La expulsión de dos gais provoca una rebelión en un ‘burger’
Decenas de personas invaden el local en protesta contra la homofobia Los activistas aseguran que ha crecido el número de agresiones físicas y verbales
“Eran las 9.30 o las 10 de la noche”. Jaime (nombre ficticio) no recuerda la hora exacta. Lo que no ha olvidado, ni cree que consiga olvidar, son las palabras del encargado de seguridad del Burger King de la plaza de los Cubos, en el centro de la capital, donde estaba cenando con su novio el pasado 29 de noviembre. “Nos dijo que esas cosas no se podían hacer así. Que había niños delante”. Y les pidió que se fueran.
El guardia se refería a los besos de la pareja de 19 y 18 años, que habían provocado las quejas de dos familias por dar “mal ejemplo” a sus hijos. “Nos quedamos descolocados”, recuerda Jaime. Nunca había vivido una situación de discriminación como aquella y no supo reaccionar. El matrimonio que estaba sentado detrás de ellos intentó defenderlos. “Nos dijeron que no nos moviéramos, que teníamos derecho a estar allí”, cuenta el joven. Las familias que habían protestado se enzarzaron con los defensores. “Dijeron que sus hijos no tenían por qué ver eso”. Al final, los chicos se fueron. No querían “montarla”.
El engranaje de las redes sociales se puso en marcha. Y una semana después del incidente, el sábado pasado, se reunieron decenas de parejas del mismo sexo en la hamburguesería para protestar contra la homofobia haciendo lo mismo que los chicos expulsados: besarse. Los empleados del local respondieron con aplausos. Burger King asegura en su página de Facebook que “el responsable de seguridad actuó de manera independiente”. Garantiza que “tiene una política de cero tolerancia para cualquier tipo de discriminación y, al tener constancia de los hechos sucedidos, ha tomado medidas inmediatas para abordar el incidente”. No concreta, sin embargo, las medidas adoptadas.
Este no es un hecho aislado. Las agresiones homófobas, físicas y verbales, han aumentado en los últimos años, según los colectivos gais, que piden una ley específica, similar a la aprobada recientemente en Cataluña, que incluye multas de hasta 140.000 euros.
El año pasado se registraron 38 agresiones de este tipo en Madrid, según el programa de atención a homosexuales de la Comunidad. Esta cifra se superó este año en verano, según Rubén López, secretario de relaciones institucionales de Arcópoli, asociación de lesbianas, gais, transexuales y bisexuales de las Universidades Politécnica y Complutense. El problema es que muchos de los ataques pasan inadvertidos porque las víctimas prefieren no denunciar. “La mayoría no han salido del armario y no quieren que se enteren sus familiares o amigos”, explica López, quien asegura que “cada semana llega a la asociación algún caso de acoso”. El último que trascendió a los medios ocurrió en septiembre. Dos jóvenes apalearon a una pareja de chicos que salía de una discoteca del distrito de Moncloa, al grito de “fuera de aquí, maricones”.
“Necesitamos una ley que anime a denunciar. El 90% se calla porque piensan que no va a servir para nada”, afirma López. La Consejería de Asuntos Sociales asegura que “siempre ha condenado estas agresiones”, pero no revela su postura sobre la propuesta de ley de las asociaciones. María Espinosa, portavoz de IU en temas LGTB (Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales), considera que la norma debería poner el foco en la prevención. “Lo más importante es la educación en los colegios para evitar la discriminación”.
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