluvia. Tres elementos que volvieron a colarse sin permiso una festejo más. Y desoladora entrada, con menos de un millar de espectadores en los tendidos. Tarde, pues, para nada, y menos para los toros. Pero el viento, el frio y la lluvia no fueron elementos totalmente insalvables, aunque complicaron las cosas. Mas los tres novilleros, cada uno en su estilo, porque cada cual es cada cual, sacaron las castañas del fuego, se impusieron al mal tiempo y, también, sortearon no menos complicaciones de alguno de los novillos lidiados.

La sorpresa fuerte fue el mexicano Leo Valadez, que se vino hasta Valencia para debutar con picadores, De Aguascalientes este Valadez, “hidrocálido” según el gentilicio. Pues este Valadez plantó buena cara al mal tiempo, sobre todo en el novillo que cerró la desapacible tarde. Este sexto novillo, de impecable presencia, fue un mero trámite en el primer tercio. Entre esas dos varas apenas señaladas, Valadez montó un quite por lopecinas que el viento casi arruinó. Salió del trance desarmado en el remate, pero sin perder compostura. En banderillas reunió y clavó en la cara, y se salvó por piernas en la persecución implacable que sufrió tras dos pares. Valiente, decidido y sin una mínima duda, se echó la muleta a la izquierda y clavó las zapatillas en la arena a las primeras de cambio. El viento se encargó de destemplar algún muletazo que en condiciones normales saldría templado. Sin enmendar, ganando terreno con la pierna contraria a la salida de cada muletazo, ligó las series en racimos completos. Daba igual por la derecha que por la izquierda, a la poca entrega del novillo respondió Valadez con ideas claras y ordenadas. Contra los elementos, pero toreando bien. La estocada, cobrada a sabiendas de que el premio lo tocaba con la mano, fue suficiente. Oreja cortada con la verdad. Auténtico.

GIBAJA / ESPADA, CLIMENT, VALADEZ

Novillos de Antonio López Gibaja. De muy correcta presentación, destacando los dos últimos por su trapío. Manejables los tres primeros, sin entrega el cuarto, muy enterado el quinto, que fue muy manso en varas, y con poca entrega el sexto.

Francisco José Espada. Estocada (saludos); metisaca, pinchazo –aviso-, otro pinchazo más, casi entera que asoma y descabello (silencio).

Cristian Climent. Estocada (oreja); estocada hábil que asoma y cinco descabellos (silencio).

Leo Valadez. Tres pinchazos –aviso-, otro más y tres descabellos (silencio); estocada algo desprendida (oreja).

Plaza de Valencia, 20 de marzo. 9ª de Fallas. Escasa entrada.

Antes de ese sexto, en el novillo anterior, Valadez fue arrollado de muy mala manera en banderillas, invitado por Climent a compartir el tercio. Pasó poco, el susto, pero pudo pasar más. Y antes de ese quinto, en su primer turno, se maquilló con pinturas de guerra para darle batalla al novillo más chico del lote. También cogió los palos y dejó tres pares con decisión al cuarteo, con muestras de tener esa parte del oficio bien aprendido. En los rodillazos del comienzo salió con apuros y sorteó la descompuesta embestida del novillo con doble dosis de arrojo. Valeroso, novillero-novillero –novillero a la antigua-, capeó el temporal de viento y agua, y las coladas de un novillo manejable, sin clase, y con la tempestad a su favor. Tardó en matar y el ambiente, ya de por si frio, se enfrió aún más.

La otra oreja de la tarde fue para el valenciano Cristian Climent. La recompensa le llegó en el segundo de la tarde, al que puso cuatro pares de banderillas con fortuna dispar. Un farol de rodillas, fuera del tercio, fue una manera no muy usual de comenzar la faena de muleta. Continuó de rodillas, con un novillo que pareció entregado de principio, pero la ventolera le obligó a tomar pronto otra ruta. Buscó por aquí, por allá, y encontró su sitio por momentos. La voluntad fue siempre su bandera. Con el novillo a menos, Climent mantuvo una lucha sorda, con poco eco, pero que recuperó calor con la buena estocada que propinó. Solo esa estocada valió el premio.

El quinto, de seria presencia, fue el rey manso de la tarde. Hasta cinco veces lo llevaron al caballo, la tercera vez, en viaje sin destino fijo, al picador de la puerta. Cinco entradas y cinco salidas por patas. Huyendo. Climent invitó a banderillear a Valadez y el tercio, con voltereta incluida al mexicano, no pasó de simple cumplimiento. Mirón el novillo, con coladas sobre todo por el pitón izquierdo buscando el bulto, puso fea la cosa. Climent pasó sus apurillos, pero no perdió los papeles. El viento también jugó en contra y la espada demoró el final del capítulo.

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Francisco José Espada también se llevó un buen susto nada más abrirse de capa en el cuarto, que buscó presa, al no poder salir de una chicuelina. Voltereta fuerte, que dejó conmocionado al torero. Sin entrega el novillo, obligó a Espada a montar una faena muy trabajada. De mucha actitud. Corrió bien la mano, pero los pases los tuvo que robar de uno en uno. Tanto ataque hizo que el novillo terminara acobardado y acorralado literalmente por el torero.

El novillo que abrió la tarde le pegó también una señora voltereta a Cristian Climent, cuando toreaba por gaoneras. Noble fue el novillo, pero siempre al paso también le costó lo suyo embestir. Espada, muy metido en faena, lo intentó por todos los medios posibles. Sonsacó muletazos, de mérito la mayoría, pendiente siempre del novillo y del viento. Todo lo puso el torero y casi nada el novillo.

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